Capítulo 3

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La ambulancia llegó y los paramédicos bajaron. En una camilla subieron el cuerpo de Alfred y, cuando le preguntaron a la [Nacionalidad] si los acompañaba, esta no lo pensó dos veces y se subió al vehículo junto con su amigo.

Cuando llegaron al hospital, ingresaron al americano a emergencias y [Nombre] estuvo esperando alrededor de una hora en la sala de espera para saber el estado de su amigo lo más pronto posible. Estaba realmente preocupada y lo nervios la estaban matando.

— ¿Señorita [Nombre][Apellido]?— Preguntó una enfermera saliendo de la zona de emergencias del hospital

—Soy yo— Reaccionó rápido la universitaria mientras se levantaba de su asiento — ¿Alfred está bien?

—Así es. Está preguntando por usted, puede pasar— Dijo la mujer con una sonrisa.

La joven agradeció y sin esperar más ingresó a la habitación encontrándose a su vecino un tanto cansado pero, como siempre, sonriente.


Mientras tanto en casa de Jones, para ser más exactos en su habitación, se encontraban los tres oficiales intentando buscar alguna pista de la señora Willson y su paradero.

— ¿Que mierda acaba de pasar?— Preguntó el italiano

—No estoy muy seguro, pero podremos sacar algo si el muchacho recuerda lo que pasó antes de terminar herido e inconsciente— Habló el alemán.

— ¿Te refieres a si tiene algún recuerdo de la viuda?— Cuestionó Zwingli un tanto confundido

—Exactamente—


Por otra parte, el americano y la muchacha se encontraban conversando en la habitación del hospital.

—Alfred, ¿qué fue lo que ocurrió?— Preguntó ella curiosa y preocupada.

—No recuerdo muy bien, la enfermera dice que me han puesto siete puntos en la cabeza— Comentó el rubio tocándose la zona mencionada.

—Entonces no recuerdas absolutamente nada— Dijo la chica agachando la cabeza, pero volviéndola a levantar con una sonrisa —Igual me alegro de que te encuentres bien—

—Gracias— Correspondió la sonrisa él también —Pero recuerdo algo, muy borroso, pero recuerdo algo— Hizo una pausa —Llegué a mi casa algo tarde, pero todo el camino pude notar que hubo un auto que siguió mi mismo rumbo. Luego de una par de horas de haber llegado, una señora toca el timbre, pero de ahí no recuerdo más— Dijo frotándose las sienes.

— ¿Cómo era la señora?— Preguntó ella con paciencia pero ansiosa.

—Me saludó, tenía manos pequeñas y una blusa color salmón— Comentó —Y los labios muy pintados— Agregó haciendo una mueca de disgusto.

La muchacha rió por aquel gesto sacándola otra sonrisa a su amigo.

—Disculpe— Habló una enfermera abriendo apenas la puerta de la habitación —El horario de visitas está por terminar, el señor Jones tendrá que quedarse otra noche para prevenir cualquier inconveniente con respecto a sus heridas— Mencionó con amabilidad.

—Claro, gracias— Respondió la [Nacionalidad] para devolverle la mirada al chico —Mañana me llamas cuando te den el alta y te vengo a buscar, ¿vale?— Le propuso.

—Vale— Sonrió este.

La chica le palmeó un par de veces el hombro y se retiró del cuarto. Ya afuera soltó un largo suspiro y comenzó a caminar hacia la salida del hospital. En el primer piso de este, exactamente en la recepción, se encontraba un hombre de traje hablando con la secretaria que, de buen humor, no parecía.

¿Quieres algo de tomar? - Romano x lectora - HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora