VII

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(Camila)

Oh si, fin de semana.

Oh no, no tengo ropa.

Se lo que están pensando, todas las mujeres alguna vez en nuestra vida hemos dicho la famosa frase "No tengo nada para ponerme" y por supuesto la gente piensa que estamos locas, pero no, puede que tengamos mucha ropa, pero si vos estas convencida de que tenes un cuerpo horrible, vas a ver todo horrible, hasta llegar al punto de no querer salir a ningún lado.

Estoy escuchando una canción muy pegadiza de Dua Lipa, sinceramente no soy muy fan de sus canciones pero ésta en particular está buenísima, bueno como decía, hace aproximadamente una hora estoy buscando algo decente para usar y poder ir a casa de Santiago. Habíamos quedado en ir a las diez, eran las nueve y Sofia pasaba por mi a las nueve y media.

Genial.

Me senté resignada en el suelo de mi habitación y agarré mi celular. Abrí el chat de Kiara, y le mandé un Whatsapp. Su repuesta llegó al segundo, una sonrisa apareció en mi cara, al menos no era la única que no sabia que ponerse.

- Hija ¿a qué hora te v... - mi mamá no pudo terminar su pregunta, juraría que su mandíbula llegó al suelo - Camila Santini, ¿Qué desastre has hecho en tu habitación? ¿Me querés matar de un ataque al corazón?

Puse los ojos en blanco, mi mamá era muy exagerada, era una limpiadora compulsiva. Se ponía realmente histérica si había mucho desorden.

Pequeño detalle, había ropa tirada por todos lados, literalmente.

- Perdón - le ofrecí una sonrisa inocente - Es que no se que ponerme, todo me queda horrible - continué ahora al borde del llanto.

Mi mamá me dio una mirada comprensiva, y se puso a revolver toda la ropa que se encontraba en suelo. No sé como encontró un pantalón azul francia que se adaptaba muy bien a mis piernas y a mi inexistente cintura. También encontró una blusa blanca simple y una campera de cuero negra. Si, definitivamente amaba a mi mamá.

Por supuesto no estaba del todo convencida con la ropa, pero me gustó.

- Sos hermosa, Camila, no tenés que odiarte tanto, amate tal cual sos - me dijo mi mamá mientras me abrazaba.

- Gracias, mami - dije abrazándola con mucha fuerza.

-Ahora ordenas todo este lío ya o no vas a ningún lado - dijo un poco molesta - ¿A qué hora te vas?

- Tipo nueve y media pasa Sofia por mi.

- Será mejor que te apures porque son las nueve y veinte - la miré con cara de perro mojado, dio un suspiro resignado - Está bien, cuando vuelvas ordenas, andá a terminar de arreglarte.

Asentí reiteradas veces, le di un beso en la mejilla y fui a mi baño a maquillarme un poco. Terminé justo en el momento en que mi celular sonó. Atendí, era Sofi.

- Estoy afuera, ¿ya estás lista? - preguntó

- Sí, ahora salgo.

Bajé, me despedí de mi mamá, la cual me dio la misma advertencia de siempre y salí.

Sofía estaba hermosa, tenía un cuerpo realmente envidiable, algo me decía que se había arreglado para una persona en particular. Le dediqué una sonrisa cómplice.

- ¿Por qué sonreís de esa manera? Me estás asustando - dijo fingiendo cara de espanto.

- Alguien está muy linda para cierta persona, cuyo nombre empieza con A y termina con gustín - dije sin quitar esa estúpida sonrisa de mi cara.

Adolescencia Con Todas Las LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora