ु❀ Lágrimas.

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La vi abrir la puerta con emoción, como si al otro lado la esperase el secreto de la vida eterna o, en su defecto, un suplemento vitalicio de donuts. En cuanto entró en la casa se giró y, tras esperar por un par de segundos a que yo pasase, me sujetó por ambos hombros y me aproximó a ella.

-Vaya... Has tardado poco, ¿eh? -Inquirí, rodeando su cintura con ambos brazos.
-En realidad quiero un abrazo. -Replicó, con cierta sorna en la voz, para luego recortar las distancias entre nuestros labios.

Sentir aquellos labios fundiéndose de nuevo con los míos me hizo sentir cientos de emociones ardiendo bajo mi pecho, pero ninguna negativa o molesta. Me hacía tan feliz tenerla cerca, poder tocarla como antaño, que jamás hubiese podido explicar lo mucho que la amaba con simples palabras. Me sentía completo, liberado, como si todo lo que me atormentaba se hubiese disipado de mi alrededor; ninguno de mis problemas más recientes importaba y, de repente, estábamos solos ella y yo. Todo lo demás había dejado de importar, y lo único en que ahora podía reparar era en el brillo en sus ojos al mirarme, en el reflejo de la luz en sus humedecidos labios y en cómo sus manos paseaban por mis hombros como si fuese la primera vez que los tocaban. Cada día veía en ella un cúmulo de pequeños detalles que la hacían quien era, y me percaté entonces de que todos me encantaban.

-Eres lo mejor de mi vida, JunOh. -Alcancé a mascullar, sonriente.
-Creo que podría decir lo mismo. -Me dijo, paseando los labios por mi mejilla.

Mis manos se aferraron a ella una y otra vez, desesperadas por evitar perderla de nuevo, y las suyas imitaron mis movimientos.

-Vamos a sentarnos en el sofá, ¿sí? -Propuso, en un dulce susurro.
-Está bien. -Accedí, de inmediato.

Se soltó entonces de mí y, aunque sabía que pronto sentiría de nuevo la agradable sensación que sus manos dejaban sobre mi piel, no pude evitar sentirme vacío al verla separarse. La había extrañado tantísimo, que el solo apartarme de ella me dejaba sin aliento.
Me senté con cierta prisa en el sofá, ante lo que ella reaccionó sentándose luego a horcajadas sobre mi regazo, abrazándose a mí. Quizá en otra situación y siendo otra persona aquel gesto hubiese llegado a excitarme sexualmente, pero estaba demasiado ocupado siendo feliz por sentirla cerca como para preocuparme por pedirle sexo o siquiera pensar en hacerlo. Mis manos se perdían entre los pliegues de su camiseta, inspeccionando por encima de la ropa el único cuerpo que había deseado tocar durante todo aquel largo medio año en que la había dado por perdida, y mi mirada buscó calma en la inmensidad de la suya y, de vez en cuando, en sus labios.

-Puedes dejar de mirarlos... -Murmuró, pegando su frente a la mía.- Y besarlos, ¿sabes?

No respondí. Las palabras sobraban desde hacía cerca de un cuarto de hora, de modo que no tenía caso decir lo mucho que me moría por besarla de nuevo; no cuando ya lo sabía. Llevé la diestra a su nuca y enredé los dedos en su pelo mientras movía con suavidad su cabeza hacia mí, sonriendo.

-Te necesito, Johnny. -Juró, en un susurro.- No vuelvas a dejarme nunca.
-Te lo prometo.

En aquel momento sus diminutas manos se apoyaron en mis mejillas y su aliento chocó con suavidad contra mis labios, que esperaban ya con ansias los suyos. Me miró por última vez y, al fin, volvió a besarme.
Noté cierta desesperación en el modo en que se movía contra mi cuerpo, en la forma en que sus manos se deslizaban desde mi rostro hacia mi cuello para terminar en mis hombros y, sobre todo, en cómo parecía decidida a no soltarme pasase lo que pasase. Solo cuando fue estrictamente necesario terminó separando con lentitud nuestros rostros, relajada, para observarme luego con una extraña mezcla entre ternura y deseo que no terminé de descifrar.

-Creo que por ahora no quiero sexo. Tengo ganas de disfrutarte, pero no así. No aún. -Me dijo, recogiéndose un mechón de pelo tras la oreja.- Y si te lo digo es porque sé que vas a respetar mi voluntad más de lo que mi cuerpo está dispuesto a hacerlo.

Noté cierta seriedad en sus palabras, pero no pude evitar estallar en carcajadas en cuanto terminó de hablar. Pensaba cumplir su petición, esperar, pero no había forma de que su forma de expresarse no me hiciese gracia.

