"El fracaso fortifica a los fuertes" Antoine de Saint-Exupéry
¿Qué más daba si Sebastian, ahora mejor llamado Segundo le caía bien?, no tenía mucho que ofrecerle, se había sumido en el amor puro y verdadero que creció dentro de ella y solo quería disfrutarlo sin pensar en que un chico que parecía buena persona tenía intención de mantener mas que una amistad con ella.
Llegó a casa entre risas y conversaciones tranquilas, Segundo se despidió sin más ambición que un beso en la mejilla de la joven que con una sonrisa cerró la puerta y trató de no pensar mucho en su Sebastian, ¿qué estará haciendo ahora?, se preguntó como todas las noches sin muchas ideas mas que estarse follando a una mujer mayor que ella quien no tenía la más mínima idea de cómo ese hombre encantador trataba a las mujeres que se entregaban en cuerpo y alma a él, rememoró aquella conversación que tuvo con su amiga la cual era demasiado cercana a la ex de Sebastian, a ella también le había hecho cosas horribles pero el universo conspiró para que Julieta siguiera aquel camino a un precipicio, ese que su amado le dio el último empujón hacia la caída libre que experimentaba ahora. ¿Cuándo iba a tocar fondo?, sollozó unos minutos tratando de sacar la amargura y desilusión de su corazón, pero era en vano.
No importaba que fuera una mujer que creía en los pensamientos positivos, ahora no los tenía y quizás el universo tomaba toda la angustia y dolor transformándolos en negativismo volcado hacia su vida, ¿por qué?, ¿por qué no pudo ser una buena experiencia?, le dio todo, lo amaba tanto y él no vio mas allá de su piel.
No importaba lo que creyeran las demás personas de su círculo íntimo, Julieta no sentía que fuese inteligente, extrovertida, bondadosa etc....Julieta era una mierda, un desecho social.
Al visitar a su psicóloga pudo entender que tan mal estaba, podría entrar en una depresión profunda en un abrir y cerrar de ojos, ¿por qué Sebastian estaba feliz de la vida con una mujer mayor sin una pizca de remordimiento ante lo que hizo?, ese amor unilateral que hizo crecer en ella era lo único que la mantenía activa en esos momentos donde solo quería tirarse en la cama a dejar la vida pasar.
"Injusto" era la palabra que más resonaba dentro de su mente, pero al verse al espejo todas las palabras hirientes que Sebastián le propinó hacían que su autoestima bajara más y más, como un ascensor a los confines más oscuros del infierno, Sebastian no apreció su belleza física, ahora ella tampoco, se miró los pies y se horrorizó antes de entrar a la ducha.
Tendría que ir dos veces por semana, ¿podría enviarle la cuenta de la terapia al amor de su vida?, después de todo el rostro de su psicóloga que trataba de mantenerse sereno al escucharla se sentía frío, duro. Detestó poder ver más allá de sus facciones y sentir el ambiente tan devastador.
Julieta hablaba de todo lo que ella hizo mal con una verborragia inesperada y contó solo las acciones y los múltiples engaños de Sebastian disfrazados de "no somos nada serio" después de diez meses de salir juntos, se echó toda la culpa, le confesó a su psicóloga cuanto se odiaba físicamente.
Alicia solo escuchaba y escuchaba pero cuando Julieta elevó los ojos para encontrarse con los de ella pudo ver más allá de las arrugas leves de la psicóloga la sensación de que se había roto la coraza que una vez la licenciada ayudó a construir cuando Julieta era pequeña, una que no sería fácil recomponer ya que el gran aliado de la autoestima de aquella niña con capacidades físicas limitadas fue su padre el cual ya no estaba alentando cada paso de la joven que con mucha vergüenza se enjugaba las lagrimas sentada en aquel sillón.
-Hablar de lo sucedido te alivia un poco, ¿no es cierto?
Musitó la mujer mientras que la castaña se incorporaba tratando de serenarse, era la primera vez que le dolía el pecho de tanto llorar.
-Ya le conté a algunos amigos.
Dijo Julieta con cara de pocos amigos, aunque en la realidad era todo lo contrario.
- ¿Ya le contaste a Leo y a Marcia?
La negativa de la chica ante esa pregunta hizo que Alicia hiciera un mohín anotándolo en sus apuntes, eran sus primeros mejores amigos, pero ella trataba de no confesarles que tenían razón, que ellos intuyeron que nada iba bien desde hacía tiempo y ahora que Sebastián la abandonó se daba cuenta.
-No te tortures más, vamos a tener sesiones de nuevo, vas a desahogarte y trataremos de seguir adelante, ¿sí?¡ Cuanto has crecido!, ya no eres aquella niñita con miedo a los monstruos en la oscuridad.
La observación hizo soltar una risita sin ganas a Julieta miró hacia el suelo con vergüenza, no quería imaginar que pensaba Alicia porque no importaba lo profesional que fuera, la conocía desde pequeña, quiso darle un abrazo porque fue la primera persona que escuchó parte de sus vivencias en silencio y sin criticar nada, pero no lo hizo, tenía que mantener el afecto a raya o cambiar de psicóloga.
De regreso a casa subió a la terraza junto con su laptop y comenzó a corregir el borrador que iba a subir esa noche sonriendo para sus adentros porque sabía que escribir era lo único de lo que Sebastián no se había pronunciado negativamente, salvo aquellas veces en que no subía nada de nada por alguna razón.
"El Maestro del Sonido" los uniría siempre, él fue su muso inspirador.
- ¿Qué haces?
Julieta se dio la vuelta y vio a Santiago, aquel chico politólogo amigo de Anita, su compañera de casa.
-No te importa a ti.
Musitó y se colocó mas encima de la pantalla ocultando lo escrito.
-Es gracioso porque tanto Anita como Camila hablan de lo amable y graciosa que eres, pero cada vez que trato de entablar una conversación contigo me miras como echando fuego por los ojos.
Julieta bufó y lo miró con desafío.
-El otro día estaba pintando, me estorbaba la gente, disculpa.
- ¿Ahora escribes algo para la facultad?
La joven suspiró y cerró los ojos a espaldas del chico.
-Si.
Mintió y cerró la tapa de su computadora portátil.
- ¿Te vas?
Preguntó Santiago y Julieta se fijó que era casi tan alto como Sebastian, quitó ese pensamiento de inmediato y observó su cabello castaño claro, casi dorado con los pocos rayos del sol invernal.
-Tengo una cita.
Dijo en voz alta, invitaría a Segundo para cenar cerca de casa, le agradó mucho más la última vez que le vio.
-Pensé que salías de una ruptura.
Enseguida que escuchó aquello el joven supo que no debió decirlo, pero era tarde, Julieta bajaba la escalera tan rápido como sus pies le permitieron.
-No, nunca tuve ninguna ruptura, a mi me abandonaron, eres muy entrometido para ser un licenciado en ciencias políticas, deberías haber estudiado psicología o comunicación.
Murmuró Julieta entre dientes, ¿por qué razón ese tipo la irritaba tanto?
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Disculpen la fatal demora en actualizar, entre los trabajos que tengo y terminar las últimas materias de la universidad no he tenido tiempo para dar con el problema que me impedía subir un capítulo y que se viera.
Espero sus comentarios.
Julieta.
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La Maestra del Silencio
ChickLitJulieta es una joven estudiante de abogacía con persistentes sueños de cambiar el mundo. Astuta, ansiosa, filantrópica, feminista, gran devoradora de libros y con creencias filosóficas sumamente definidas trata de construir su propio universo el cu...