Lazos

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– Me siento como un anciano... – Murmuró Meliodas poco convencido de su actual aspecto, que consistía en un traje oscuro con corbata roja. Se observaba en el espejo mientras intentaba peinar su rebelde cabello, pero era inútil. – Pero en ti se te ve bien, Zeldris. – Dijo rápidamente algo nervioso al ver como su hermano menor lo miraba seriamente.

Zeldris, quien se estaba acomodando su corbata tinta, le gruñó ligeramente antes de volver a seguir con su corbata. Estarossa sonrió mientras se miraba al espejo de manera coqueta. Los tres hermanos Demon se encontraban arreglándose en la habitación de Zeldris, acompañados por el ave de Meliodas, Wandle.

– ¡Patético! – Exclamó el ave a Estarossa, quien lo miró con el sello fruncido. Meliodas rió y Zeldris simplemente sonrió, ese pájaro tenía algo en contra del chico de cabellos plateados.

– Me cae muy bien tu pájaro, Meliodas. – Comentó Zeldris algo burlesco, ganándose un carcajada de Meliodas y un pujido de Estarossa. – Como sea... Tenemos que tener todo a la mano, no quiero que se nos olvide algo y tener que volver por ello.

– Espero no perder mi dignidad en la presentación... – Murmuró Estarossa algo nervioso, hace mucho tiempo que no se presentaba a hablar frente a un grupo directivo y no había resultado muy bien la última vez.

– Tranquilo... Solo fue una vez. – Consoló Meliodas a su hermano mientras le daba unos pequeños golpes en la espalda. – No fue tan malo...

– Solo comenzó a sudar tanto que su ropa se mojó y en su nerviosismo vomitó en los zapatos de Chandler... Nada grave. – Dijo Zeldris sarcásticamente, ganándose una mirada de frustración de Meliodas y de nervios de Estarossa. – Mira, aquella vez tenías que... ¿Unos 14 años? No es para tanto, eras un inexperto. Ahora has madurado y sé que tienes la confianza para no cometer una estupidez como aquella vez.

Al principio, Estarossa se había puesto pálido al recordar "aquella vez" pero al oír a Zeldris hablar de él como una persona capaz lo hizo sonrojar un poco y animarse, siendo visto sólo por Meliodas, quien le dedicó una sonrisa burlesca. Zeldris se encontraba terminando de arreglar su corbata.

– Gracias... – Fue lo único que dijo Estarossa mientras dejaba ver una pequeña sonrisa. - Supongo que para ti esto es más sencillo.

– Sí... Todo lo que sé lo he aprendido viendo. – Comentó Zeldris algo tranquilo mientras recordaba pequeños momentos de su infancia. – Supongo que gracias...

Meliodas rió mientras hacia un gesto de complacencia a Estarossa, quien soltaba unas carcajadas por la cara avergonzada de Zeldris. La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a Elizabeth un poco preocupada. – Lamento entrar así, pero Gelda se ha puesto a subir las cosas al auto y no creo que sea lo adecuado para su condición...

– Igual de desesperada que Zeldris, se nota que son... – Dijo Meliodas amigablemente antes de ser golpeado en el estómago por Zeldris, cayendo al suelo del dolor. Elizabeth soltó un gritó por su novio.

– Bien. Vamos a bajar para ayudarle. Estarossa.– Zeldris salió con la frente en alto, y como si supiera a que se refería, su hermano tomó a Meliodas entre sus brazos para cargarlo y salir del cuarto. Elizabeth miraba con preocupación el estado de su novio.

(+.+)

– ¡Listo...! – Murmuró Gelda toscamente, mientras cerraba el auto. Por lo que ahora se dirigió a la casa a desayunar algo ligero, siendo sorprendida por Zeldris, quien salía de la puerta con una cara de ligera molestia pero para la chica fue lo más tierno que había visto en el día.

– No deberías hacer esfuerzo, apenas estás saliendo de tu fiebre... Con trabajo me convenciste en dejarte ir a la empresa. – Murmuró Zeldris algo preocupado mientras acariciaba los brazos de Gelda, quien lo miraba con tranquilidad sin inmutarse mucho. Ella simplemente sonrió.

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