♡ Cinque ♡

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Unos fuertes golpes en la puerta interrumpieron el proceso de dibujo de Olivia, pensó que se trataba de su mamá anunciándole que la cena estaba lista, se puso de pie y abrió la puerta blanca, para su sorpresa se trataba de Timothée.

-¿Ocupas algo? –le dijo acomodándose su cabello despeinado, restregó sus manos contra la mezclilla de su pantalón ya que estaban manchadas de grafito.

-¿Dónde está tu televisión? –pregunto el chico de mirada felina y nariz perfecta.

-¿Televisión? –azotando la puerta en su cara la chica volvió a su cama para retomar su dibujo. Los golpes en la puerta no se hicieron esperar de nuevo y esta vez con más insistencia, se volvió a poner de pie y entre su librero busco un libro de uno de sus poetas favoritos, abrió la puerta y se lo entrego, la pasta decía Charles Bukowski.

-No tenemos televisión – le dijo para volver a cerrar la puerta en su cara.

Les contare otro secreto de Oli le encanta mentir, cada que tiene oportunidad lo hace, practicaba su actuación frente su espejo y cada día se convencía mas de que podía ser una sociópata en potencia. Mintió, la familia D'angelo si tenía televisor, solo que ningún miembro de la familia lo usaba, se encontraba en el estudio de su padre, cubierta por una sábana blanca. Ahora esa deseada televisión por el joven Timothée servía de portavasos para el señor D'angelo.

Olivia tomo su diario y escribió.

"No se viene a Italia a ver televisión, estúpido francés"

La mañana parecía ser un día normal como cualquiera, pájaros cantando, briza veraniega, el olor a expresso para el desayuno. Después de una larga ducha tomo de su closet lo primero que encontró, desenredo un poco su cabello y bajo a reunirse con el resto en el patio donde estaban sirviendo el desayuno.

-Buongiorno – todos saludaron excepto el joven, el único lugar disponible era frente a él, así que tomo asiento sin discutir. "Solo intenta no hacer contacto visual", se centró en la conversación de los mayores que se ponían al tanto de todo lo que habían hecho durante todos esos años que no se vieron, Gina sirvió el plato de la joven.

Timothée no dejaba de ver a Olivia, ignoraba lo que ocurriera a su alrededor solo existía ella, la analizaba, Olivia le dio una mordida a su tostada pero al notar que Timothée no le despegaba la mirada pensó que tenía migajas de pan en su cara, rápidamente tomo su servilleta y cubrió su boca tratando de quitar cualquier migaja para que el chico dejara de verla por una buena vez, al ver que no funcionaba opto por dejar de comer. Le quito el apetito ser objeto de investigación. Los mayores se levantaron de la mesa para recorrer los huertos de la villa, dejando a nuestros dos jóvenes a solas, con la promesa de que los alcanzarían en los limoneros. 

Il mio amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora