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Como siempre la biblioteca estaba inundada con pilas y pilas de libros; esta vez Kashuu se las había ingeniado para meter ahí un espejo de cuerpo completo, además de algunas sogas y las tijeras que consiguió de la tienda. Odiaba admitirlo, pero aprender a atarse por sí mismo resultó más difícil de lo que imaginó y esas tantas sogas en realidad no eran más que unas pocas que fueron cortadas y convertidas en un montón durante sus momentos de frustración. Volteó la mirada hacia el piso, inconforme con el tiradero que formó a su alrededor.

No obstante, el trabajo duro daba resultados siendo capaz de hacer y deshacer los nudos que se cernían sobre su cuerpo, cada vez mejor y más rápido a medida que adquiría experiencia. Volteó la mirada hacia su reflejo en el espejo, maravillándose con la imagen tan sensual que este le devolvía. Maldita sea, ¿era posible excitarse con uno mismo o eso se consideraba demasiado narcisista? Le encantaba la forma en que la soga apretaba en los lugares justos de su cuerpo y se sintió fascinado con la sensación de escozor sobre su piel, de ver sus mejillas sonrosadas y experimentar la presión que sentía en la entrepierna. Estaba excitado, verse vulnerable le excitaba.

Había leído novelas en las que practicaban el sadomasoquismo y uno de los múltiples juegos que encontró es cuando el ''amo'' le pedía a su ''mascota'' salir a lugares públicos con cuerdas atadas bajo su ropa o en el más vergonzoso de los casos, llevar un enorme abrigo sin ninguna prenda por debajo. Ir de compras, beber un café o salir de paseo, la clave estaba en hacer cosas cotidianas actuando como si nada fuera de lo común pasase y dependiendo de cómo lo tomases podía ser un acto vergonzoso, humillante o lascivo. Kashuu decidió lanzarse a lo desconocido por voluntad propia, pues si esperaba a que alguien más se lo pidiera primero le saldrían hongos en la cabeza[2].

Hizo un último amarre sobre su espalda baja asegurándose de que fuese lo bastante discreto como para no formar bultos en la ropa, pues lo último que quería es alguien descubriendo sus travesuras. Terminó de vestirse y se dirigió hacia el dojo, donde Kunihiro le esperaba para otra sesión de práctica. Con espada de madera en mano atacó a su contrincante de frente y al ver que éste contaba con la fuerza suficiente para bloquear sus golpes se dio cuenta de que necesitaría cambiar de táctica.

—Atácame, también. Kunihiro —serpenteó por la derecha—, no sólo defiendas.

El mencionado sonrió. —Es justo lo que pienso hacer.

De nueva cuenta detuvo el golpe, pareciendo que en verdad contradecía sus palabras con sus acciones. Entonces movió los pies un paso a la izquierda, flexionó el brazo en un ángulo recto y avanzó derribando a Kashuu en el camino y mandando su arma a volar. Se había dado cuenta en algún momento del encuentro, pero su amigo no parecía entregado al cien por ciento en esta batalla; su mente parecía dispersa.

—¿Estás bien? —dijo extendiéndole su brazo en señal de ayuda.

—Lo siento por eso —le avergonzó el hecho de haber durado tan poco tiempo—. Prometo ser un mejor contrincante la próxima vez.

—¿Hay algo que te preocupe? —Kunihiro era muy bueno para descifrar los problemas de los demás— ¿Se trata de Yasusada otra vez?

—¿Qué? ¡No! Espera, ¿cómo que otra vez?

—Bueno —recordó—... la última vez que actuaste así fue cuando él se marchó para entrenar por su propia cuenta. Creí que algo parecido sucedía esta vez.

—No —su vergüenza creció aún más—... no es nada como eso.

Parecía poco creíble y como si se fuera a desmayar en cualquier momento, así que se acercó un poco más preparándose por si su amigo caía frente a sus pies. —¿Seguro? Puedo escucharte si lo deseas. Yo...

—¡Ah! —chilló de dolor. Kunihiro lo había tomado del hombro y no es como que ejerciera mucha fuerza o su toque lastimara, pero justo ahora su piel estaba sensible. Su reacción desconcertó al azabache.

—... Lo siento, mi intención no era lastimarte —dijo sin tener idea de qué sucedía.

—No, no te disculpes. Lo lamento... no he actuado como yo últimamente.

Ahora la preocupación de Kunihiro era mayor y le habría insistido en su necesidad por ser de ayuda, pero... algo era diferente. Kashuu no parecía Kashuu, como él mismo expresó. El amigo de toda la vida que conocía tenía un aire diferente a sus ojos; parecía lejano, fuera de su alcance. Sus mejillas sonrosadas y el temblor de su cuerpo lo hacían parecer frágil y en su mirada podía verse el brillo de algo que no puede ser revelado. Lucía tan inocente y a la vez tan maduro... ¿qué era todo esto? ¿cuál era la palabra que describía aquel sentimiento?

—...Kashuu, tú...

—Lo lamento, Kunihiro. Necesito irme ahora.

Sí, huyó como un cobarde. Tenía que hacerlo o terminaría explotando enfrente suyo, diciendo y haciendo un montón de cosas vergonzosas. ¡Nunca, de nuevo en esta vida! Jugar con fuego era divertido, pero casi se quemaba y lo que consiguió fueron un montón de marcas en la piel y una erección que necesitaba tratar de inmediato. No era por Kunihiro, sino por el cansancio mental y la excitación que sus propias acciones le provocaron.

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[2] Otra referencia de anime, se refiere a cuando alguien espera tanto tiempo que se pudre antes de que cualquier cosa ocurra. En este caso, Kashuu va a plantar setas antes de que alguien le pida jugar y se orilla a sí mismo para tomar la iniciativa.

Feliz Año Nuevo ^^

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