♡ Sei ♡

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-¿Qué mierda ves? Acaso no tienes modales – le exclamo retadoramente la joven, Timothée sonrió, aceptando el desafío.

-Estoy tratando de averiguar quién es el idiota que trato suicidarse en el ático, y hasta ahora tu eres mi principal sospechosa – llevo su cuchara al frasco de mermelada de melocotón, tomando un poco se llevó la cuchara a la boca. Acaso el chico era más listo de lo que pensaba Oli, como había sido tan tonta al dejar evidencia de lo que había intentado hacer. Se quedó sin palabras y empezó a temblar, que tal si Timothée le contaba a sus padres la mandarían a un internado o peor aún, un manicomio. La joven se levantó de la silla y miro con resentimiento al joven que la acababa de descubrir, estaba lista para huir, pero el joven tomo su muñeca evitando que se fuera tan fácilmente.

-Michela mírame – la chica se reusaba a mirar a su verdugo, pero el insistía cada vez más –No arruines más mi verano – Olivia logro zafarse y camino a paso rápido a donde quiera que se sintiera segura. Era definitivo lo odiaba.

Sin más que decir Timothée se dirigió a los limoneros, donde el señor D'angelo estaba dando una demostración de cómo identificar los limones maduros. Todo eso le parecía aburrido al joven, la señora D'angelo lo noto.

-¿Qué te parece Vernazza? – dijo la señora D'angelo tomando el hombro del joven.

-Es linda – dijo en tono amable.

-No tienes que fingir que te gusta, te he visto en estos días, ¿aburrido? Verdad.

A Timothée se le caía la cara de la vergüenza, no podía negarlo, el lugar era lindo pero prefería estar mil veces más en Nueva york.

-Solo dale la oportunidad – termino de decir la señora D'angelo, dejándolo solo con sus pensamientos.

Al día siguiente se dispuso a conocer Vernazza por su propia cuenta, en su mochila metió lo necesario para el viaje, una pequeña libreta de apuntes, cámara fotográfica, una colación y el libro de poesía de Olivia. Tomo el capuccino con Gina y Camilo en la cocina rustica. Partió en una de las bicicletas del cobertizo hacia el pueblo. Paso todo el día fuera, nadie se preocupó por él, ya que Vernazza es un lugar seguro. Oli estaba en la cocina ayudando a Gina con la cena, no perdía la oportunidad de echar un vistazo de vez en cuando a al portón.

-Timothée aún no vuelve – decía Oli en tono preocupado, mirando por la ventana que daba al patio.

-Lo sé – Gina respondía indiferente mientras lavaba los tomates para la salsa de la pasta.

-Le diré a Camilo que vaya a buscarlo – Oli restregó sus manos llenas de harina contra el mandil.

A lo que la anciana napolitana la detuvo.

-¿Es guapo verdad? –sonriendo, acaricio el cabello de Oli-He visto como lo miras en cada desayuno, no pretendas que lo odias, no apagues la llama que apenas está naciendo o te quemaras.

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Il mio amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora