Capítulo 5- El bosque

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Parte 5-

Me tumbé en la cama. No podía dejar de sonreír. había sido...un día perfecto.

Me puse a recordar:

Estábamos tan juntos que notaba su aliento helador y eso me encantaba haciéndome sonreír y ruborizarme a la vez por la cercanía.

—Esta bien—susurré.
Él solo me observaba. Miraba mis ojos, mis labios, y volvía a mi ojos.  Era extraño tenerle tan cerca, pero no me molestaba. Era tan perfecto...
—Ven conmigo—susurró, pues no necesitaba mas voz para que pudiese oirle.
—¿Dónde?

Se puso en pie y me ayudo a levantarme. No tardamos ni diez minutos en cruzar todo el instituto para llegar a la puerta que daba a la calle. Allí ambos miramos al frente. Él se veía muy seguro de lo que hacía, como si no fuese la primera vez que iba a saltarse las clases para hacer cualquier otra cosa.

—No podemos salir...—susurré.
—si podemos—sacó algo que parecía un pase—el director nos lo permite.

sonrió y no pude evitar hacerlo con él.
Salimos de la academia sin ningún problema y subimos al coche negro de Gerard.

En 15 minutos el coche se estacionó en frente de la entrada de un bosque. Miré a Gerard.
«¿Qué hacemos aquí?» me pregunté.
Gerard bajo del coche, se dirigió a mi puerta y me abrió. Sonreí mientras le daba las gracias.

Comenzamos a caminar adentrándonos es el bosque. En un principio, aquel lugar me daba miedo, pero después miraba a Gerard y el miedo desaparecia como si jamad hubiese existido.

Caminamos y caminamos por un buen rato sin decir nada hasta que llegamos a un claro donde Ferard dejo de caminar y se sentó en la hierba. yo junto a él. Este se me quedo mirando con su mirada penetrante que me impedía dejar de mirarle.

—¿Por...Por qué me has traido aquí?
—Es un lugar tranquilo. ¿No crees?
—Si...pero tengo algo de miedo...aquí hay todo tipo de animales.
Gerard sonrió de lado.
—si, por ejemplo, lobos.
—Por ejemplo...—susurré.
Gerard me acarició la mejilla, al parecer, no quería que me sintiera nerviosa. Le dediqué una sonrisa.
—Este bosque es mi refugio cuando estoy  angustiado.
—¿Vienes mucho  aquí?
—Una vez al día.
Reí un  poco por su  comentario, aunque me daba pena que estuviese siempre angustiado.
—¿Quieres que te enseñe el lugar?—preguntó mirandome a los ojos.
Asentí. Si Gerard siempre venía aquí seguro que podría descubrir algo de él si estaba por el bosque.

Pasamos todo el día en el bosque. Nunca pensé que fuera tan grande

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