Veneno para hadas.

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Le gustaba tejer sonrisas con la luz de la luna.
Le encantaba crear rimas con el crujir del fuego.
Adoraba pintar las flores con su risa.
Creía en pedir deseos con dientes de León.

Pero de pronto se dio cuenta de que el mundo es más malvado de lo que creía
y dejo la aguja por un maletín
salió a las calles a buscar trabajo y olvidó su pincel
tomó el fuego y se cocinó comida, olvidando la poesía que había en él.

Y mato a las estrellas que tenía dentro de sí,
y con eso el brillo de sus ojos.
Mató los campos de flores de sus dibujos,
y con ello dejo vacía su risa.

Muchos le felicitaron por ello,
dijeron que era parte de crecer.
Algunos lo llamaron madurez,
otros le dijeron "gran ejemplo a seguir".

Lo que nadie notó
fue que su sonrisa era más dura
que los dientes de León en su jardín le molestaban
que le pesaban las alas.

Nadie se dio cuenta que la madurez tan aplaudida en ella
fue el veneno de una pobre hada
que gustaba de alegrar el mundo
y ahora sufría por verlo.

La noche también se enamora || DISPONIBLE EN AMAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora