ु❀ Lo siento muchísimo.

474 46 23
                                    

-¡JunOh! -Oí a Jaebum llamarme desde el salón, con su tan dulce voz.
-¡Dime, cielo! -Repliqué, yendo en su dirección.

El día anterior había sido extraño. Por algún motivo había terminado preguntando a Johnny si aún me quería y, lo cual era aún peor, me había alegrado al oír una respuesta afirmativa saliendo de sus labios. Sonaba extraño, desde luego, pero lo peor era pensar en cómo el resto de la tarde había transcurrido como si nada hubiese ocurrido, como si no supiese que aún me amaba como yo solía amarle a él.
“Porque ya no le amo... ¿no?”

-JunOh. Estás en las nubes. -Oí que decía mi pareja, sonriente.

Sacudí con suavidad la cabeza y me di un par de palmadas en ambas mejillas con las dos manos, cerrando los ojos por un instante.

-¡Perdón! Es que estoy dormida aún. -Me excusé, con tranquilidad, y me aproximé luego a él para sentarme sobre su regazo.- ¿Qué pasa?

Sus brazos rodearon mi cuerpo y me apegaron al suyo, con cariño. ¿Por qué? ¿Qué me pasaba? Nada. No sentía nada.

-Te iba a decir si querías ir a comer fuera hoy. -Ofreció, besándome la mejilla.
-¡Por mí bien! Sabes que soy la mayor fan que existe de la comida.

“Pero no la tuya”, algo dijo en mi cabeza. Aunque logré quitarme el pensamiento de encima con bastante rapidez, no entendía mi propio modo de actuar. Le quería, y estaba segura de ello. Quería estarlo.

-Entonces vamos a vestirnos.

Me levantó con cuidado, buscando hacer que me pusiese en pie, para luego erguirse él también y caminar a mi lado en dirección a la habitación. Comenzamos entonces a hablar con tranquilidad sobre el trabajo mientras yo, con cierta desesperación, buscaba fingir estar bien; sin embargo, daba igual cuánto lo ocultase, me sentía confusa y desorientada.

-¿Vamos a ir a algún sitio formal o algo más cotidiano? -Inquirí, mirándole.
-Formal, quizás. Hay un restaurante italiano maravilloso al que llevo un tiempo queriendo ir.
-¿No va a ser muy caro?
-He ahorrado un poco.

Era realmente dulce y bueno conmigo, pero de repente no sentía la misma alegría que solía sentir cuando me hablaba o me miraba, y no comprendía el porqué.

-Gracias, cielo. -Dije, sonriente, y le besé la mejilla.

Me sentía una mentirosa, pero temía perderle. Me había ayudado a recomponerme y, aunque estuviese dudando, sabía que le quería, porque era lo lógico.

-No me las des. Lo hago porque te quiero.
-Y yo a ti.

¿Por qué seguía callando de aquel modo? ¿Por qué no le confesaba cómo me sentía? Estaba siendo egoísta y cobarde, y aun sabiéndolo me veía incapaz de decir nada al respecto.
Volvimos a charlar mientras nos vestíamos, pero cada segundo me parecía eterno. Hablar con él no era tan entretenido como de costumbre, ni me hacía tan feliz como antes; de repente, mis palabras estaban vacías y mi corazón también.

-¿Vamos? -Inquirió, extendiéndome la mano, una vez ambos estuvimos preparados.
-Claro. -Repliqué, sonriendo, mientras mis dedos se encontraban con los suyos.

Nada. Seguía sin sentir nada.
En cuanto salimos de casa caminamos sin prisa en dirección al restaurante italiano que Jaebum había mencionado, ahora conversando sobre uno de sus compañeros de trabajo. Al llegar nos sentamos en una de las mesas libres y pedimos al camarero un par de platos de espaguetis a la boloñesa, que no tardaron demasiado en servirnos.
La comida terminó pronto, pero decidimos ir a dar un paseo antes de que Jaebum tuviese que irse al trabajo. Aunque los domingos y los lunes eran, por cuestiones de horario, mis días libres, él tenía que ir a la oficina por la tarde y solo podíamos estar juntos por la mañana; por primera vez desde que le había conocido, lo agradecía.

