Viaje

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Después de una hora de vergonzosas fotos, todos se encontraban arreglándose para ir con Ban. Meliodas había dicho que podían ir casuales, después de todo era una pequeña reunión de grupo, los siete pecados capitales. Gelda y Zeldris estaban en su habitación preparándose.

- ¿Por qué se llaman así? - Dijo Gelda con curiosidad mientras se ataba un nudo de su vestido rojo. Zeldris se quedó pensativo ante la pregunta de su amada, atándose los cordones.

- No lo sé, supongo que tiene que ver con un rasgo negativo de cada uno de los amigos de Meliodas. - Respondió Zeldris no muy seguro. - Meliodas era el dragón de la ira, y vaya que le quedaba.

- ¿En serio? Se ve muy tranquilo. - Comentó Gelda con sorpresa, pero luego pensó en que las apariencias engañan, ella y Zeldris eran otro claro ejemplo. - ¿Alguna vez te tocó verlo enojado?

- Sí... Recuerdas que te dije que odiaba ir a fiestas, Meliodas es la razón. Después de cada evento llegaba furioso a la casa y se desquitaba encerrándose en su habitación. - Comentó Zeldris mientras Gelda tomaba asiento junto a él y le sonreía con dulzura, pues a pesar de mostrar un semblante tranquilo, podía sentir algo de incomodidad. - Una vez de pequeño, me asome por la puerta para ver el escándalo que hacía. Jamás había estado tan asustado. Su mirada era cruel y seria, y bueno, yo era un niño.

Gelda rodeó a Zeldris con sus brazos para besarlo en la frente con dulzura, él aceptó gustosamente mientras recargaba su rostro en el pecho de su amada. Ella simplemente rió ante su tierno acto.

- Te amo... - Murmuró Zeldris con seriedad, pero para Gelda fueron las palabras más tiernas que podía escuchar. El de cabellos oscuros sintió una fuerte calidez pero no era de su interior ni de él mismo. Así como también sintió suspiros cansados y pesados. - ¿Gelda?

Ella no contestó simplemente le sonrió. Antes de que él la tocara, Gelda se levantó de la cama y se acercó al tocador. - Solo es cansancio, recuerda que esta semana fue más pesada de lo usual.

-... Cierto. - Dijo Zeldris algo desconfiado, pero al ver a Gelda sonriendo con un peine, suspiró algo avergonzado. Ella adoraba peinarlo y no iba a desaprovechar la ocasión. - Por favor, que no sea muy despeinado. - Pidió tranquilamente mientras aceptaba su destino.

(O.O)

La habitación había quedado impecable, gracias a Elizabeth, por lo que ahora los animales descansaban en sus respectivos lugares asignados. Hawk dormía en el suelo en una gran almohada y Wandle descansaba en un perchero. Meliodas observaba a su novia peinarse su larga cabellera plateada.

- Veo que todo ha mejorado. - Comentó Elizabeth, dedicándole una mirada de ternura y alegría a Meliodas, quien sonrió agradecido por la atención que le brindaba. El rubio asintió en forma de respuesta. - Puedo sentir un ambiente más tranquilo, aunque también siento pequeñas incomodidades.

- Eso es normal, jamás nos podremos entender al 100% pero es agradable intentar comprendernos. Cada uno de nosotros tenemos nuestra actitud. Estarossa el alegre, Zeldris el serio y yo el cariñoso. - Dijo Meliodas como si fuera lo más normal. Rió ante el pequeño recuerdo de su infancia. - Estarossa le encantaba estar solo, yo creí que era lo mejor pero Zeldris siempre insistía en no abandonarlo...

- Y ahora es similar y diferente a la vez. - Mencionó Elizabeth con una sonrisa irónica. Se observó con entusiasmo el hermoso vestido azul, de parte de Meliodas, y dio una vuelta luciéndolo.

- Sí... Vaya, esta va a ser la primera vez que tomaré con mis hermanos. - Dijo Meliodas algo sorprendido ante el pensamiento que se cruzó por la mente. - A Estarossa ya lo he visto ebrio, pero no me imagino cómo será Zeldris... Esto va a ser divertido.

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