Buenas guapos y guapas, les quiero decir (primero que todo) que les debo unas inmensas gracias a todos los que se han acercado a darle una oportunidad a este proyecto, a los que han dejado sus votos, y a los que han leido, muchas gracias chicos!!!!. Sin más, los dejo con el segundo capi, espero les guste!!. (les advierto que este capi va algo largo)
Bye Bye~
Minho POV
Me desperté temprano, en la madrugada, por algún motivo no conciliaba el sueño hace un buen rato ya. Me dedique por largas horas a la lectura de una novela que hace poco había empezado, pero esto solo logró dejarme aún más despierto, contemplé las figuras del techo de mi habitación que formaban hermosas flores en hilos dorados, que a su vez hacían juego con el resto de la habitación decorada impecablemente por las noonas, dependiendo de la estación del año en la que nos encontráramos, habían unos delgados jarrones con flores blancas esparcidos por todo el cuarto, las cortinas, que cubrían los grandes ventanales ubicados frente a la puerta eran rojas con detalles dorados que terminaban en finas trenzas que apenas rozaban el suelo. Sobre la pequeña mesa de mármol, compartiendo la pared con la única puerta del cuarto, había quedado abandonado desde la noche anterior, el diario que por gusto y costumbre escribía noche tras noche, junto al pequeño cuaderno recubierto de cuero, se encontraba la pluma que había estado usando durante muchos años, y que se había transformado rápidamente en un objeto valioso para mí.
Divagando sobre cualquier pequeñez que se me cruzaba por la mente, me encontré a mí mismo con ganas de alejarme de todo lo que, hasta este momento había formado parte de mi “vida”, con ganas de hacer por fin lo que mi alma me dictaba, pero desgraciadamente, lo único que me era permitido hacer, era estudiar para transformarme en un gran hombre, pero no en cualquiera, uno igual a mi padre, capaz de llevar un pueblo entero por el camino correcto, con amabilidad y amor, no con rudeza y castigos. El inconveniente constaba en que yo simplemente no podía visualizarme a mí mismo allí de pie, llevando esa pesada e imponente corona, con toda una multitud mirándome, pendiente de todos y cada uno de mis movimientos, yo solo, no podía verme así, me era imposible, de tanto imaginarlo, me abrumaba el peso de aquella responsabilidad, pero al final era mi inseparable destino, tendría que hacerlo aunque me sintiera encadenado al hacerlo.
El sol irrumpió en mi habitación, sacándome de mi estado de total quietud – ¿hace cuánto que no veía aparecerse un sol tan magnífico, temprano en la mañana?- pensé en un suave susurro, me levanté dejando la pequeña silla de madera en la que había estado sentado por horas, con dirección a los grandes ventanales, aparté las cortinas para ver el paisaje que habría inspirado algunos de mis poemas. Me vi obligado a retroceder unos pasos y a cubrirme el rostro con las palmas de mis manos debido a la radiante luz, que ahora llenaba cada rincón de la habitación, cuando mis ojos al fin se acostumbraron a aquel sol resplandeciente, pude darme cuenta de que había nieve por doquier, cada árbol estaba cubierto, cada roca enterrada por la hermosa nieve, y el sol se reflejaba en ella imprimiéndole una infinidad de brillos de colores –¡Oh, pobre de ti Minho!, hoy el mundo se empeña en mostrar su más grande belleza, solo para recordarte tu confinamiento en esta gran montaña de piedra- pensé, al mismo tiempo que mi rostro producía una inconsciente sonrisa saturada de sarcasmo. Escuché un par de musicales golpes en mi puerta.
- ¡Sigue noona! - dije levantando el tono de mi voz, para que pudiera oírme
- Buenos días su alteza- dijo con una cálida sonrisa y una reverencia
- Te he dicho que dejes los formalismos a un lado noona – le dije, colocando mis manos en sus hombros para que no se inclinara ante mí, a lo que ella respondió con otra de sus maternales sonrisas.
- Hoy ha llegado una carta para ti- continuó ella – me informaron que es importante-
- Gracias – contesté estirando mi brazo para tomar la carta
Después de tener la carta en mis manos, mi mirada se dirigió hacia los ventanales, era un reflejo que ya no podía evitar. No se por cuánto tiempo permanecí de esa forma, inmóvil, anhelando sentir el sol sobre mi rostro, al devolver la mirada hacia donde se encontraba noona, no había nadie – creo que es la única que me da mi espacio- pensé con una sonrisa.
Un par de horas después, salí del cuarto de baño, vestido con mil arandelas y adornos que no eran para nada de mi agrado, una larga y gruesa túnica roja cerrada hasta el cuello, con adornos dorados, me sentí como una de las cortinas de mi habitación, aunque la carta había dejado en mi un hilo de esperanza:
Querido Minho:
El rey y yo tenemos que cumplir un asunto importante, así que estaremos lejos por un tiempo, sé que puedes cuidarte solo.
Me veo obligado a pedirte que hagas algo por el rey, debes salir del castillo y llevar los escritos que he dejado en la mesa de mi despacho, al pueblo, entrégaselos a Kim, son de suma importancia y deben llegar a su mano hoy mismo.
Sigue saludable.
Atentamente: Lee Marshall
*Lee es el consejero por excelencia de mi familia, y nos ha apoyado en una gran cantidad desde que perdimos a mi madre, la reina. Siempre le estaré agradecido por su apoyo y por sobre todo, por su amistad.*
Era mi oportunidad para poder respirar fuera del castillo, así que empecé a maquinar innumerables planes en mi cabeza, para poder pasar aunque fuera, un segundo rodeado de la espesura del bosque, bajo el sol, o la lluvia, y sobre todo, observando el cielo que solo veía tras las ventanas.
Salí afanado, casi corriendo, no era capaz de ocultar mi entusiasmo, sabía que el viaje duraría, prácticamente todo ese día, pero recorrería lo que fuera necesario por unos segundos de libertad, además, extrañaba a Key, y por fin lo vería después de mucho.
Kim Kibum, Key, el mismo que, cuando éramos un par de niños, corría hacia mi llamándome por un apodo que me había ganado debido a mis grandes ojos, keroro. El siempre llevaba una enorme sonrisa en su rostro, y pretendía ser mi madre, el que por más de 15 años me hizo reír, el mismo que tanta falta me hacía.
Por fin llegó la hora de salir, mi corazón latía con fuerza cuando puse un pie en el carruaje, todo mi cuerpo temblaba ligeramente de la emoción – parezco un pequeño y asustadizo animalito- pensé.
Ya en camino, pude ver tras la ventana una gran cantidad de pinos que se veían borrosos gracias a la velocidad. Íbamos retrasados por culpa de la nieve en el camino, aun así, el tiempo transcurrió tan rápido, que no me percaté que la noche ya se había hecho presente, mostrando una hermosa luna llena y un cielo oscuro, sin estrellas, hacía mucho frio, ya que no paraba de nevar y la atmosfera se tornaba más helada. Por primera vez, agradecí la túnica roja.
De un momento a otro, sentí una fuerte sacudida, y nos detuvimos de pronto, ¿Qué acababa de suceder?, moví la ventanilla que me separaba del encargado de los caballos.
- ¿Algún problema?- inquirí, balanceando mi cuerpo hacia adelante para poder verlo.-
- E-es… es solo que… hay una persona en el suelo- dijo en un estado de shock.
Un mal presentimiento golpeó todo mi cuerpo, seguido de una oleada de preocupación…