En cuanto dieron las tres y media volvimos a casa y Jaebum se preparó para ir al trabajo, con parsimonia. Me crucé de piernas sobre la cama y, sin pensármelo demasiado, hablé.

-Espero poder quedar con alguien hoy... No me apetece estar sola.
-Es una pena que no pueda quedarme... -Replicó, torciendo el gesto.
-Ya... Ojalá pudieses. -Mentir. Eso hacía.
-Bueno... Eso no va a pasar, para mi desgracia, así que tengo que irme. -Depositó entonces un beso sobre la comisura de mis labios y, aunque correspondí, me sentí ridícula.- Te quiero.
-Y yo a ti.

En cuanto se fue, si bien no entendía por qué, me eché a llorar. Me sentía frustrada y asquerosa, una novia deleznable cuanto menos, pero sobre todo, idiota. ¿Por qué seguía así? ¿Por qué seguía amándole? ¿Por qué verle un solo día había logrado torcer por completo mi mundo? ¿Por qué fingía que no le amaba?
¿Por qué estaba mandándole un mensaje para que viniese a hacerme compañía? Imbécil. Eso era.

ʚ♡ɞ

-JunOh, ¿me vas a abrir? -Inquirió Johnny, al otro lado de la puerta.
-¡Ya te he dicho que tienes que adivinar la contraseña si quieres pasar!

El motivo por el cual hacía aquello no era molestarle, ni tampoco evitar que entrase; aunque no pensase confesarlo, me hacía feliz jugar de aquel modo con él.

-Pues... -Dijo, quedándose en silencio luego.- ¡Ya sé!
-A ver, dime.

Aproveché entonces para echar un vistazo a través de la mirilla y verle hablar, disfrutando en silencio lo atractivo que me parecía.

-Johnny huele mal. -Soltó, con tranquilidad.
-No es la contraseña, pero te voy a dejar entrar porque me ha hecho gracia. -Cedí, riendo.

Quité entonces los cerrojos y abrí la puerta, encontrándome con la enorme figura del muchacho ante mí. Si no me equivocaba al pensar algo así (y sabía que no), ya me había sonrojado.

-¿Pasa algo? Te noto... Roja. -Dijo, sonriendo de lado.
-Eres tonto. Tontísimo.

No podía cometer ninguna estupidez. No pensaba serle infiel a Jaebum, aunque algo en mí me dijese que era una buena opción.

-Anda, pasa. -Le dije, dejándole entrar.

No tardó a penas en dirigirse a la cocina, lo cual no me parecía sorprendente, y, como ya esperaba, le oí rebuscando entre los armarios antes de haber logrado siquiera cerrar la puerta.

-¡Johnny! ¡Que te mato! -Exclamé, corriendo en su dirección.
-¡Atrévete a intentarlo! -Replicó, con absoluta confianza.

Cuando entré le encontré con una bolsa de snacks en las manos, comiendo con parsimonia, sentado en una de las sillas.

-No te aguanto. Eso es mío. -Le reproché, haciendo un mohín.
-Ahora ya no.

No me apetecía mover una silla, de modo que terminé sentándome sobre la mesa y echando la mano a la bolsa que Johnny sostenía, para comer con él.

-¿No existen las sillas para ti? -Inquirió, sonriente.
-Ahora ya no. -Repliqué, con sorna, y seguí comiendo.

En cuanto empezamos a hablar, me di cuenta de lo divertido que era charlar con él, pues no hablaba de sus horarios en la oficina, o de sus aburridos compañeros y sus esposas. ¿Por qué le comparaba con Jaebum?

-Y... -Masculló, un tanto incómodo de repente.- ¿Qué tal con Jaebum?
-¿Eh? -Carraspeé, sorprendida.- Uh... ¿Bien?

Ahí empezaban a salir a la luz mis dudas e inseguridades.

-¿Por qué ha sonado a tono de pregunta?
-Porque lo era. -Espeté, sincera.

“Ah, diablos.”, pensé. “Esto va a ser terrible para mí, para Johnny, para Jaebum y para mi vida en general. Lo siento muchísimo por ser así, Bum.”

Para ti. ✎ Johnny 「NCT」 fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora