Más que un royo. Daniel Oviedo.

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Narra t/n.

Bebo bailando junto mis amigas, nos zorreamos entre nosotras bromeando algunas más borrachas que otras aunque yo me mantengo sobria.
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-Vamos a las mesas, quiero cachimba. -me dice Carmen.
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Salimos de la pista acercandonos a las mesas, ella me señala con la cabeza el asiento vacio donde antes estaba Daniel y le respondo encogiendo mis hombros.
Fumo un poco, bebo de una botella ya que me dan y rio junto mi amiga.
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-Vamos, ya necesito bailar. -tira de mi.
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Bajamos hagia la pista de baile y freno en seco al verlo restregasrse con otra, Carmen me mira intentando deducir mis sentimientos en este momento pero yo me mantengo fria ya que entre el alcohol y la imagen que tengo frente a mi me resulta mas sencillo. La zorra le agarra las mejillas besandolo como una auténtica prostituta, miro a Carmen furiosa y salgo de ahi como una vala.
"Esto es solo un royo, nena" "Esto es solo un royo, nena" "Esto es solo un royo, nena", me lo repitió tantas veces la última noche que nos acostamos que mi impotencia y rabia hacia los hombres se hacía mayor.
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-¡T/n! -grita mi amiga.
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Me frena, me giro furiosa y ella observa mi rostro preocupada.
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-Sabías que erais un royo, puede tirarse a otras. -reprocha.
-Estoy cansada, lo que sienta yo aqui no importa. -le grito furiosa.
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Mi piel se palidece al verlo salir de la discoteca, sus ojos preocupados chocan con la furia de los mios y me giro evitando ablandarme en el castaño de sus ojos.
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-T/n, al fin joder, te estaba buscando, nena. -dice preocupado.
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Me mantengo en silencio dandole la espalda y Carmen tose un poco.
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-Mejor os dejo solos, mañana te llamo amiga. -dice Carmen incomoda por la situación.
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Escucho como se aleja, Oviedo intenta agarrar mi brazo pero tan solo provoca que mi ira hacia él se refleje en una bofetada en su mejilla.
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-No quiero saber nada más de ti. -digo fría.
-Ey nena, se que me has visto pero comprende que esto no... -lo freno con otra bofetada.
-¿Otra vez vas a repetirlo? Genial Oviedo, ve dentro, follatela mientras yo busco a Guille para follarmelo. -reprocho.
-¡No! Nadie te va a tocar a menos que sea yo. -exclama celoso.
-Genial Oviedo, eres muy inteligente. -digo irónica.
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Le saco el dedo corazón comenzando a caminar de vuelta a mi hotel ya que estoy pasando unos días en Marbella, escucho como corre detrás de mi para volverme a frenan por el brazo.
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-¿¡Que!? -pregunto.
-Dejame aunque sea llevarte a tu hotel, está lejos de aquí, llevas tacones y te marchas por mi culpa. -dice con voz desesperada.
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Aparto la mirada, él hace pucheros con sus labios y acabo cediendo ya que lleva razón, está lejos y voy en tacones.
Me monto en el lugar del copiloto suspirando para seguidamente cruzar mis piernas, Daniel ajusta los espejos un poco, se coloca el cinturón y arranca.
Conduce a una velocidad moderada por el centro de la ciudad, giro mi rostro por primera vez durante el viaje y mis dientes capturan mi labio inferior al verlo conducir. El ceño fruncido, el tupé revuelto, ambos tatuajes relucientes por el sudor, su camisa con los cuatro primeros botones desabrochados y sus labios relajados haciendo que se vean más gruesos, este hombre es sexy a la vez que masculino.
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-Tardará mucho en que se te pase el enfado. -pregunta divertido.
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Mantengo mi silencio mientras regreso mi mirada a la ventanilla, Daniel coloca su mano sobre mi muslo haciendome erizar al instante.
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-Puedes seguir comiendome con la mirada, no sabes lo que me encanta. -dice sonriendo.
-Conduce. -ordeno fria.
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Sube un poco su mano y lo consigue: ya estoy totalmente húmeda por y para él.
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-Llegamos cenicienta. -dice sonriendo.
-Gracias. -murmuro con voz áspera.
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Agarra por tercera vez en la noche, me giro chocando con sus duros y castaños ojos preocupados.
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-¿Puedo subir contigo? -pregunta.
-¿Para qué? -pregunto.
-Para intentar no perderte. -confiesa.
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Asiento, sale del coche y en cuestion de segundos estamos sobre el ascensor.
Bajo la mirada cuando comienza a comerme con la suya, acerca sus dedos a mi rostro y aparta un mechón de este.
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-Eres hermosa. -murmura.
-Dejame. -protesto.
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Sonrie intentando seducirme, muerde su labio aproximandose más a mi hasta que choco con la pared del ascensor.
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-Eres tan sexy. -murmura.
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Caigo en la tentación de mirar el castaño de sus ojos, muerde mi labio lograndolo, estoy totalmente húmeda y dispuesta para él.
El ascensor se abre en la octava planta, salgo de este rápidamente seguida por Oviedo y acabando en la puerta de mi habitación.
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-Gracias por acompañarme. -digo nerviosa.
-Nena... -murmura desconcertado.
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Me pega a la puerta agarrando mi cadera, acerca sus labios a mi oreja y sonrie pícaro.
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-La tengo muy dura, solo por y para ti. -me susurra excitado.
-No voy a caer en tus tentaciones. -respondo totalmente agitada por el calor húmedo de mi sexo.
-Te separaré las piernas y te haré el sexo oral que tanto te gusta para que después te pongas en cuatro tal y como me gusta. -me provoca.
-Joder. -me aferro a su camisa.
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Mis piernas tiemblan, mi sexo palpita y toda mi piel arde en deseo.
Me giro abriendo la puerta, él sonrie y besa mis labios entrando en la habitacion. Su lengua humedece mis labios totalmente secos, sus labios intentan dominarme pero no lo logran, nunca consigue dominarme en un beso.
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-Desnudate. -sonrie pícaro.
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Bajo las tirantas de mi vestido haciéndolo caer a lo largo de mi figura mientras observo comi saca condones de los bolsillos de su pantalón, desabotona su camiseta al son que yo lo hago con mi brasier y se agacha frente a mi para bajarme las bragas. Se reincorpora lentamente besando mis piernas pero sus manos hacen el camino más rapido hasta agarrar mi cintura.
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-Apoyate en la mesa un poco. -ordena mirando mi húmedo sexo.
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Mis manos agarran la mesa inclinando mi cuerpo levemente hacia atrás, hunde su nariz en mi húmeda feminidad y gimo cuando muerde mi clítoris.
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-Daniel. -suplico.
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Mis pies se separan del suelo ya que lo tengo bajo mis piernas, sus manos intentan sostener mis temblorosos cuerpo haciendo acompañamientos a mis manos, las cuales se resbalan del sudor.
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-Humeda, palpitante y dispuesta a mi, increíble. -dice sonriendo.
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Su lengua entra en mi interior, cierro los ojos suspirando de placer para seguidamente dejar caer mi cabeza hacia atrás del desespero.
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-¿Ves el espejo que hay frente junto la cama? -murmura pasando la lengua por los labios de mi sexo.
-Si. -un hilo de voz sale de mi ser.
-Ponte frente a él. -ordena.
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Acepto su orden, camino hacia el espejo colocandome frente a él.
Mis mofletes están rojos, mi sexo sigue húmedo, mis pezones estan totalmente rectos y mi piernas, efectivamente, tiemblan ante mi gran excitación.
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-Mirate, estás hermosa. -dice en boxers.
-Daniel... -suplico.
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Me coloca de perfil frente el espejo, tira de mi cadera un poco y restriega el bulto contra mi trasero.
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-Te ves tan bien... -alaga mi reflejo en el espejo.
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Mi humedad aumenta por instantes, como si el sexo oral que me ha echo no hubiera servido para nada.
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-Ponte en cuatro sobre la cama. -dice.
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Le obedezco, frunzo el ceño al ver como mueve el espejo y se coloca detrás mia.
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-Mirate, quiero que veas lo ardiente que eres. -dice sonriendo.
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Veo comi baja su boxer, penetra la cabeza de su miembro suavemente dentro de mi haciendo que gima de la imagen tan caliente.
Me penetra, ahora si, muy duro, su cadera choca con mi trasero y mis labios gritan cuanto me gusta.
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-Joder, eres hermosa. -gruñe.
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Mis uñas se aferran a las sábanas, mi desesperacion aumenta por segundos a la vez que el placer es más notable dentro de mi.
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-Quiero que veas cuando me venga sobre ti. -alaga acariciando mi trasero.
-Golpealo, quiero verlo. -digo excitada.
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Obedece y grito gimiendo. Nuestros ojos chocan en el reflejo del espejo, Oviedo me sonrie y me embiste más duro.
Mi desesperacion se desvanece, mi climax inunda la sala con un grito
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-Miralo, mira lo hermosa que eres. -alaga.
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Se viene sobre mi trasero empapandolo de su secreción y caigo rendida bocabajo.
Siento como limpia mi trasero, besa mi hombro dulce y después mis labios.
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-No quiero que nadie te vea como yo puedo verte. -confiesa.
-Tu mismo disces que somos un royo. -reprocho.
-Se mi novia, sin cuernos, sin más personas, el sexo me ha llevado a amarte de una manera muy fuerte. -confiesa haciendo que al fin sienta un alivio en mi pecho.

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