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El nuevo descubrimiento de Kashuu fue un poco decepcionante, pues se dio cuenta de que existía una gran variedad de juguetes sexuales que las parejas usaban como estimulación antes y durante el acto sexual, pero la gran mayoría de ellos se destinaban al uso femenino. Había geles, estimuladores, dildos y arneses que las mujeres podían usar, mientras que los juguetes sexuales masculinos eran... bueno, intimidantes. Los masturbadores no eran más que una vagina plástica, los estimuladores de próstata tenían formas grotescas y las bombas de vacío le parecieron aterradoras. Por si fuera poco, tener cualquiera de todos esos era vergonzoso, ¿qué diría Yasusada si encontrara alguno en la alcoba? ¡Imposible! Prefería morir primero.

Como quien no quiere —já— se percató de que los japoneses tenían unos fetiches muy extraños. No entendía porqué en la pornografía la mujer japonesa siempre parecía tener un papel de víctima, aun siendo obvio que ella también lo quería. Ponían rostros lastimeros, lloraban y gemían como si fuese un pecado atroz para después contradecirse con el meneo de sus caderas y el temblar de sus cuerpos. Si fuera él, preferiría no hacer que su pareja se sintiera como un bastardo sin corazón abusivo.

Más tarde, avanzando en sus lecturas de la biblioteca pudo percatarse del rol femenino a lo largo de la historia. Hubo un tiempo en que la mujer administraba el dinero en el hogar y contaba con el poder de mando en la familia; también hubo una época en que a las cortesanas se les veía como lo mejor de lo mejor en cuanto a conocimiento, etiqueta y entretenimiento. Sin embargo, la historia fue dura con ellas y de pronto tuvieron prohibido dedicarse al teatro, hablar, levantar la cabeza o simplemente caminar lado a lado con su pareja. Unos pocos libros —contados, de hecho— hablaban de la vida en otros países; en Europa se consideró a la mujer como una obra de arte, en Grecia las esculturas, sexualidad y conocimiento se dirigían al hombre y en otros países obligaban a las chicas a vestir largas túnicas que las cubrían de la cabeza a los pies. Por supuesto que todo tenía sus contradicciones, pues en Italia predominaba el machismo, en la misma Grecia hubo personajes femeninos de ideas revolucionarias como Safo y no pudo creer lo de acuerdo que estaban las mujeres con ocultar su belleza de los demás.

Se dio cuenta: el mundo tiene todo tipo de personas y, por consiguiente, todo tipo de mentalidades. Lo que es bueno para uno, puede no serlo para los demás. Entonces se sintió dichoso porque, aunque era algo tan sencillo, muchas guerras se ocasionaban porque los líderes del mundo no lo comprendían.

Aunque el rumbo que tomó su educación en la biblioteca era extraño no había duda alguna, estaba aprendiendo. Saber más para ignorar menos, como dicen por ahí.

De pronto se sintió curioso, ¿cómo sería el rol femenino actualmente? ¿algún día podrían las mujeres y él sentirse plenos sexualmente? Kashuu sólo podía visitar otros lugares a través de la historia, bajo el mandato del Amo y sin entablar conversación con nadie a menos que fuese para pedir informes, pues esto podría interferir con la historia de cualquier modo. Puede que su destino como espada fuese no saberlo nunca y por primera vez deseó ser una persona como cualquier otra.

SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora