Bienvenida al Summoner (Ema)

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El sol despuntaba sobre los altos edificios de la zona urbana de Cilerna. Ema, apoyada al marco de la ventana, y con un cigarrillo encendido entre sus dedos, observaba el paisaje que se extendía ante ella. Había estado hablando con Phoenix hasta bien entrada la madrugada, y apenas había podido dormir, pero a pesar de todo no estaba cansada. Ya llevaba una semana en Cilerna, y había recibido llamadas de su madre, su amigo y su hermana, contestando solo las del segundo todas las veces, y una o dos las de su familia.

Apagó el cigarrillo en el cenicero que había colocado en el alféizar de la ventana y entró en el piso que había alquilado. Aún le quedaban un par de cosas que comprar para la casa, pero al menos la mayoría (su ropa, películas y discos, su guitarra, etc) estaban repartidas por todo el lugar, e incluso había adaptado una pequeña zona de la cocina y la habitación para que Law pudiera dormir y comer. Recordó que Nathan, su casero, la había invitado a mirar la tienda por encima, y sin agobiar, había recordado el tema del alquiler.

Ema no se mostro molesta, pero necesitaba encontrar un trabajo cuanto antes para obtener ingresos, y en ninguno de los restaurantes y tiendas en las que había echado su currículum la querían. Viviann, la agradable novia de Nathan, se lamento de no poder contratarla en la tienda, pero ya eran tres, y apenas tenían clientes salvo gente contada con los dedos. La  morena se había extrañado en su momento, reconociendo que a primera vista, Fiódoor era un sitio agradable con ropa de buena calidad. Pero en sus paseos continuos en búsqueda de trabajo entendió que no era un estilo muy visto en Cilerna.

Se recogió el cabello en una coleta alta, y se sentó a terminar la comida, un plato de pasta precocinada que ya estaba frío.

En la vida vuelvo a comprar esta mierda…es mejor prepararla yo misma pensó, revolviendo los pocos macarrones que quedaban. Sin querer más, tiró el contenido del plato a la basura, lavó la vajilla y la puso a secar, antes de dirigirse a la habitación para calzarse sus adoradas botas militares y coger el bolso y la carpeta con los currículums.

-Bueno Law, me toca salir de nuevo- cogió a su pequeña mascota y la dejó con cuidado en la jaula- No montes fiestas con las ardillas y los ratones que te conozco. Ya sabes que si no consigo trabajo te tocará a ti mantener a esta familia de dos…y yo esperando gemelos, si es que eres un pillastre- bromeó, acariciando el hociquito de su mascota. Cogió las llaves del cuenco que había colocado en el mueble de la entrada y cerró la puerta con dos vueltas.

Viviann la recibió con una sonrisa en cuanto entró en la tienda. Revoloteando por el local, una pequeña chica de pelo azul colocaba diversas prendas de ropa en las estanterías y las perchas. Ema se acercó con familiaridad a la morena.

-¿Qué hay Ema?- inquirió, escribiendo un par de cifras en una libreta.

-A punto de irme para buscar trabajo y comprar las cosas que me faltan, ya sabes- comentó, con una sonrisa. Viviann le caía bien. Le sacaba dos años, pero era tan inteligente como cualquier universitaria que se hubiera sacado el doctorado.

-¿En serio? Bueno, pues muy buena suerte- deseó, cerrando la libreta de cifras y sacando una tanda de camisetas- Irina, encárgate de esto por favor- pidió a la chica peli azul, que obedeció tras echar un buen vistazo a Ema.

-Entonces hasta luego- se despidió la morena de ambas, antes de salir de la tienda. En la entrada, justo bajo el cartel de madera, se encontró con una chica de pelo cobrizo y ojos azules. Varios pircings adornaban su rostro, entre los que destacaban una pequeña cadena que unía uno de los de su oreja con su labio. La joven vestía de manera similar a los conjuntos de la tienda, y entonces supo que era cliente- Disculpa- murmuró, apartándola con cuidado para perderse entre las concurridas calles de Cilerna…

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora