ु❀ ¿Es esto en serio?

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Me temblaban las manos. Oí la puerta de entrada abrirse desde la habitación y, a medida que el sonido de sus pasos parecía aproximarse a mi posición, sentía el nerviosismo crecer bajo mi pecho. Había entrenado mentalmente cientos de veces para aquel momento, pero parecía no haber servido de nada; en cuanto le vi frente a mí sentí que olvidaba todos mis planes y que me quedaba sola, sola ante una tempestad que no sabía combatir. No era tiempo de titubear o de temer las consecuencias, pero encontrar el valor para actuar era complicado. Por algún motivo le vi parado en el marco de la puerta, apoyado en este, mirándome, sin pasar; parecía compungido. Nos observamos en silencio por un par de segundos y, sin esperarnos ninguno las palabras del otro, dejamos escapar al unísono un cansado: "tenemos que hablar". Se aproximó entonces a mí y se sentó en la cama, a mi lado, para sujetar una de mis manos entre las suyas. Aún no comprendía el por qué, pero su contacto parecía más distante, más vacío y cadente de sentimientos.

-Creo que quiero dejarlo, JunOh. -Masculló, apretando luego los labios.- Pero no quiero herirte como lo hizo Johnny.

Lo normal ante sus palabras debería haber sido romper a llorar, pero mis hombros se relajaron y sentí que me había quitado un peso hasta entonces inexorable de los hombros. Percibí cómo esperaba en silencio una reacción consecuente por mi parte y, al no recibirla, cómo terminaba decidiéndose a continuar con su explicación.

-¿Recuerdas a mi compañera de trabajo japonesa, Yoko? -Inquirió, ante lo que asentí con un cabeceo.- Creo que... Creo que estoy enamorado de ella.

"¡Maravilloso!" pensé, aunque poco tardé en sentirme un tanto avergonzada al respecto. Sentía que me había vuelto de hielo y que ya daba igual lo que me dijese, pues no me importaba aquella relación. Ya no.

-¿Es esto en serio? -Mascullé, sorprendida, y él pareció temer oírme hablar.- ¡No te preocupes, no lo digo porque me vaya a enfadar! Yo también iba a decirte algo así... Quiero dejarlo, Jaebum.

Un fuerte suspiro escapó de entre sus labios al oírme, notablemente relajado ante la noticia, y comenzó a soltar mis manos con lentitud, dejándolas caer sobre mi regazo. Sabía que la situación, con normalidad, debía implicar un comportamiento muy distinto por nuestra parte: en una ruptura tan sorpresiva e inesperada, uno de nosotros debería haber estado sufriendo, llorando por el otro, y sin embargo ambos parecíamos liberados de una carga que quizá habíamos soportado más de lo debido.

-Llevo un tiempo ocultándotelo porque no quería hacerte daño... Pero no lo aguanto más. -Me dijo, más tranquilo.
-Yo... Me he vuelto a enamorar de Johnny, Bum. -Terminé confesando.
-¿De Johnny? Ah, JunOh... Me da miedo que te haga daño, como la última vez. -Declaró, torciendo el gesto.- No tengo derecho a decirte con quién irte o con quién no... Pero no quiero verte tan mal como cuando nos conocimos.

Me alegraba saber que, aunque estuviésemos a punto de terminar nuestra hasta entonces maravillosa relación, seguía apreciándome y preocupándose por mí. Jaebum era una persona maravillosa y sin igual, y esperaba desde el fondo del corazón poder tenerle a mi lado como a un buen amigo, además de volverse un gran recuerdo.

-Estaré bien, te lo prometo. -Aseguré, sonriendo vagamente.- No creo que vuelva a pasar lo mismo.
-Si pasa... Sabes que Yugyeom y yo le pegaremos por idiota, ¿verdad? -Preguntó, ante lo cual yo me eché a reír.
-Sí... Gracias, Bum. Por todo.
-Gracias a ti, JunOh. Has sido una novia maravillosa.
-Y tú un novio maravilloso.