-¡Eh! Que no tiene gracia. -Se quejó, haciendo un mohín.- Simplemente me atraes muchísimo, ¿de acuerdo? Tanto sentimentalmente como físicamente.
-Lo sé. -Dije y aproximé los labios a su oído, para susurrar luego.- Y tú a mí, pero ya lo sabes.
-¿Ves...? -Masculló, en cuanto me dejé caer de nuevo sobre el respaldo.- Por esto necesito que seas tú el que se mantenga firme.
-¿Por qué? -Pregunté, confuso, arqueando una ceja.
-Porque es casi imposible que, si me susurras así, mi cuerpo no reaccione. ¡Yo no quiero, Johnny! Pero me sale solo.

Realmente parecía bastante frustrada al respecto, pero no comprendía el porqué. Pensé que quizá se preocupaba demasiado por algo tan ridículo como sentirse sexualmente atraída hacia mí, pero tardé poco en descubrir la motivación de sus actos.

-Simplemente no quiero que sientas que solo te quiero para tener sexo contigo. -Aclaró, inclinándose levemente sobre mí y depositando una mano en mi pecho.- Ha pasado el tiempo, pero te prometo que sigo perdidamente enamorada de ti.
-Te creo. -Aseguré.- Porque yo también lo estoy aún de ti.
-Nunca pienses que solo te quiero por ser atractivo, ¿vale? -Pidió, y yo solo alcancé a reír con brevedad.- ¿Por qué te ríes?
-Hablas de mí como si fuese un dios griego.
-Supongo que para mí casi lo eres.

Sus labios se aproximaron de nuevo a los míos, negándome la posibilidad de ofrecerle una respuesta, con parsimonia. Aquel beso fue dulce, lento y, al contrario que el anterior, calmado, pero no me sentí en lo absoluto decepcionado o apagado, pues aquello era lo que deseaba; recordar una vez más cuánto me amaba. La había extrañado tanto que no existía forma de expresar lo mucho que su cercanía liberaba el peso que hasta entonces se había mantenido sobre mis hombros, y mucho menos el modo en que sus caricias me hacían sentirme tranquilo por primera vez en mucho tiempo.

-Johnny... -Me llamó, separando sus labios de los míos con lentitud.- ¿Estás llorando?

"Claro que lo estoy", me dije, observándola. ¿Cómo podría no llorar de alegría cuando había recuperado a la única persona capaz de devolverme la paz en mis peores momentos? ¿Cómo tragarme las lágrimas cuando la carga que había arrastrado conmigo durante todo el tiempo que había transcurrido tras nuestra ruptura acababa de desaparecer? ¿Cómo esperaba que no la llorase al tenerla cerca, al poder tocarla de nuevo, cuando la había llorado cada noche desde su ida? Era obvio que lloraba. Y lloraba porque la amaba con locura.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó, preocupada.
-Mejor que nunca, JunOh. -Repliqué, estrechándola entre mis brazos.- Es solo que te he echado mucho de menos.
-Yo también te he extrañado, Johnny. -Aseguró, abrazándose con fuerza a mí.
-Te amo.
-Y yo a ti.

Separó su cuerpo un poco del mío para poder mirarme y enjugó las lágrimas que me bañaban el rostro, en absoluto silencio. Pensé en lo ridículo que debía parecer al llorar frente a ella, pero no me preocupó en lo absoluto; mientras solo fuesen aquellos ojos los que me viesen siendo débil, estaba bien. No me daba vergüenza que llegase a ver lo feliz que su compañía me hacía, porque lo prefería así. Percibí una diminuta sonrisa formándose en sus labios y me vi sonriendo de vuelta, relajado, mientras mis manos se entrelazaban en su espalda.

-Quiero quedarme así para siempre. Contigo. -Dijo, acariciando una de mis mejillas.
-Si fuese posible, creo que no volvería a salir de casa jamás. -Aseguré, riendo luego.- Sería mucho más agradable quedarme abrazado a ti por el resto de mi vida, viendo Netflix.
-¡Netflix! -Exclamó, de repente, y se levantó sin decir más.
-¿JunOh? -Pregunté, viendo cómo cogía el mando y encendía la televisión.
-¿Qué pasa? Si ya sabes lo que voy a hacer. -Me recriminó, poniendo los brazos en jarras.
-¿Intentar ligar conmigo poniéndome Netflix?
-¿Intentar? -Se rió.- Contigo ya ligué hace tiempo.

Me acosté entonces de lado en el sofá, esperando a que se aproximase de nuevo, y observé mientras cómo se peleaba con el control remoto para intentar que los botones funcionasen. Me hacía feliz verla siendo un desastre, tan torpe e incapaz de hacer funcionar a la primera sus electrodomésticos; cada pequeño gesto me llenaba de alegría, porque verlos significaba tenerla de nuevo en mi vida.

Para ti. ✎ Johnny 「NCT」 fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora