7- Un Lirio En El Pantano

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—¡No me hagas daño!

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—¡No me hagas daño!

—¡No me comas, por favor! —suplicó otra voz al unísono con Snowzel. Se escuchaba igual de asustada.

Eso hizo que la rubia abriera los ojos hacia el monstruo con el que había chocado, mas no había ningún monstruo. Lo que se encontró fue a una chica también en el suelo que se hacía ovillo intentando protegerse. Pero pronto se percató también de su voz femenina.

Abrió sus ojos plateados y los dirigió hacia Snowzel. La examinó, confundida.

—Tú no eres la bestia —dijo la extraña cuyos largos cabellos eran de un brillante tono rubio rojizo.

Se puso de pie y fue la rubia quien la observó a detalle. Era hermosa y su rostro demostraba una audacia poco usual. Por sus prendas desgastadas, así como parchadas, quedaba claro que se trataba de una campesina de bajos recursos.

—Eh, no, no lo soy —admitió Snowzel después de unos segundos, sobando el chichón que se había formado en su frente por el golpe.

Se dio cuenta de que ambas se habían estrellado en la cabeza de la otra, de ahí que fuera tan duro el impacto.

—¿También vas a ser ofrenda para la Bestia? —preguntó la pelirroja, llevando su mano hacia su boca en gesto sorprendido.

—N-no... Solo... espero a alguien. Vamos de camino a mi casa, creo.

—¿Crees? ¿Por qué no estás segura? —cuestionó nuevamente la extraña ante la respuesta de la rubia.

—Realmente no sé si vamos en el camino correcto. Soy pésima ubicándome porque nunca salí de mi torre.

Aquella campesina entrecerró los ojos. Las preguntas empezaban a invadir su mente, despertadas por la curiosidad.

—¿Una torre? Suena horrible. ¿Te tenían secuestrada? —La chica miró las prendas de Snowzel. No podía ser así. Se notaba que era de la alta sociedad, incluso el vestido que portaba lucía bordados en oro y plata. ¡Y ella que apenas tenía para comer!

—Oh, para nada, no era un secuestro... —Snowzel comenzó a incomodarse ante el interrogatorio. Ni siquiera la conocía, ¿por qué iba a confiar en ella?

La extraña se percató de la actitud de pronto reticente hacia su presencia. Nuevamente lo había hecho.

—Lo lamento, suelo ser demasiado...

—¿Chismosa? —interrumpió Snowzel, levantando una ceja.

—Iba a decir preguntona, pero también es una forma de verlo. —Sacudió la cabeza y extendió la mano derecha—. En todo caso, hola, soy Lily.

La rubia agradeció el gesto y lo tomó con una enorme sonrisa. Su primer contacto con otra chica, y parecía tener su edad.

—Soy Snowzel. Y ahora yo te preguntaré; ¿por qué buscas a una bestia?

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