Como dos enamorados que se despiden en el andén del tren, nos inclinamos el uno hacia el otro para permitirnos darnos un último beso, uno tan breve como cálido y dulce. El contacto no fue romántico, no se sintió el amor que antaño se percibía en el ambiente; fue tan solo una despedida, un último adiós y nuestra forma de irnos en paz del corazón del otro, sin dejar nada sin resolver atrás.
Aquella misma noche, mientras ayudaba a Jaebum a recoger sus cosas y a hacer las maletas -pues la casa en la que vivíamos era la mía-, conversamos con tranquilidad sobre las personas que amábamos, como si nada hubiese pasado. Hablábamos con la complicidad de dos buenos amigos que se cuentan sus historias amorosas, ignorando la situación; nos explicábamos lo mucho que amábamos a un tercero porque, al fin, tan solo éramos amigos. Era tarde, demasiado, así que decidimos dormir juntos una última noche, antes de que se fuese de forma definitiva. Prometió dejar todo ordenado al día siguiente, al salir del trabajo, dejar su copia de las llaves e irse a su propia casa, pidiendo a cambio tan solo que recordase avisarle si se le olvidaba algo allí. Cuando me quedé dormida nuestros cuerpos estaban separados el uno del otro, olvidando la cercanía que algún día habían compartido, y cuando me desperté él ya no estaba. Me preparé con calma -la misma que había decidido no acompañarme en lo absoluto los días anteriores- y llamé a Johnny, esperando que estuviese despierto. Tenía turno de mañana de nuevo y, aunque sabía que era temprano y que a él le agradaba dormir, también era consciente de lo nervioso que se encontraba y de que probablemente la calidad de su sueño hubiese sido nefasta.

-¡JunOh! ¿Qué tal ha ido? -Inquirió, descolgando con rapidez. Reí.
-Muy bien. Resulta que a Jaebum le gusta otra, también, así que todo bien. Te cuento todo mejor cuando salga del trabajo.

Un largo suspiro de alivio se oyó a través del altavoz del teléfono y supe que, al fin, la tormenta había pasado.

-De acuerdo, cielo. Nos vemos luego.

"Cielo". Conociendo a Johnny supe lo que aquello significaba: pasase lo que pasase, aquella tarde me pediría que retomásemos nuestra relación, que volviese a su lado y que compartiese mi vida con él de nuevo. Mentiría si hubiese dicho que no me sentía emocionada pues mi corazón parecía bailar de alegría bajo mi pecho, como si fuese una adolescente esperando la primera confesión de amor del muchacho que la vuelve loca. Llegué al trabajo feliz, llena de vida, y mi compañera preguntó qué me ocurría; cuando respondí que mi novio me había dejado se mostró confusa -muy confusa- en primera instancia, pero tardó poco en recordar a Johnny y empezar a celebrar conmigo. Mi turno pareció terminar con una velocidad increíble, como si el tiempo pasase el doble de rápido que de costumbre, y el muchacho terminó apareciendo, entrando por la puerta principal mucho antes de lo que hubiese podido planear. Estando el establecimiento ya casi vacío no dudé en lanzar hacia el interior de la barra el delantal y parte del resto de mi indumentaria de trabajo, para saltar luego a sus brazos. Me cogió en volandas y me sujetó por los muslos, permitiéndome abrazarle.

-¡Johnny! -Exclamé, besuqueando su rostro.- ¡Por fin llegas!
-¡Ay, dios! -Soltó, riendo.- ¡Cuánta energía!
-¡Es que estoy feliz de verte!

Sin pensármelo a penas, sabiéndome ya libre de ataduras que me impidiesen actuar con libertad, deposité un beso en sus labios, sonriente.

-¿Quieres irte ya? -Preguntó, fijando su mirada en la mía.
-Sí... Pero tengo que cambiarme.

Me dejó entonces en el suelo y, cuando me giré en dirección a la barra, pude encontrar a mi compañera con una cálida expresión en el rostro, aparentemente alegre.

-Me alegro por ti. -Susurró, tendiéndome el delantal.
-Gracias, de verdad.
-No las des. Sé feliz.

Fue entonces al cuarto de empleados y me cambié completamente de ropa con velocidad, emocionada. Me costaba meter los pies por las perneras de los pantalones, pues mi cuerpo temblaba con suavidad, pero logré salir en menos de cinco minutos. En cuanto salimos me cogió de la mano con confianza y yo correspondí su gesto con una cálida sonrisa en los labios, mirándole. La sensación de su mano junto a la mía y el modo en que su mirada se perdía en mi rostro me hacían sentirme adolescente, de nuevo, como si aquella fuese la primera vez en que llegaba a enamorarme. Sentía el nerviosismo y la ilusión, una vez más, del primer amor, y sabía por cómo me observaba que él también.

-Te amo, JunOh. -Susurró, y sentí que el dulce sabor de sus palabras llegaba a mis labios y me embriagaba.
-Y yo a ti, Johnny. -Repliqué, y su sonrisa se ensanchó.

Nos dirigimos a mi casa entonces, sin demora; ambos deseábamos poder pasar una tarde de nuevo al lado del otro, como lo habíamos hecho tiempo atrás, y cada segundo perdido parecía arder. Le necesitaba.

Para ti. ✎ Johnny 「NCT」 fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora