IV

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(Agustín)

¿Que me gustaba? Pfff. Eso era imposible. ¿Sí? ¿Era imposible? Amo a Sofi, y si a veces pienso en ella. Mucho. Pero no, es imposible que me guste.

Sip, éste fue todo el diálogo que tuve conmigo mismo cuando volvía a mi casa después de la escuela. Me había quedado pensando si podía ser cierto que me gustara Sofia.

Y la respuesta final era...

Redoble de tambores por favor...

No sé, esa es la respuesta. No tengo ni puta idea de lo que siento por Sofia.

Una mierda estar tan confundido. Necesitaba algo. Algo fuerte.

Quizás Jorge tenga algo para venderme. Seguí caminando por la calle, Kiara se había ofrecido a llevarme hasta mi casa, pero quería estar solo para poder pensar tranquilo, así que le agradecí y le dije que iba a caminar un poco.

Estaba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta que había llegado a la casa de Jorge. En realidad no estaba muy seguro de que fuera su casa. No creo que se arriesgue a que la policía encuentre drogas en su casa. Él es muy inteligente, así que, como no se si es su casa vamos a llamarla "La Guarida". Sacudo la cabeza y me rió de mi mismo por ser tan estúpido.

Tres golpes rápidos

Pausa

Dos golpes más

Pausa

Tres golpes lentos

Ese era el código. Si querías comprar drogas debías saber el código. La puerta se abrió lentamente, como si fuera una película de terror. Pero no lo era, claro que mi vida no era tan divertida.

- Agus - habló Jorge desde la oscuridad - ¿Otra vez por acá?

- Si, se me acabó lo otro

- Pero si te lo vendí ayer - me dijo algo alarmado - Agustín, eso te tendría que haber durado tres días por lo menos. Es muy fuerte.

Me encogí de hombros. No entendía porque se preocupaba. Yo era el que gastaba la plata, él la recibía. Debería estar feliz, ¿no?

Y como si me estuviera leyendo la mente dijo lo siguiente:

- Qué vos me compres me ayuda, pero sos muy joven, tenés 17 años. Te estás cagando la vida y no te das cuenta. Perdón, pero hoy no te voy a vender nada.

Me sacó, prácticamente a los empujones de "La Guarida" y cerró la puerta.

Me cerró la puerta.

En mi puta cara.

Tuve le impulso de golpear de nuevo pero no lo hice.

Blanquee los ojos y me fui. Intentar convencer a Jorge de algo... Ja, se podría considerar imposible. Él no era mi papá. Yo podía elegir si quería cagarme la vida o no.  A parte, de algo hay que morir.

Si mi mamá me hubiera escuchado decir eso tendría una mano marcada en mi mejilla. Odia que hable así.

Llegué a mi casa y oh sorpresa, estaba Kiara en la puerta esperándome. ¿Qué hacía acá? No entendí.

- Ey Agus - me saludó muy sonriente. Demasiado, que miedo.

-Kiara - contesté con una sonrisa - ¿Qué haces acá?

- Quería ver si habías llegado bien - como no dije nada continuó - Y si, estás bien, en una sola pieza. Genial, yo em... ya me voy. Chau.

- Bueno... chau, nos vemos después supongo.

Adolescencia Con Todas Las LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora