Capítulo 2

205 29 4
                                    

—Y bien, ¿forense? — Preguntó el policía más alto ingresando a la morgue del lugar

—Teniente Beilschmidt, no pensé que vendría tan rápido— Se sorprendió el hombre ante la presencia del alemán y de los otros dos policías encargados del caso de la muerte del señor Willson.

—No fue exactamente rápido, pero aquí estoy, ¿alguna otra información importante de la víctima? — Habló el oji azul

—Pues en definitiva las manos que lo ahorcaron eran de mujer, no creo que un hombre se pinte la uñas— Declaró el forense lo último como una comentario para sí mismo —Sin embargo no hemos logrado encontrar huellas en el cuello del muerto—

—Uñas pintadas— Repitió Zwingli — ¿Cómo podrían saberlo?—

—Pues en el cuello de la víctima había esmalte de uñas color rojo—

—La esposa tenía las uñas pintadas de rojo— Comentó Vargas

—Y la dejamos ir hace dos horas— Continuó Beilschmidt llevando su mano a la frente sintiéndose algo estúpido.

— ¡Maldición!— Se quejó el italiano apretando los puños.

—Zwingli, Vargas, nos vamos a la casa de la esposa, ¡rápido!— Habló apresurado Beilschmidt

Los tres oficiales se encaminaron lo más rápido que pudieron a la casa de la señora Willson, probablemente causando un poco de desastre en las autopistas en su camino. Sin embargo, al llegar al lugar no había nadie, y el carro de la señora tampoco estaba. Estresados volvieron a la base de datos en la estación central a intentar rastrear a la mujer, ya que por suerte, Vargas había memorizado el número de matrícula del carro de esta.

—No, el carro no tiene ningún rastreador. Ya lo busqué y no aparece por ningún lado— Comentó Zwingli derrotado luego de unos minutos de intento de búsqueda

— ¿Y ahora?— Preguntó perdido Beilschmidt al aire.

El silencio entre los tres policías reinó hasta que una voz en la estación central rompió con la tranquilidad del ambiente.

— ¡Ayúdenme, por favor! Quiero reportar a un desaparecido, ¡es urgente!— Exclamó una joven entrando desesperada a la base, llegando de una aparente carrera hasta el lugar.

— ¿[Apellido]? — Vargas logró reconocer la muchacha que fue interrogada el día anterior — ¿Qué ocurre? —

Al ver al italiano, la chica se tranquilizó un poco, sin embargo, su rostro seguía siendo de preocupación —Es Alfred, no aparece por ningún lado y no contesta su teléfono—

—Probablemente esté en algún restaurante comiendo hamburguesas— Comentó restándole importancia el aparente italiano

—No entiendes, ¡ya lo busqué por toda la ciudad! — Se desesperó la chica

—Mira, es [Apellido] — Interrumpió Beilschmidt llegando con Zwingli.

—Tómenselo en serio, estoy segura que algo malo está pasando— Insistió ella

— ¿Qué ocurre? — Preguntaron algo perdido a coro los rubios

—Dice que su amigo ha desaparecido— Comentó Vargas

— ¿Jones?, ¿el de la otra vez? — Dijo el alemán

La muchacha notó que poco a poco comenzaban a olvidarse de su presencia, por lo que en silencio tomó del brazo al italiano y de manera un tanto busca comenzó a llevarlo hasta la casa de su amigo, con los otros dos policías siguiéndolos detrás riéndose de la escena. Una vez que llegaron a su destino, la [Nacionalidad] abrió la puerta, dando a conocer el completo desastre que había ahí dentro. Los policías se pusieron serios finalmente.

— ¿Es tu casa? — Pregunto el de ojos oliva viendo los muebles tirados y las paredes rasgadas.

—No, es la de Alfred— Respondió la muchacha

— ¿Entonces por qué tienes sus llaves? — Preguntó Vargas

—Por si nos ocurre algo tenemos las copias del otro— Respondió ella un tanto avergonzada.

—Eso es estúpido— Comentó al aire aun observando el lugar el alemán.

—Hoy Alfred no fue a clases— Continuó ella ignorando el comentario del mayor.

—Ya lo buscaste, no sé, ¿en algún restaurante?, probablemente esté comiendo hamburguesas por ahí— Habló Zwingli recibiendo un mirada aprobatoria por parte del de cabello marrón.

— ¿Tú también? — Preguntó algo irritada la universitaria — ¡Ya lo busqué por toda la ciudad! Respondió ella desesperada

-Oh, oh- Susurró Vargas pensando la situación mientras miraba al suelo un tanto preocupado

— ¿Oh, oh qué? — Preguntó la chica temiendo por su amigo — ¿Qué ocurre? —

—No estoy muy seguro, pero lo estaré si vamos al restaurante de la escena del crimen- Dijo saliendo se la casa encaminándose al lugar mencionado

Los otros tres lo siguieron un tanto dudosos.

Al llegar, Vargas preguntó unas cuantas cosas a la chica que atendía en el mostrador, luego volvió con los oficiales y la chica y comenzó a hablar para quienes esperaban expectantes su explicación del porqué habían vuelto a la escena del crimen.

—Le he preguntado a la chica si es que alguien había venido a preguntar acerca de los clientes el día del asesinato— Comentó Vargas

— ¿Y?— Preguntaron los otros tres graciosamente a coro.

—Que sí, una mujer— Respondió con algo de temor

—La viuda— Susurró Beilschmidt sin querer creerse sus propias palabras.

—No entiendo, ¿qué pasó?, ¿qué tiene eso que ver con Alfred?— Preguntó preocupada la [Nacionalidad]

—La asesina del señor que encontraste hace unos días, es su esposa— Explicó Zwingli

— ¿Y? ¿Qué tiene eso que ver con Alfred?— Remarcó su pregunta la muchacha

—Antes de saber que la señora Willson era la culpable le comentamos que unos testigos nos habían llevado hasta ella— Habló esta vez Vargas

— ¿¡Y!?— Exclamó alterada [Nombre] esta vez, no entendía a dónde iba a parar eso.

—Que la viuda debe pensar que la persona que nos lo dijo todo fue tu amigo— Terminó Beilschmidt dejando todo en claro

La muchacha se quedó callada. La única persona que tenía podía estar en problemas. — ¿Lo van a encontrar?— Susurró ella con la respiración agitada — ¿Lo van a encontrar, verdad?—

—Haremos todo lo posible— Dijo Vargas para volver a casa de Jones a buscar más pistas si era posible. Los otros tres le siguieron el paso

Los tres policías se encontraban buscando algo que les diera un indicio más, qué era lo que había ocurrido. Mientras, la chica los miraba de lejos, y sin decir nada subió a la habitación de Alfred arrastrando sus pasos

Vargas estuvo a punto de detenerla, pero solo la vio marcharse. Intercambio miradas con sus compañeros hasta que oyeron un grito de terror de la chica desde el piso de arriba.

Rápidamente los tres oficiales subieron al cuarto. El panorama fue una sorpresa. En el suelo se encontraba la [Nacionalidad] con el cuerpo ensangrentado de su amigo en sus brazos. Ella volteó a verlos aterrada

Zwingli se acercó y le tomó el pulso —Aún vive— Afirmó el de ojos menta

Beilschmidt no esperó más y llamó a una ambulancia.

¿Quieres algo de tomar? - Romano x lectora - HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora