Señor y Sirvienta. Daniel Oviedo.

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Narra t/n

Despierto antes que el sol, como cada día: a las cinco y media de la mañana.
Bajo sin hacer mucho ruido, tras cambiarme, a la cocina ya que es hora que le haga el café de mi jefe.
Lo preparo en absoluto silencio hasta que, sin darme cuenta el despertador del señor suena como cada mañana: a las seis en punto.
Le echo el azúcar suficiente tal y como mi señor quiere pasando a subir para llamar a la puerta de su lujosa habitación.
~
-Adelante t/n. -dice adormilado.
-Su café. -lo dejo sobre la mesa.
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Él me mira de arriba a abajo, sonrie y yo me giro sonrojada.
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-Girese, le recuerdo que soy su señor, debe obedecerme. -dice serio.
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Me miro, se sienta al borde de la cama tan solo con los boxers y sus ojos acarician sin tocarme los brazos.
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-Esta falda de uniforme es nueva. -asegura.
-Necesitaba otra para ir cambiando, pero si al señor le molesta me pongo la que... -me frena riendo pícaro.
-Estás hermosa así, usted es hermosa. -alaga.
-Voy a hacerle el desayuno. -mi voz tiembla.
~
Una persona como yo: gragil, tímida, demasiado buena e insegura se siente una hormiga junto a un hombre como mi señor: seguro, varonil, sexy y galan.
Un bulto se concentra en su entrepierna, él sonrie cuando se da cuenta que he percibido su excitacion.
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-No hace falta que lo hagas. -se pone en pie.
-De acuerdo, señor. -susurro.
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Él me mira y muerde su labio.
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-¿Me permite? -pregunta intentando tocarme.
-Usted es mi señor, yo no... -susurro.
-Es hermosa, señorita, muy hermosa. -dice con voz ronca.
~
Sus manos van a mi escote mientras que sus labios se aproximan a los mios.
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-Usted no puede acostarse conmigo. -susurro.
-¿Qué me lo impide? -pregunta.
-Clase social, no caiga tan bajo de acostarse con una simple y fea sirvienta. -comento.
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Sonrie negando, agarra mi nuca y sus labios se mezclan con los tan bien como cacao en leche. El dulce de sus labios se mezcla con el de los mios haciendo una reaccion explosiva en mi interior.
Desabrocha los botones de mi camisa dejando mis voluminosos pechos acompañados de un brasier bajo sus ojos.
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-Hermosa, muy hermosa. -dice sonriendo.
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Camina hasta la cama, se gira al ver como no le acompaño y frunce el ceño.
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-Venga aquí señorita. -ordena.
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Camino hasta que él decide bajar sus manos, hasta el cierre de mi falda, ahora sí, dejandome en ropa interior.
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-Debo hacer que esta vergüenza se vaya. -susurra.
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Baja mis bragas arrodillanse ante mi, me mira y sonrie.
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-Apoyese en la pared. -ordena.
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Su boca se hunde en mi sexo haciendome gemir, cierro los ojos envuelta en el placer de mi jefe y grito cuando uno de sus dedos lo acompañan.
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-Desenvuelvete, confía en mi, no te voy a despedir. -asegura.
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Me deja sobre el suave y mullido colchón, separa mis piernas dejando libre su ereccion y eleva mis piernas.
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-Joder, estás muy mojada. -dice sonriendo.
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Entra en mi, yo grito exhauta y con timidez toco su espalda.
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-La estoy follando, no tenga vergüenza en tocar, acariciar y besar lo que le plazca. -asegura.
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Aferro mis dedos a su piel siendo mi unico soporte, abro los labios gimiendo mientras el tan solo se dedica a comerme el cuello a besos entre envestidas.
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-Perfecto, así joder, quedese asi. -gime.
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Lo miro, él agarra mi rostro y una vez mezcla nuestros labios una corriente eléctrica nos rodea haciendo llegar al climax.
Cae a mi lado y cuando ve mi intento de ponerme en pie me gira colocandome sobre su pecho.
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-No te vayas, no has sido solo un polvo. -dice seguro.
-Pensaba que... -susurro.
-Usted es mi única compañera en casa hace casi cinco años ¿de veras no se ha dado cuenta de lo que siento por usted? -me mira.
-Yo jamás pensé que usted y yo... Borre esas ideas de mi cabeza una vez comenzó a tratarme mejor. -susurro.
-Tuteame t/n, creo que ya es hora de que empiece a intentar conquistarte. -asegura.

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