Entre calles ✧ Bgyeom.©

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Jinyoung despertó amarrado a una silla preparada para aquello, de metal, era incomoda y ni hablar de lo apretado que se sentía su cuerpo en sí, sus muñecas, cintura y tobillos estaban atrapados, no podía moverse, era desesperante. El olor a putrefacción invadía el interior de las cuatro paredes, en el suelo había charcos de sangre seca, había herramientas, armas blancas de todo tipo conjunto a las armas de fuego, todas estas repartidas en repisas u mesas. El pelinegro intentó mantener la calma, su cabeza no le dejaba pensar con claridad, en su mente tenía a su madre y su mejor amigo; ambos "recién" fallecidos.

Notó una cámara de seguridad en una de las esquinas del tenebroso cuarto, estaba encendida, ¿en dónde estaba?

Cerró sus ojos para intentar recordar lo que había pasado, pero nada, no podía recordar nada, todo en blanco o solo escenas borrosas, su cabeza dolía como la mierda.

Sacudió su cabeza al sentirse frustrado. La puerta que estaba frente de él se abrió, entró un chico de piel blanca, su cabello color azabache caía a los costados, ojos brillantes y bajo de su ojo izquierdo un pequeño lunar. El chico le dedicó una sonrisa tierna que sorprendió a Jinyoung.

—Hola, Jinyoung, soy Youngjae—Se presentó el desconocido—, por ahora soy propietario de este cuarto, por lo cual me verás rondar por aquí muchas veces. ¡Prometo que de alguna forma te divertirás!

Jinyoung abrió su boca, aún sorprendido.

—¿Tú me trajiste a este lugar?—Apenas pudo modular, su garganta estaba seca.

—¿Yo? ¡No! Yo no me encargo de esas cosas feas—Habló infantilmente—. Me encargo de otras cosas más divertidas y menos feas, no entenderías porque me odiarías.

Youngjae se acercó con algo de cautela, la sonrisa que traía ahora era algo siniestra.

Lo que Jinyoung no percibía aún es que Choi Youngjae era otro enfermo más, era el culpable de inyectarle lo que se le diera la puta gana, el que cortó dedos, sacó piel, lo llenó de sangre ajena, Youngjae se divertía ver a Park desangrándose mientras estaba en los efectos de las múltiples drogas que le había inyectado, inhalado y tomado.

Qué divertido.

Te enseñé lo que es la verdadera diversión.

¿Ves el color?

¿Escuchas las estrellas?

¿Sientes como te desmoronas?

Cada partícula de tu maldito ser es inservible,

Debería(mo)s extingir(nos)te.

Cada espasmo,

Cada lloriqueo,

Cada gota de sangre,

Cada cosa que salía de ti en su tiempo era hermosa.

Pero que aburrido eres.

—¿Quieres ser libre, Park?—Escuchó la ronca voz de Jaebum, Jinyoung a penas abrió los ojos.

Tosió sangre, dolía tanto.

—Jaebum, ten piedad—Habló con voz seca y volvió a cerrar los ojos.

—Buen trabajo, Youngjae, solo suéltalo—La risa de Choi retumbó por lascuatro paredes.