Hola a tod@s gracias por acompañarme el dia de hoy con un nuevo capi de Enseñame =^___^= .
como siempre espero que les guste y que me sigan acompañando en este proyecto C:.
Muchas gracias por leer!!!!! sin más, les dejo el capi.
Bye Bye~
Minho Pov
Sabía que era imposible que se dirigiera a mi, el chico hablaba dormido.
pensé en retirarme y esperar a que se calmara solo, pero al darme la vuelta, dispuesto a salir de allí cuanto antes, mi corazón se encogió obligándome a respirar un poco pausado. Me giré para observarlo una vez más, ahora cubría su rostro con ambas manos, y sus lagrimas se veían caer por su mentón.
Tenía que hacer algo para que parara de llorar, y así dejar de sentirme tan extraño.
Me senté a su lado.
-Ya no llores- Que buena frase Minho. pensé con ironía, la verdad es que nunca he sido bueno para dar alientos o para tratar con suavidad a alguien. Él no me miraba, y solo salían de su boca los suspiros y sus sollozos.
Derrepente levantó su mirada, sus ojos estaban cristalinos, y su rostro tenía una mueca de tristeza, se quedó inmóvil, mirandome a los ojos por un largo rato, sentí como si pudiera leer mi alma con aquellos profundos y angulosos ojos.
De repente, el chico se abalanzó sobre mi con un veloz movimiento tirandome sobre la almohada de la cama.
Quedando justo encima mio, buscó refugiarse en mi pecho desnudo. Yo me quedé congelado de la sorpresa, ningún musculo me respondía y ni hablemos de gesticular alguna palabra.
Sentía sus lagrimas correr por mi torso... mi corazón jamás había estado tan acelerado como en ese momento. Si se tratara de otro chico cualquiera, probablemente lo habría empujado para quitármelo de encima, pero no se produjo esa reacción con él, es más, ni siquiera cruzó por mi mente algo así, era tan delicado y hermoso, que me sentía en la necesidad de protegerlo.
Lo abracé, y empecé a pasear mi mano por aquellos risos dorados de su cabeza en un intento de calmarlo, ya que aún no era capaz de decir ninguna palabra ni oración, mi mente estaba en blanco.
Los sollozos se fueron tornando más suaves y eventuales, hasta que se detuvieron del todo, el chico no solo había dejado de llorar, para mi sorpresa, se había quedado dormido, y se veía tan excesivamente tierno que....
-YA VASTA MINHO!- hice a un lado aquel pequeño cuerpo y me levante para irme
-El es un chico!- me repetía una y otra vez mientras salía del cuarto.
~
Puse la ropa a secar frente a la chimenea, y encendí todas las velas que había, para generar algo de luz, y de paso, calor.
Una vez me alejé de ese chico, mis pensamientos empezaban a ser claros por fin, y mis sentidos empezaron a ser normales, tanto que descubrí que la cabaña no era para nada fria, era acogedora y cálida. Aparte, habían muchos cuadros en las paredes que no había distinguido cuando entré, todos ellos eran mis estudios y los de mi padre, representados en diplomas.
La túnica roja aún se encontraba mojada, así que la dejé frente al fuego por más tiempo, recogí mi chaleco y me lo puse, empecé a caminar en dirección al cuarto con las ropas de aquel chico ya secas. Me detuve frente a la puerta cerrada, tomé una gran bocanada de aire dispuesto a entrar, abrí la puerta y caminé sin chistar, hasta el fondo del cuarto donde se encontraba una mecedora, dejé sus cosas allí, y al devolverme hice un esfuerzo sobre humano para no mirarlo, nisiquiera de reojo, y así, mantener a salvo mi cordura.
Algo cansado, di un par de pasos hacia una pequeña biblioteca que había en la esquina de una de las paredes. la biblioteca era de madera y estaba totalmente llena de libros cubiertos por algo de polvo, pasé mis dedos por los lomos de los libros, sin mucho interés.
Todos los libros eran color café o vino tinto, sus títulos eran aburridos y carecían de importancia para mí, saqué uno de ellos con la esperanza de tener algo para ocupar mi mente en otra cosa que no fuera pensar en ese chico.
Caminé con el libro hasta el sofá en frente de la chimenea, y me senté lo más cómodo que pude. Al levantar la tapa del libro me pude dar cuenta de que tenía una portada falsa, lo que llamó mi atención, levanté aún más aquel pedazo de cartón viejo. El libro tenía un color dorado reluciente y sus paginas tenían bordes de ese mismo color, en la parte de arriba de la portada se encontraba el título escrito a mano con una tinta roja y una hermosa caligrafía, EL HILO ROJO DEL DESTINO
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