El vecino de atrás/ Desbordando sentimientos

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Mi respiración está agitada, pedaleo por las calles de subida, casi no hay viento. La mañana está calurosa. El jean que me puse hace que transpire, la gorra no deja que el poco aire que hay entre, esta pechera me mata. ¡¡No soporto este trabajo!!

Freno la bicicleta para entregar el paquete en una casa extremadamente fina. Es tan difícil ser cartero. Por las cartas no hay problema, el problema son los paquetes, soy una pésima repartidora. Mi inspiración es una imagen mental de como se vería Ryan en una de esas bicicletas repartiendo paquetes, sería como un: "Belleza, llegó tu paquete, firma aquí" o "Hermano, recibe tu encargo" .

Ryan transpirando después de una subida... Mucha distracción. Toqué el timbre y, esperando, me sequé la transpiración con una toalla de mano que llevaba en el bolso. Un jovencito abrió la puerta

-Nene ¿está tu mami?-. Trate de sonar lo más calmado y amable que pude. Me agaché para mirarlo a la cara.

-Si, espere un rato-. Cerró la puerta y me levanté con un suspiro.

Saqué la carta y el paquete que tenía que entregar y tome un gran trago de agua.

-Disculpe por hacerla esperar-. Salió una señora que parece señorita.

-No esperé mucho-. Extendí el paquete, la carta y el papel que tenía que firmar. Lo miró y firmó el papel con una lápiz pasta que le di.

Me despedí amablemente y me subí a la bicicleta. Suspire

-¡Ah...! Este era mi última entrega del día-. Sentí el aire que me daba en la cara. Ya estoy de bajada.

-Lenta-. Miré al lado y vi al genial y sexy Ryan.

-Eso lo veremos-. Empecé a pedalear lo más rápido que pude, soy buena en los deportes.

Llegamos al edificio y guardamos las bicicletas en un garaje especial para bicicletas. Entramos y dejamos los papeles en la oficina.

-Este es el peor trabajo que pude haber tenido-. Me quité la pechera y la gorra.

En este trabajo hay un solo camerino, por un lado para hombres...y por otro lado para otros hombres. Soy la única mujer en este trabajo. Las taquillas separan un espacio de otro, me dieron un espacio. A la vuelta está Ryan, es divertidísimo hablar así. Me cambié de polo

-Agradece que no transpiras como hombre-. Me reí levemente. Me podía imaginar a él cambiándose el polo.

-Que bueno que soy mujer-. Cerré mi taquilla.

-¿Quieres que te acompañe a casa?-. Negué por el hecho de que tenía que comprar algo antes de irme.

Nos despedimos y me fui a la farmacia. Tengo una tía que es farmacéutica, me dijo que me apoyaría en los gastos de la casa por el incendio. Entré y la busqué con la mirada. Me vio y agitó la mano para que me viera.

Mi tía Cedalia o Dali, como le decimos, es una señora no tan vieja, tiene unos rasgos de debilidad tremendos, es castaña y delgada.

-Linda, te ves hermosa-. Hice una sonrisa como diciéndole : "¿me veo hermosa después de sudar como caballo?".

Me entregó una tarjeta de un pintor amigo de ella que le debía un trabajo. Me dijo que lo contactara a nombre de ella y que no me debía preocupar por el dinero.

Me despedí de ella y salí por el ventanal corredizo de la farmacia.

-¿Estás enferma o algo así?-. Negué mirando para abajo. Por su voz sabía que era Ryan

-No, solo me estoy muriendo, tengo cáncer al páncreas-. Vi su expresión boquiabierta.

-¿E...en serio?-. Solté una gran risotada y le di un golpe en la espalda

STILL, I LIKE YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora