butterfly effect ; the marauders (j. potter)

→「Capítulo 1」

—Gracias por presentarse, jóvenes. —comenzó Albus Dumbledore, con voz pacífica mientras despegaba su mirada de la ventana para prestarsela a los adolescentes que se encontraban frente a él.

—¿Pasa algo, profesor? —preguntó Harry Potter, con clara incomodidad en su voz, mostrada también en su mirada que se dirigía disimuladamente a los estudiantes Slytherin que acompañaban la escena.

—No, no, no. —respondió Albus, tomando asiento —Todo lo contrario, les explicaré. —Continuó —Harán un pequeño viaje.

—¿Con ellos? —preguntó fastidiado Draco, mirando a los leones con recelo. 

—Sí, joven Malfoy. —respondió el profesor con serenidad, ignorando el tono que había usado Draco, observó a todos y volvió a hablar —Si todo resulta como espero, llegaremos allá muy pronto. Señorita Granger, la pondré a cargo de entregarle esto a mi persona. —Dumbledore le ofreció un pergamino sellado, Hermione lo tomó, justo en el momento que el profesor sacaba un pequeño frasco de su bolsillo. La esparció en un círculo alrededor de los chicos —Deben estar más cerca —Señaló Albus, acercando a Draco y Hermione que quedaron frente a frente. En cuanto el círculo fue sellado el profesor sonrió —Buena suerte con sus padres.

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El gran comedor carecía de alumnos. El profesor Dumbledore se encontraba hablando con Minerva, ambos tenían una mirada expectante en el rostro. Sus presentimientos fueron confirmados al ver un círculo de luz materializarse junto a un grupo de chicos. 

El anciano se acercó a ellos, visiblemente confundido, al igual que los muchachos frente a él. —¿Puedo ayudarlos? —preguntó atrayendo la atención de los jóvenes.

 Los estudiantes reaccionaron a la voz del hombre, Harry observó a Draco que aún estaba muy cerca de Hermione y el rubio al darse cuenta de esto la separó de golpe.

—No te me acerques.

—Cállate, Malfoy. 

Draco rodó los ojos y volvió a hablar —Muy divertido fingir que no nos conoce, profesor. ¿Ya podemos seguir con lo que hacíamos?

—En serio, Draco, callate. —regañó el azabache.

—No entiendo, profesor. ¿Para qué es todo esto? —preguntó una pelirroja.

—Disculpen jóvenes, pero no tengo una idea de quienes son —respondió Dumbledore.

Todos cambiaron su expresión. Ninguno comprendía lo que estaba ocurriendo. Hermione de pronto recordó el pergamino, y se lo entregó al profesor. 

—Usted me dijo que debía entregárselo a usted. —Avisó, al momento de entregarlo.

Albus abrió el pergamino comenzando a leer bajo la atenta mirada de los jóvenes frente a él. Cuándo terminó, comprendió los extraños presentimientos y sonrió. —Bienvenidos a 1977. Espero estén preparados para presentarse ante sus padres. —Rió —Minerva tenemos mucho que planear, quizás incluso un baile.

—¿Qué?

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—¿Y cómo ha estado? —preguntó una slytherin a su amiga.

—Muy bien, de hecho ya dice... —La joven fue interrumpida por unas fuertes carcajadas que provenían desde la entrada del gran comedor.

Los merodeadores ingresaron al comedor con sonrisas confiadas en su rostro. Ganando suspiros de parte de muchas chicas, algo que les agradaba.

James Potter, miró entre la gente una cabellera distinguida, al verla su rostro se iluminó. Después pasó y le dedicó una sonrisa a Evans. Sirius y Remus que estaban a su lado, se percataron de su acción y se adelantaron.

—Recuerda lo que hablamos. —dijo Remus.

—Lo has hecho bien hasta ahora, cornamenta. De seguro Evans ya está loca por tu atención. —mencionó Sirius. James solo asintió.

Lily observó que los merodeadores tomaban asiento en la otra esquina de la mesa. Lejos de ella y sus amigos, eso le causó confusión, ya que, Potter siempre buscaba llamar su atención.

Hizo una pequeña mueca y su rubia amiga lo notó. —Al parecer desde hace un tiempo te falta su atención, el reloj avanza, amiga, y si no te apresuras el tren pasará. ⎯Lily se sonrojó. —Él ha cambiado, ya demostro que te quiere para algo serio, ahora debes darte cuenta. —Lily no dijo nada, solo asintió débilmente.

Las puertas del gran comedor se abrieron dejando ver a un grupo de chicos que ingresaron con la cabeza en alto para pararse junto a la mesa de los profesores. Uno de ellos vió a una pelirroja y miró con lágrimas su imagen.

—Mamá...

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¿Qué les parece?

Babies, no olviden que para mí Lily Evans no puede tener un final feliz, sigan leyendo estoy segura que les gustará.