El viaje se le hacía interminable. El cambio de paisajes le hacía recordar las clases de Geografía dadas en la carrera de Turismo que había dejado a medias. Le gustaban los idiomas, pero no soportaba el resto de las asignaturas, así que se había quitado e iba a pasar un año estudiando para conseguir la nota y entrar en Lenguas Modernas. Año sabático, dos años de carrera. Eran 36 meses de su vida que se iban al garete, pero no le importaba. Nelly estaría por comenzar su tercer año de Psicología.
Puso los ojos en blanco al recordar a su hermana “Psicología un carajo. Esa mujer es la que necesita un psicólogo desesperadamente” pensó, acurrucándose más sobre sí misma. Todo lo que ocurría era culpa suya, que hubiera abandonado su ciudad, que hubiera dejado atrás a su único amigo. Todo era culpa de Nelly.
Se levantó, colocando a su pequeña mascota sobre su hombro, y salió del vagón para amenizar un poco la travesía. Con Adam Gontier cantando a su sistema auditivo Last to Know, Ema avanzó por los pasillos buscando el vagón restaurante. Se cruzó por un par de niños que pasaron corriendo a su lado, pero ambos se detuvieron al ver el erizo, que arrugaba el hociquito intentando captar algún olor agradable.
-¿Cómo se llama?- preguntó la más pequeña de los dos, una niñita de largas trenzas castañas. Ema se detuvo y sonrió, cogiendo a Law con la mano izquierda.
-Su nombre es Law, y tiene unos cuatro meses- explicó la morena, agachándose. El chico que iba con ella, por su lado, se quedó algo apartado.
-Es un nombre bonito ¿no crees Aidan?- inquirió la chica. El aludido se sonrojó, y ocultó sus ruborizadas mejillas tras las mangas de una chaqueta que parecía demasiado grande para él. Ema se fijo entonces en que se había equivocado respecto a la edad. El rostro del niño, a pesar de ser algo más varonil, era el retrato de la pequeña que tenía delante.
-Alice por favor…- desvió unos ojos castaños de la grisácea mirada de Ema. Quiso decir algo. Esos niños eran gemelos, como Nelly y ella, pero en ese instante la puerta del compartimento delante del cual se había detenido se abrió.
-Aidan, Alice, entrad ya, nuestra parada es la próxima- no se detuvo en mirar a la joven que acompañaba a sus hijos, cosa que no le sorprendió lo más mínimo. Estaba acostumbrada a ser ignorada por la gente, principalmente por su estilo de vestir, su maquillaje y su peinado. La niña se giró hacia ella antes de entrar con su hermano y su madre, y se despidió, esbozando una sonrisa inocente. La mujer alzó entonces la mirada hacia Ema, y tal y como esta se esperaba, arrugó la nariz ante su indumentaria. Unas botas de hombre que le quedaban grandes, de color negro con tachuelas, unos leggins de cuero rasgados, una camiseta blanca de tirantes con el logo de Led Zeppelin, múltiples pulseras de pinchos y una gargantilla de tachuelas. Los mechones de cabello negro, teñido dos días atrás, caían con gracia sobre sus hombros desnudos. En su hombro derecho se podía ver el inicio de un tatuaje, y dio las gracias de llevar las pulseras, ya que así no vería las palabras tatuadas en ambas muñecas.
La mujer echó un último vistazo a la joven con mirada desagradable y cerró la puerta. Ema suspiró y continuó su camino hacia el vagón restaurante, aburrida por la monotonía del viaje. Durante un instante, su mente se perdió en el borroso paisaje que se deslizaba ante sus ojos. Cilerna era de las últimas paradas. No era considerado ciudad, pero tampoco llegaba a ser un pueblo porque era bastante grande para serlo. Contaba con estación de trenes, un pequeño puerto para que atraquen barcos, y un aeropuerto de una pista donde llegaban vuelos de dentro del país. En zona costera, contaba con un barrio periférico, un par de mansiones con sus respectivos jardines, centro comercial y demás lugares. Además, ahí se localizaba una de las academias más populares y de mayor nivel del país, por lo que contaba con una gran residencia para sus alumnos…
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Caminos Cruzados
Teen FictionLa vida es un misterio en cuanto al Destino se refiere. En el momento que menos lo esperas, quienes creías tus amigos se convierten en rivales, y empiezas a confiar ciegamente en aquellas personas que acabas de conocer. Puede ser, que a pesar de q...