XIII

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(Agustín)

Pasé la noche pensando en lo que había pasado en la casa de Morena. Todavía me estaba preguntando por qué no había cortado el beso con Kiara. El beso me había gustado, y no había sido raro, pensé qué cómo éramos muy amigos iba a ser incómodo, pero no, todo lo contrario.

Se había sentido... bien.

Las dudas se arremolinaron en mi cabeza. Ya no sabía que mierda sentía. ¿Me gustaba Sofia? ¿Estaba empezando a sentir cosas por Kiara?

No, imbécil. A vos te gusta Sofia. Lo de Kiara fue solo un momento de debilidad.

Terminé el porro que estaba fumando en la ventana de mi habitación. Decidí ir a darme una ducha para despejar un poco mi cabeza.

Cuando terminé y ya estuve listo, fui directamente a la cocina, moría de hambre. Estaba comiendo una tostada cuando el celular vibró en mi bolsillo.

"Chicos no voy a poder pasar a buscarlos, tuve un problema"

Era un mensaje de Sofia, sabía que tipo de problema era. Dejé caer la tostada al suelo cuándo leí el mensaje, cerré mis puños, intenté no golpear nada. A Sofía la maltrataban hace dos años y no había nada que nosotros pudiéramos hacer.

Encendí otro porro y partí en dirección al colegio. Si, iba al colegio drogado, porque la vida era mejor cuando metía sustancias en mi cuerpo.

Pensamientos sobre que podría haber pasado con mi papá llenaron mi mente mientras caminaba. No me imaginaba que tan grave había sido la pelea como para que mi mamá se viniera a Argentina. Tenía muchas dudas sobre éste tema, pero sinceramente, no quería ver la cara de mi padre nunca en mi vida. Imaginaba cuánto había lastimado a mi mamá y solo sentía ganas de matarlo.

Estaba llegando a la calle del colegio cuando vi algo muy raro.

Kiara.

Con un chico, el cuál no conocía, estaban muy... cariñosos. No entendía nada. Quién era ese chico y por qué se me hacía tan conocido.

Aún mirándolos, crucé la calle. Una bocina me sacó de mis pensamientos, me hice a un lado algo aturdido, eso estuvo muy cerca, casi muero arrollado.

Empecé a reirme como un imbécil, porque eso era lo que era. 

- Agustín, ¿sos tonto? - la voz de Kiara se escuchó atrás mío.

Ah bien, vio todo mi espectáculo.

- Puede que si, puede que no - le respondí sonriendo.

Kiara frunció el ceño  y me analizó por unos segundos. Estaba por hablar pero el chico junto a ella le ganó.

- ¿Estás drogado?

- Pf, y a vos qué te importa - le dije mirándolo mal - Kiara, ¿qué haces acá con éste imbécil?

- ¿Perdón? - preguntó incrédulo el moreno

- Estás perdonado - le dije riendo. 

Mi amiga soltó una risita antes de intentar ponerse seria de nuevo. Me despedí de ellos porque ya me habían aburrido, a parte, no entendía nada de lo que me decían, me sentía muy adormecido.

Iba por los pasillos del colegio para llegar a mi aula cuando choque con una persona.

Me caí de culo al suelo, estaba por insultar en todos los idiomas a la persona culpable de mi caída cuando levanté la vista y me di cuenta de quién era.

- Señor Valí - la directora me observaba atentamente.

Mierda

- ¿Qué onda, direc? - contesté sonriendo - Perdón por chocar con usted, no estaba prestando atención   

Adolescencia Con Todas Las LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora