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Kashuu se odió a si mismo por encontrarse casi todo el día teniendo pensamientos sucios, imaginando situaciones vergonzosas que terminaban con él manchando sus ropas al anochecer. Por supuesto, no ayudó el hecho de encontrar en la tienda una revista para mayores de edad donde un montón de señoritas posaban en bragas y ropas de encaje. Muy a su pesar tuvo que reconocerlo, era muy erótico pensar en cómo las desnudaría y se apoderaría de sus cuerpos en una o varias estocadas. Ahora comprendía el valor que las mujeres daban a sus horas de maquillaje y compras, buscando la forma más inteligente de seducir al hombre sin decir una sola palabra. También entendió por qué era importante para ellas que su compañero tuviera músculos y fuerza, pues era sumamente atractivo visualmente y así podrían durar más durante el sexo.

Él se arreglaba para que alguien más pensara en su lindura, por lo cual pudo identificarse fácilmente con las chicas. Sin embargo, de conocer alguna probablemente fuese mejor que hablaran sobre su masculinidad y heroísmo. En alguna parte de su camino sus pensamientos comenzaron a contradecirse y ya no tenía tan clara la imagen que quería crear de sí mismo.

—Hey, Yasusada. ¿Prefieres que te consideren lindo o varonil?

—¿Eh? —la confusión bailaba en su mirada— ¿Por qué me preguntas algo como eso?

—Bueno, estaba pensando —recordó a una de las tantas chicas de aquella revista para adultos, una particularmente linda y alta con muchas curvas— ...que si conociera alguna chica no sé qué tipo de opinión preferiría que tenga sobre mí.

Yamatonokami definitivamente no comprendía hacia dónde iba todo esto. —No te entiendo. Estás muy raro hoy, haciendo preguntas tan fuera de lugar.

—Tú sabes —¿o tal vez no?—, siempre quise que el Amo me considerara lindo para que en las misiones me eligiera a mí y me considerara alguien de confianza. Aunque pensándolo bien puede que lo hiciera para que me mime.

Había que ser ciego para no darse cuenta de eso.

—Pero si el día de mañana conociera a una linda chica, creo que sería mil veces mejor que me considere valiente y varonil. Ya ves, ¿no dicen por ahí que llamar a un chico ''lindo'' es herir su orgullo?

—¿Por qué te preocupas por esas cosas? No es como si el día de mañana fueras a conquistar alguna.

—¿Estás dudando de mis habilidades, Yasusada?

—¿Qué? ¡No, no! —¿Cómo se metió en semejante problema?— Me refiero a que las espadas reencarnamos todas como chicos, el Amo es un hombre e incluso el dueño de la tienda. Incluso aunque quisiéramos, no hay forma de conocer alguna chica, por lo que no hay necesidad de pensar en ello, ¿no crees?

—Tienes razón —¿Por qué las espadas son todos chicos, en primer lugar?

Sin duda estaba dándole demasiada importancia a las trivialidades, aunque lo cierto es que Yasusada no pensaba en lo más mínimo sobre ello. Kashuu comprendió entonces que la ignorancia podía ser una bendición, también: si no conoces algo, simplemente no te preocupas por ello.

Kashuu se había involucrado demasiado y para su desgracia cuando se trata de conocimiento sólo hay dos caminos: lo sabes o no. En un principio jamás imaginó que las cosas irían por este rumbo, pero ya no había marcha atrás. Así fuese un pervertido, no podía evitar comparar su miembro con el de sus compañeros en el baño cuando nadie se daba cuenta, u odiar su esbelta figura por asemejarse tanto a las siluetas femeninas que veía por la noche encerrado en la biblioteca. Era como un chiquillo precoz pero, ¿quién podía culparlo? Llevaba demasiado tiempo existiendo y apenas ahora caía en cuenta de miles de cosas que siempre estuvieron allí y que él simplemente estuvo ignorando hasta hace nada.

Los demás se enterarían cuando fuese tiempo o quizás jamás lo sabrían porque, después de todo, no podía imaginarse a las espadas más pequeñas hablando de sexo en la cena. Él ya lo sabía y para bien o para mal disfrutaba del tiempo que dedicaba a aquellos lujuriosos pensamientos. ¡Vamos, que posiblemente el Amo fuese igual o peor que él! Le avergonzaba y de ningún momento dejaría que alguien más supiese lo que cruzaba por su cabeza, pero se dedicaría a disfrutar de ello sin reservas.

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