Había pasado un año desde que conocí a Nick Vaughn y a Mitch, los tres éramos muy buenos amigos; el primero y yo siempre procurábamos salir a la hora de almorzar todos los días y los fines de semana lo invitaba a mi pequeño departamento para que me acompañara, podría decirse que teníamos una especie de pijamadas y noches de películas; y con el segundo chico siempre compartíamos conversaciones muy graciosas y juguetonas, de vez en cuando hacia presencia junto con Nick.
Una vez más era invierno, lo amaba y ahora más porque en esa temporada fue que conocí a mis dos grandes y únicos mejores amigos, eran como mis hermanos mayores, a decir verdad los amaba y mucho, ellos lo sabían perfectamente porque correspondían el sentimiento.
Afortunadamente obtuve el trabajo que tanto deseaba obtener. Aquellas semanas que debía esperar hace un año pasaron y recibí aquel tan esperado correo y esa llamada que me hizo tan feliz, ahora era asistente de una de las editoras de la editorial y aunque era algo pesado lo disfrutaba porque aprendía mucho y ganaba experiencia, esperaba convertirme en una editora si seguía siendo buena en lo que hacía.
Todas las mañanas subía a un taxi para ir al mismo lugar y como ya era una costumbre bajaba en el mismo sitio, justo al frente de la otra calle en la que podía apreciar como esos dos hombres que tanto aprecio les tenia trabajaban felizmente siempre con una sonrisa en el rostro mientras caminaba para cruzar la calle y pasar por donde se encontraban.
Mitch siempre ocupado atendiendo a sus clientes pero no tanto como para desarme muy buenos días y regalarme una grande sonrisa; Nick siempre apasionado con su música junto a su trompeta y yo siempre deteniéndome para bailar un poco causándole una sonrisa y dejándole un billete de veinte dólares, lo cual siempre le causaba molestia pero sabía que con eso le ayudaba mucho.
Esta mañana no fue la excepción, pero algo dijo Nick que capto mi atención e hizo que volteara a verlo sonriendo levemente.
—Algún día, cuando reúna el dinero suficiente, seré yo mismo quien te invite algo y te regale algo especial en forma de agradecimiento por todo lo bueno que has hecho por mi.-Él estaba sonriendo y estaba feliz de verla, la quería mucho.
—Sabes que no necesitas hacerlo, ya hemos hablado de ello —dijo ella—.
—Mejor date prisa, no vaya a ser que por mi culpa llegues tarde al trabajo. -Señalo detrás de ella hacia el edificio.
—Nos vemos en el almuerzo Nick. -Se despidió sonriente y continúo con el camino a su trabajo.
La mañana transcurrió muy bien, revisaba con sumo cuidado el papeleo y las citas que debía acomodar para su jefa; atendía algunas llamadas, sacaba copias y entregaba folders con escritos de nuevos autores y de otros ya reconocidos para comenzar con la impresión y la edición de los libros.
Hubo un momento en que esperaba a que algo sucediera ya que había cumplido con su trabajo por lo que estaba mirando por el ventanal con su mano alzada sosteniendo su barbilla y parte de su mandíbula.
— ¿Aun sigues pensando en Nick? -Pregunto llamando su atención la compañera del cubículo de alado.
—No, yo no... ¡Por supuesto que no! —alzo su voz— Solo estoy algo aburrida, he terminado todo lo que tenía que hacer y solo espero a que me pidan algo nuevo y a que sea la hora del almuerzo.
Su compañera cruzo sus brazos sobre su pecho y la miro incrédula alzando una de sus cejas mientras cruzaba sus piernas en su asiento.
—Por favor ________, se nota que te gusta, siempre hablas de él, de su música, de su personalidad, prácticamente de todo lo bueno que hace y lo lindo y caballero que es —dijo divertida—. Además de que los he visto juntos, se ven lindos.
Ella termino por decir todo aquello mientras se encogía de hombros, de cierta manera tenía razón, ella se sentía atraída a uno de sus mejores amigos, la hacía sentir muy bien. Hacía mucho que no sentía algo como lo que ahora estaba sintiendo por él, por su mejor amigo. Lo bueno es que agradecía no ser lo suficientemente obvia frente a él como para despertar sospechas.
—Afortunadamente los hombres no se dan cuenta pero entre mujeres si, ¿Por qué no se lo dices? —pregunto—. Se ve que te quiere.
—Me quiere, si lo sé, me lo dice todo el tiempo, me ama y yo a él, pero no lo dice con otra intención, además de que... —suspiro—. El sigue sensible por algo que sucedió hace un par de años con una mujer casada, supongo que lo que menos quiere es algo relacionado con el amor y todo eso por esa situación.
—Tal vez necesite tiempo, dáselo y no lo presiones con nada, ¿Si? -La miro un poco apenada.
—No te preocupes, lo prometo, si no lo presiono ahora tampoco será después.
Pasaron las horas hasta el esperado almuerzo, finalmente podría salir y descansar un poco de todo lo que había estado haciendo en ese edificio. Tomo su bolso y se despidió de su compañera para después entrar al ascensor y bajar al piso de la recepción.
Y ahí estaba el, tan guapo, con sus cosas en una mano esperando por ella. Al ver como se abrieron las compuertas él sonrió ampliamente cuando la vio salir y caminar hasta donde se encontraba, la abrazo y beso una de sus mejillas.
— ¿Listo para el almuerzo? -Pregunto llevando una mano a su brazo.
—Siempre estoy más que listo —respondió sonriente—.
Y entonces se fueron a aquel lugar al que acostumbraban ir desde la primera vez en que ella la llevo, ya era una tradición para ambos y no les molestaba cumplirla siempre en cada oportunidad que tenían en las tardes.
— ¿Qué planeas hacer en navidad y año nuevo?, ¿Vendrá tu familia o iras a verlos este año? —pregunto a ella—
—Mi familia saldrá de viaje, por lo que este año será imposible verlos, ¿Qué me dices de ti? —lo miro—
—Me quedare aquí, Mitch lo pasara con unos amigos suyos, supongo que yo en mi departamento. -Se encogió de hombros bebiendo de su vaso de agua.
— ¿Qué opinas de pasarlo conmigo?, el año pasado si mal no recuerdo me comentaste que también lo pasaste solo.
—No lo sé, no quiero molestarte, tal vez y quieres tiempo para ti sola.
—Si lo quisiera, no te invitaría a quedarte conmigo un par de noches para no estar sola, ¿No lo crees? —rió ligeramente—
—De acuerdo, de acuerdo, acepto, pero con la condición de que me dejes ayudarte a hacer las compras y la cena.
—Trato hecho.
Estrecharon sus manos como si celebraran la firma y el cumplimiento de un contrato formal y muy importante que les beneficiaria a los dos.
Nota de la autora:
¡Bienvenido seas lector!, espero y te haya gustado esta tercera parte, algunas mas se vienen, agrega la historia a tu biblioteca, vota y comenta.
Agradecería también si me siguieras, de igual forma voy a seguirte.
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After Leaving
FanfictionÉl es un músico de jazz frustrado que adora estar entre las calles de la gran manzana tocando su trompeta. El único tipo de pago que acepta a cambio es ver la felicidad plasmada en el rostro de las personas y verles bailar sus composiciones. Él es f...