Al día siguiente Caterina no fue a clase.
Ni al siguiente, ni el contiguo y así durante una semana y media.
Rebeca iba a verla todas las tardes un rato después de estudiar o de sus clases de interpretación. Veía a su amiga decaída pero no enferma y no comprendía porque estaba faltando a clase cuando lo que ella quería era estudiar e irse cuanto antes de su casa, poder vivir su vida alejada de sus padres.
- Cat...-. Comenzó Rebeca.
- ¿Sí? - Volvió a enfocar con la mirada a su amiga.
- Somos amigas desde hace tiempo...- Dejó la frase inacabada por no saber como plantear la pregunta que le carcomia desde hacia varios días - Y... No sé, he llegado a conocerte bastante durante todo este tiempo... Tú me has ayudado cuando estaba mal, incluso cuando apenas nos conocíamos y, bueno... Te veo aquí y ahora, tan pálida y callada... Bueno lo de pálida es normal pero que tu siempre hablas, siempre tienes algo que decir, algo que opinar, aunq...
- ¿Que me quieres decir, Rebeca? Ve al grano, por favor.- La corto Caterina. Le dolían sus palabras, cada una de ellas, pero qué iba a hacer ¿Contarle su momento especial con Miguel y lo que ha originado contándoselo a Susana? Caterina quería que ese momento fuera íntimo, que no saliera de sus sueños más personales. Rebeca era la mejor amiga que jamás había tenido y la quería como a una hermana, sin embargo ni a una hermana quería contarle lo que paso aquella tarde.
-Ahí va... ¡No sé que coño te pasa! ¡Y cuanto más intento ayudarte más me alejas de tu lado! ¿Te crees que no me doy cuenta? Justamente después del día que te dije que Miguel y Susana habían roto te encierras en estas cuatro paredes ¿Curioso, a que sí? Pues bien, el primer día que dejaste de venir fue distinto: Miguel no sólo se cambió de sitio sí no que no hablo con casi nadie, apenas dos personas y Susana no paraba de mirar tu asiento y a Miguel, respectivamente. No seré tan observadora como tu pero te conozco y sé cuando te pasa algo que no me has contado; tampoco pretendo presionar para que me lo cuentes pero sí te puedo ayudar en algo y creo que sí, cuéntamelo porque sí le sigues dando vueltas a la cabeza seguirás aquí el resto de tu vida. Y quiero recuperar a mi mejor amiga.
Caterina no esperaba este discurso, no sabía que contestar, apenas tenía palabras para intentar describir como se sentía como para explicarselo alguien ajeno.
-Rebeca... Puedo entender como te sientes pero ahora... No me pidas que hable sobre algo que no entiendo. No estoy preparada.
-No te pido que me lo cuentes. Te pido... no, te exijo que te levantes de esta cama y que vuelvas.- Contestó Rebeca muy seria.
-Lo haré. Mañana volveré, ahora déjame compadecerme lo que queda de tarde.- Suplicó.
-No debería, pero lo haré. Confío en que cumplas tus palabras.- Dijo Rebeca mientras que cogía su mochila y depositaba un beso sobre la frente de su amiga.- No me falles pero sobretodo, no te falles a ti misma.
-No se cuando te has sacado el doctorado en filosofía.- Bromeó Caterina.
-Hasta mañana, Cat.- Sonrió, cerrando la puerta tras de sí.
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Caminando por la Oscuridad
AcakUna chica común, sin nada que envidiar, con gustos mundanos y vivencias de una adolescente típica, ve que su mundo da un giro de 180° tras un misterioso sueño que lo cambia todo ¿O no era un sueño?