Capítulo 27

20 1 0
                                    

CAPITULO XXVII

POV SAMANTA

Han pasado días desde la última vez que vi a Peter, no sé cómo verlo a los ojos después del beso que no dimos "después de que lo besaste" me recuerda mi estúpido subconsciente, los primeros días fue fácil evitarlo, pero cuando llego el lunes tuve que ingeniármelas para inventar en la escuela que salí de viaje con mis padres, por supuesto él sabe que eso es mentira, pero me las ingenie para que no me encontrara en casa las 4 veces que fue a buscarme, por lo menos este día no tendré que lidiar con él, pero sé que no será para siempre.

Estoy tranquilamente en mi habitación leyendo como por quinta vez uno de mis libros favoritos, disfrutando de mi soledad, cuando escucho unos pasos en el pasillo de mi habitación lo primero que pienso es en nada, luego recuerdo que mis padres no están y mis sentidos se ponen alerta, busco algo muy pesado para golpear al posible ladrón, pero no encuentro nada, asi que tomo lo primero que está en mi campo de visión, abro un poco mi puerta y lo primero que veo es la silueta de alguien entrando en la habitación de enfrente, la de Jonathan, a veces pienso que debí portarme muy mal en mi vida pasada para que el karma sea una perra conmigo en esta vida, espero mínimo haberlo disfrutado mucho.

-Joder – susurro lo más bajo que puedo, pero parece que no fue suficiente ya que mi primo gira su cuerpo en mi dirección, desde aquí se ve cansado, y por primera vez en mucho tiempo no le tengo miedo.

-Lo siento, pensé que no estarías en casa –se rasca la nuca, sé que eso solo lo hace cuando está nervioso- no tengo lavadora en el lugar donde me quedo, así que necesito más ropa limpia – me ofrece un sonrisa tímida, y sé que me dice la verdad.

-Te ves cansado, ¿has dormido bien?- la pregunta nos sorprende a ambos, y noto como el mira al suelo, lo sabía, no está bien -¿Dónde te estas quedando? –sé que no debería preocuparme por él, pero no puedo cambiar el hecho de que aún me importa, joder, tuvimos muchos años buenos antes de que el me jodiera - ¿y bien? – insisto al notar que no contesta ninguna de mis preguntas.

El mira sus manos y respira hondo- no he dormido bien, ¿tan mal me veo? – Trata de forzar una sonrisa, pero parece más bien una mueca – estoy quedándome con Zed –cruzo mis brazos cuando el voltea a verme y arqueo mi ceja, sé que está mintiendo – bien, estoy quedándome en su cochera, que es casi lo mismo a quedarme con él.

Siento un poco de lastima por mi estúpido primo, mientras yo tengo la casa sola, él tiene que dormir en una sucia cochera fría. La parte solidaria de mi ser quiere decirle que se quede aquí, que no me molesta, pero la parte rencorosa, aquella más herida por los años, me dice que le reviente una maseta en la cabeza. Sé que me arrepentiré de esto, pero no puedo dejarlo solo, no soy tan mierda como para hacerlo.

-¿Sabes que puedes quedarte aquí verdad? – le digo en un tono calmado a pesar de que por dentro estoy temblando de miedo por tentar tanto a mi suerte. El abre los ojos como platos ante mi pregunta, no se lo esperaba.

-Tu y yo hicimos un trato, Sam. Yo te dejo tranquila y a cambio saldremos una vez por semana.

-El trato es un mierda –gruño por lo bajo – quédate aquí, duerme bien, en una cama de verdad, y descansa. Solo no te metas conmigo y estaremos bien, podemos tener una conversación civilizada cuando bajes a desayunar mañana. No te lo voy a proponer dos veces, así que tómalo o déjalo, digo mientras regreso a mi habitación y cierro la puerta. Dejo salir todo el aire que tenía contenido, no se cómo dije todo eso sin que mi voz temblara o me desmayara.

Escucho como Jonathan se acerca a mi puerta y suspira del otro lado, luego sus pasos se alejan y una puerta se cierra. Se ha quedado, espero no haber cometido un error. Pongo seguro a mi puerta y avanzo a la cama, ya son casi las 10 pm, me meto a la cama y siento como poco a poco me pongo en los brazos de Morfeo.

***

Gritos de terror, es lo que mis oídos detectan al levantarme de golpe, el reloj de mi celular anuncia las 4 am, tardo un poco en procesar que no estoy sola en casa, mi primo se quedó. Me pongo alerta enseguida, si alguien entro a casa no tengo ninguna oportunidad.

