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Con las mejillas sonrosadas y el corazón latiendo a mil por hora Kashuu se arrastró hacia el único lugar donde podría tener un poco de privacidad: la biblioteca. Las cuerdas cernidas sobre su cuerpo y el peso de la ropa lo sofocaban y a tirones tuvo que desnudarse entre las inmensas pilas de libros. El piso era frío por lo que improvisó un tapete para recostarse ahí; respiraba agitadamente y tras colocarse en posición fetal comenzó a retorcerse como poseído por una lujuria insaciable provocada por la sensación de escozor en su piel y la excitación que trajo su propia travesura. Sentía su cuerpo arder y en medio de su delirio se las arregló para recordar uno de tantos libros que se referían a un alivio fugaz, pero efectivo para sus problemas.

La masturbación es algo que jamás había intentado y que hasta cierto punto le hacía sentir culpable por el simple hecho de pensarlo; sin embargo, el bulto que se formó en sus partes bajas parecía no tener intención de querer desaparecer en un largo rato, a menos que hiciera algo al respecto. Con las manos temblando, se las arregló para tomar la base de su miembro y palpar ligeramente. Como esperaba aquel lugar estaba más caliente que el resto de su cuerpo, como si le hubiesen drenado toda la sangre para concentrarla en ese sólo punto y por lo que sabía hasta ahora, los hombres acariciaban de arriba hacia abajo a distintas velocidades así que él, como el inexperto que era no tenía ni la más remota idea de cómo algo tan sencillo y vergonzoso podría sentirse bien, pero nada perdía con intentarlo.

Movió la mano en un vaivén constante e incluso meneó las caderas hasta que por fin sus músculos se contrajeron y relajaron mientras de su miembro se derramaba un líquido blanquecino que caía sobre su entrepierna. Aquella sensación le hizo sentir incómodo, mas no estaba seguro si era por el hecho de saberse sucio o por la culpa de cometer actos indecorosos.

En primer lugar, nada de esto habría sucedido de no ser por la brillante idea de atarse a sí mismo e ir por allí actuando como si nada. Entonces comenzó a preguntarse qué demonios estaba haciendo, pues seguramente la intención del Amo no era verle centrado en un montón de perversidades que bien podían dejarse de largo para centrarse en otros temas de estudio como las ciencias, la historia o el arte. Algo tenía que estar mal con él, pues mirase donde fuera todo lo que veía se relacionaba de una u otra forma con la sexualidad y eso no era posible, ¿cierto? Ni siquiera terminaba de comprender porqué se masturbaba cuando ni siquiera tenía la experiencia de su primer beso. Aunque por supuesto, para eso se necesitaban dos personas.

Se convertía en un desastre andante, pero esperaba al menos haberse retirado antes de que Kunihiro descubriera lo que cruzaba por su mente en el momento de su entrenamiento. Gracias a eso, comprendió que no podía escapar de lo que sabía y tampoco tenía por qué involucrar a otros en sus locuras. Tendría que hacer el intento y guardarlo todo en su corazón; reservarlo para aquellos momentos donde nadie le viera ni pudiese juzgarle. De esa manera podría volver donde su amigo y ofrecer una disculpa sincera, aunque primero necesitaba ir al baño y limpiar toda evidencia de lo que había estado haciendo hasta ahora. No habría problema, pues nadie tomaba baños entre las diez de la mañana y la una de la tarde.

Como castigo a sus propios actos se vio obligado a vestirse nuevamente con las ropas donde yacía recostado, que estaban arrugadas, sudadas y le lastimaban sobre las rozaduras que hicieron las cuerdas sobre su piel; sigilosamente se escurrió entre los pasillos hasta dar con su toalla en la habitación que compartía con Yasusada y luego fue capaz de fingir con quienes se encontraba diciendo que se sentía agotado y adolorido por el entrenamiento de la mañana. Incluso Kunihiro podría decir que Kashuu no se hallaba en su mejor forma, si es que se topaban de frente.

Llegó al enorme baño tan rápido como le fue posible y se aseguró de que nadie le viera mientras se desvestía y tallaba sobre su cuerpo. Por suerte y como había planeado, nadie más se encontraba allí y pudo relajarse hasta que por fin se sumergió en la tina de lo que se asemejaba bastante a unos baños públicos capaces de resistir hasta diez personas al mismo tiempo. Toda evidencia de lo sucedido había desaparecido por la alcantarilla y ahora podría relajarse y disfrutar del resto de su baño sin preocupaciones.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2019 ⏰

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