9- Dudas Y Confusiones

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«El terror me invade a cada segundo que pasa, trato de escapar, pero las cuerdas que me detienen se ajustan a mi cuerpo y se ciñen en cualquier movimiento que hago, como serpientes

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«El terror me invade a cada segundo que pasa, trato de escapar, pero las cuerdas que me detienen se ajustan a mi cuerpo y se ciñen en cualquier movimiento que hago, como serpientes. He vuelto a mi torre, a lo que he llamado hogar, no obstante todo el lugar ha cambiado. Mis cosas han sido destruidas y los murales en las paredes han sido acabadas por el paso del tiempo. No sé por cuánto me he ausentado o siquiera si lo he hecho, tengo un aspecto como si hubiera sido retenida ahí por años.

Mi cabello usualmente largo ha crecido más de quince metros, se ve áspero, reseco así como falto de vida, la cabeza me pesa por el dolor. Es demasiado arrastrar tanta cantidad de pelo muerto. Detrás de mí, está mi verdugo, sosteniendo las cuerdas. Ordenándoles que me corten el aire por medio de las notas que salen de su flauta.

Las lágrimas llenan mis ojos, la tortura se vuelve insoportable. Mis huesos comienzan a desistir, el crujido de ellos empieza a acompañar el sonido del instrumento de aire. Abro la boca para gritar, pedir ayuda, mas no sale nada, solo un dejo de sangre por mis órganos siendo perforados por mis propias costillas. No puedo más y mis instintos de supervivencia se van apagando, resignándose a su destino.

—¡Snowzel, deja caer tu cabello! —La voz procede de alguien debajo de la torre. Esa voz masculina que aprendí a diferenciar como mi príncipe salvador.

Quiero ir hacia él, tenderle el manto rubio que es mi cabellera y dejarlo subir por ella. Para mi sorpresa, es Cat quien obedece mis órdenes, lanzándola por la ventana para que ascienda por ella.

Siento los tirones que da en el cuero de mi cabeza, pero no me quejo. Todo por salir de ahí montada entre sus brazos. La silueta de mi chico de madera asoma por el balcón y a los segundos se materializa frente a mí.

Su rostro se ilumina al localizarme y se abre en esa preciosa sonrisa que me hechiza. Se acerca, piensa liberarme para rescatarme de aquel insoportable lugar. Pero me pasa de largo, va hacia Cat, mi verdugo.

Ella lo recibe con los brazos abiertos y presencio frente a mí, como se juntan sus labios en un apasionado beso. Mi corazón se rompe como si fuera un cristal haciéndose pedazos.

¿Pin... hood? —balbuceo sintiendo las lágrimas así como la sangre invadir mi cuerpo, saliendo de mi rostro y tiñendo lo que se encuentran al paso.

Él me dedica una mirada maliciosa mientras se acerca a mí, buscando ajustar más las cuerdas que me envuelven. Empiezo a perder el conocimiento, estoy falta de fuerzas, ya no quiero seguir soportando este dolor. Siento mis ojos cerrarse contra mi voluntad. Todavía no, por favor.

Adiós, niñita. »

Snowzel se levantó de golpe, su respiración era agitada y se encontraba cubierta en sudor frío. Llevó una mano a su corazón, latía desbocado, aquella pesadilla se había sentido muy real.

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