-¡NO!- se escucha fuerte desde más allá de mi puerta.

Esta vez no dudo ni un instante y salgo disparada de mi cama, el pasillo que separa las dos habitaciones está a obscuras pero conozco está a casa como la palma de mi mano, no tardo en encontrar la perilla de la puerta, me sorprende que esta habitación este un poco iluminada con una pequeña lámpara. Examino la habitación minuciosamente, pero dentro de ella solo estamos mi primo y yo. Esta empapado en sudor y se remueve incomodo en la cama "tiene pesadillas"

-¡SAM, NO!- grita de nuevo, pero esta vez parece que siente mucho dolor, una lagrima rueda por su mejilla izquierda.

-Jonathan- digo en apenas un susurro mientras me acerco sigilosamente a su cama- oye, Jonathan, es solo una pesadilla – me siento como una estúpida haciendo esto, pierdo la compostura y empiezo a mover desesperadamente el brazo de mi primo. Me sobresalto cuando abre de lleno los ojos.

-Sam –dice confundido y aliviado. Su pecho se mueve agitadamente y el sudor empapa su frente, tiene las pupilas dilatadas y las manos temblorosas, trata de ocultarlo pero no se puede.

-Tu... tenías una pesadilla –digo nerviosa

-Perdón por despertarte – dice después de un rato – no era mi intención.

-No te preocupes, si ya estas mejor creo que volveré a mi habitación – veo que abre la boca para decir algo, pero nada sale. Camino a la puerta y antes de cerrarla escucho un "gracias" que parece mas bien un suspiro – buenas noches, Jonathan.

***

El sonido de sartenes cayendo interrumpe mi sueño de nuevo, veo la pantalla de mi celular y no puedo creer que sea tan tarde. Me levanto y trato de procesar lo que sucede.

Bajo despacio las escaleras y entro sin hacer sonido a la cocina, me sorprende ver a Jonathan tratando de cocinar algo, estoy muy concentrada observándolo y recordando todas las mañanas de mi infancia que fueron iguales, yo me despertaba hasta tarde mientras mi primo se encargaba de hacerme un desayuno delicioso, borro casi inmediatamente ese recuerdo y me reprendo a mí misma por ello.

-Hay gente durmiendo arriba – digo para llamar su atención mientras me coloco en el punto más lejano a él.

-Lo siento, no pensé que haría tanto ruido – me dice con un todo de disculpa y agachando la cabeza. Me siento mal por ser tan ruda con él, cuando solo quiere arreglar un poco de su mierda- pero el desayuno está listo- miro que una sonrisa tímida se forma en su cara y luego desaparece al ver que no contesto el gesto- perdón, debí pregunta primero.

-No te preocupes, solo me pareció...raro –digo para aliviar un poco su pena, aunque no se merece tanto de mi parte - ¿descánsate bien?- pregunto más bien por cortesía.

-Sí, muchas gracias por dejarme estar aquí. Sé que es difícil, yo... - se queda pensando un poco sus palabras, pero yo no estoy lista para escuchar lo que sea que tenga que decir.

-Sera mejor que no digas nada, Jonathan, solo desayunemos y no hagas algo estúpido – eso ultimo lo decía más para mí, aun es difícil están tan cerca suyo sin cagarme del miedo. Veo como lleva dos platos a la mesa, agradezco cuando los coloca uno alejado del otro. Me acerco y tomo uno de los dos lugares, empiezo a comer y Jonathan hace lo mismo, lo observo un poco y aun luce muy cansado, hasta un poco más delgado- ¿Estas comiendo bien? ¿Estas enfermo?

-Yo...- casi puedo escuchar como su cabeza va a mil por hora tratando de inventar una excusa, levanto una ceja y el desvía la mirada, suelta un suspiro y su mirada se vuelve triste- aun me conoces bien – me dedica una sonrisa triste, y yo empiezo a compadecer a este hombre frente a mí- no quería decirte nada, porque sé que no te interesa lo que me pase, pero no la he pasado bien, no es para causarte lastima –yo pongo los ojos en blanco ante su comentario – mejor no toquemos es tema, por favor.

-Sabes que aun puedes confiar en mí – él se sorprende ante mi comentario, y me siento mal al ver como él ha estado sufriendo. Siempre pensé que su sufrimiento me traería felicidad, pero al verlo de esa manera me doy cuenta que a pesar de que aún le tengo rencor, también le guardo un poco de cariño, al fin y al cabo, tuvimos buenos años "antes de que él te hiciera lo que te hizo" me recuerda mi subconsciente.

Polos Opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora