Capitulo I (II Parte)

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Camina por una calle empedrada, ajena a lo que le rodea; sumida en sus pensamientos y al mismo tiempo sin pensar en nada, manteniendo la mente en blanco y suspirando cada pocos segundos sin apenas darse cuenta.

- ¡Caterina! ¡Caterina! ¡CAAAT!

Solo le dio tiempo de girarse para ver a una chica corriendo para darle alcance y perdiendo el aliento a cada zancada. No podía ser otra que Rebeca, la escandalosa y atolondrada, Rebeca. Es la única amiga de verdad que había conseguido hacer aquí, por pura casualidad. Un día de tantos, la casa estaba tan desierta por una madre ausente que decidió ir a la biblioteca a estudiar o más bien ir para ver algún libro interesante. El lugar estaría casi desierto sino estuviera la bibliotecaria, obviamente, y una chica que lloraba disimuladamente mientras que leía un libro al revés. Caterina sabía que aquella chica era de su clase, no había hablado con ella pero no le veía cara de mala persona, sabía perfectamente que no estaba llorando por el libro porque además de lo evidente, es un libro cómico. La curiosidad hace milagros y por ello Caterina se acercó, pensándolo mucho, a la mesa de la chica con la intención de intentar ayudarla, se estaría metiendo donde no la llaman pero más le reconcomería la conciencia sino hiciera algo, pudiendo hacerlo.

- Hola -. Se atrevió a decir.

- Oh -. No se había dado cuenta de que estaba ahí hasta que hablo - Hola -. Dijo mientras se intentaba secar las lágrimas disimuladamente.

- ¿Puedo sentarme? -. Preguntó y ella miró alrededor, viendo que la biblioteca estaba vacía.

- Esto... sí, claro -. Consiente mientras que dedica una tímida sonrisa.

Caterina empieza a sacar sus cosas de la mochila. Su compañera de mesa se fija en ellas y cae en la cuenta de quién es.

- ¿Te está gustando el libro? -. Le pregunta para qué le preste atención.

- Bueno... No está mal pero a mí me van más otro tipo de libros -. Admite mientras cae en la cuenta de que esta al revés y lo deja sobre la mesa. Ambas se ríen midiendo los decibelios.

- No se me dan bien las sutilezas -. La interpelada mira a Caterina asombrada - así que te lo diré: si hay algo que pueda hacer, aunque sea solo escuchar para que te desahogues, lo haré.

- Vaya... de sopetón ¿eh?-. Ríe.

- Lo siento, a lo mejor me he...-. Empieza a disculparse pero ella la corta.

- Me he peleado con mi novio-. Confiesa.

- ¿Por qué?

- Es una historia algo larga y creo que Elena, la bibliotecaria, se enfadaría si no parásemos de hablar-. Contesta.

- Ah...

- Pero podemos ir a dar una vuelta, sino es mucha molestia-. Propone con una sonrisa -. Soy Rebeca, por cierto.

- Caterina pero Cat para las personas que me caen bien, encantada.

Ríe atolondradamente y Elena nos llama la atención. Carraspea.

- Entonces ¿nos vamos?

- Sí, claro-. Acepta con una sonrisa.

Rebeca espera a que recoja las cosas y salen de la biblioteca, despidiéndose de Elena, de camino a ninguna parte. Y así, comenzó su amistad. Tuvo un comienzo raro pero fue especial. Se quedaron hablando hasta el anochecer, no solamente de su problema sino también de muchísimas cosas más: música, películas, ropa, chicos... Lo que se suele llamar charlas de chicas. Quedaron para continuar su charla al día siguiente y así día tras día, tras día hasta un año después. Donde empieza nuestra historia.

Caminando por la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora