28- Corazón De Hielo

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«Salto de la rama donde me encuentro apoyado para llegar al suelo

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«Salto de la rama donde me encuentro apoyado para llegar al suelo. La silueta femenina envuelta en una capa que cubre su identidad retrocede, como si estuviese en presencia de un monstruo. No me mira. Sus ojos están perdidos en el cadáver que acaba de caer a sus pies.

—Lo mataste... —informa la voz conocida con un susurro casi quedo. Si no tuviera tan buen oído no habría escuchado nada.

Voy hasta el cuerpo. Saco la flecha que impacté contra su corazón y la sacudo para quitar el exceso de sangre. Debo llenar mi carcaj, no tengo municiones para desperdiciar en estos forajidos. Observo a la joven delante mío. Ella por fin levanta la mirada y nuestros ojos se encuentran. Algo ha cambiado. Aprieta con ambas manos la capucha que envuelve su cabeza, parece temerosa de que deje su aspecto al descubierto.

Chasqueo la lengua y alzo la ceja, un tanto divertido por la frase que la chica soltó al aire.

—Bueno, sí, no podía dejarlo vivo. Esta escoria se habría aprovechado de ti apenas se presentara la oportunidad. ¿Crees que se te acercó porque quería ser tu amigo? —le cuestiono con sarcasmo dando una leve patada al sucio forajido que ahora se ahoga en su sangre.

—¿Pero, matarlo? No eres mejor persona por ejecutar un juicio que no te corresponde a ti. No eres nadie para decidir quién merece morir —reprocha, desviando sus ojos azules, como si no fuera capaz de sostenerme la mirada por más tiempo—. Matar a un asesino no reduce el número.

¿De verdad me va a venir a mí con moralidad? ¡Por favor! Este bosque, estos territorios no saben de principios. O matas o te matan, la ley del más fuerte y el más adaptado. Me encojo de hombros, aparentando indiferencia.

—Por eso te aseguras de asesinar a varios... Ya después me darás las gracias como se debe —le aseguro con una socarrona sonrisa. ¿Las mujeres siempre tienden a exagerar tanto o es un caso especial?

Ella menea la cabeza. Está enfadada, casi echando humos por las orejas. La conozco lo suficiente como para saber que volví a hacer algo con lo que no está de acuerdo. Seguro que se viene el sermón. Siempre que aparece delante mío es para querer imponerme una lección. ¡Qué fastidio!

—El día que la violencia no sea necesaria, ese día dejaré de usarla. Pero, para tu desgracia entre más vivo más me doy cuenta de que es imposible evitarla —finalizo el tema girándome sobre mis tobillos. No tengo tiempo para perderlo con ella.

—Escúchame bien; apenas pueda cambiaré esa forma en ti de verlo —amenaza antes de que me aleje por completo

Pinhood tragó, o al menos lo intentó. Se sujetaba la cabeza con ambas manos mientras estaba hecho ovillo sobre sus pantorrillas. ¿Qué había sido eso? ¿Qué le pasaba? ¿Una pesadilla? Debía serlo. Era la definición que Snowzel le había dado... Su respiración estaba alterada, ni siquiera necesitaba de jalar aire, pero el títere lo hacía por inercia cada vez más rápido. La sensación de vértigo lo envolvió, le costaba enfocar la mirada. Cerró los ojos, tratando de evocar aquella escena otra vez. Su memoria respondió con una punzada que le llegó a causar dolor. Tan pronto como había llegado a su mente había desaparecido.

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