Capítulo Dos

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Doy un salto al ver que la caja comienza a brillar con fuerza. Me hace daño a los ojos y la alejo un poco de mí, sin soltarla. Empieza a moverse en mis manos, como si hubiese algo dentro que está luchando por salir. Me da la sensación de que va a estallar.

—Perdona— una mano pálida me arrebata la caja y yo abro los ojos y me encuentro con un pelirrojo de ojos dorados, piel pálida y sonrisa brillante, muy atractivo. Está vestido con una camisa blanca, un chaleco vaquero marrón y unos vaqueros negros —. Esto es mío, lo estaba buscando.

—¡A-ah!— reacciono —Lo siento mucho, la he encontrado en frente de mi puerta.

El chico me sonríe a modo de disculpa y el corazón se me acelera. Me muerdo el interior de la mejilla y me meto las manos en los bolsillos de la chaqueta.

—¿Vives aquí?— se me ocurre preguntar. Él me mira, todavía con la caja azul en su mano. Para mi sorpresa, ha dejado de temblar y de brillar. Me pregunto qué es lo que hay dentro de esa caja.

—A partir de hoy, sí— responde —¿Tú también?

Señalo mi puerta y él ríe.

—Entonces ya he conocido a una vecina— me extiende su mano libre —. Soy Jason, ¿y tú?

—Giselle— estrecho su mano encantada. Es caliente, y tiene la piel muy suave —, pero te agradecería que me llamases Gisa.

—Me gusta. Es un nombre original.

Me sonrojo. Nadie antes había dicho eso de mi nombre, y a mí ni siquiera me gusta, por eso le pido a todo el mundo que me llamen Gisa.

—Gracias, Jason— sonrío ampliente. La triste realidad es que, desde que me mudé a este apartamento, no he tenido ocasión de relacionarme con ninguno de mis vecinos, y tampoco es como si yo quisiera. Pero este chico me parece amable, encantador. Y es guapo —Bueno— salto, soltando su mano de golpe —, ya es tarde, así que voy a...

—Por supuesto— me interrumpe —, que tengas una buena noche.

Vuelvo a sonreír, encantada.

—Igualmente— me despido con la mano —. Buenas noches.

Entro en casa y lo primero que hago es quitarme los zapatos. Cierro la puerta detrás de mí y enciendo la luz, que parpadea un poco al principio. Dejo el bolso en la mesa del salón y voy directamente a mi habitación. Me quito la ropa, me cambio al pijama y me dejo caer en la cama. Al instante, caigo en un profundo sueño.

El café se derrama un poco por la encimera de mármol de la cocina cuando suelto la taza. Me chupo el dedo pulgar, que tiene una quemadura leve, tras soltar un gemido.

—¿Gisa?

—Sí, sí, dime— respondo, rápidamente.

—¡Que te he conseguido un trabajo, tonta!— me termina de despertar Jessica. Mis ojos se abren de golpe y ahogo un grito tapándome la boca.

—¿¡Cómo has hecho eso!? ¡Si no has tardado ni un día! ¡Y yo llevo buscando desde hace tres meses!— pregunto, demandando una respuesta.

—Mi prima trabaja como encargada en una tienda de ropa, y me ha dicho que necesita más cajeros para que atiendan a los clientes, porque el negocio está creciendo bastante y cada vez entra más gente— me responde —. Empiezas esta tarde: tienes el turno de tres y media a nueve y media. ¡Mucha suerte!

—¡Gracias, Jess!— bramo, eufórica —¡Gracias, gracias, gracias!

Cuelgo el teléfono y me bebo el café rápidamente, sin importarme lo caliente que está. Me quema la garganta, pero no me duele.

Dejo la taza en el fregadero y miro la hora en el reloj analógico que hay colgado en la pared del salón. Aunque va cinco minutos atrasado, sé que son las doce menos cuarto, así que corro rápidamente al baño para ducharme, lavarme los dientes y prepararme para estar presentable en mi primer día de trabajo.

Termino de secarme el pelo y de colocarme la camiseta por dentro de mis vaqueros ajustados. Me pongo una chaqueta de cuero rojo y unas botas marrones con poco tacón. Me echo un poco de rímel y me pinto los labios con un brillo de color rosa, para que no llame mucho la atención. Cojo las llaves y salgo de casa casi corriendo.

Aparco el choche en el parking que hay en la parte de atrás de la tienda. Salgo del coche y entro por la puerta de cristal, que está apartada para no tener que ser empujada. Cuando entro, paso al lado de unos detectores y me oriento por los pasillos hasta llegar a un montón de mostradores en los que varias personas jóvenes están atendiendo a muchas personas. Una chica de cabello blanco, teñido, se da cuenta de mi presencia y se acerca a mí tras atravesar una estantería llena de zapatos femeninos.

—¡Buenas tardes!— me saluda, enérgica —¿Puedo ayudarte en algo?

—No, no. Vengo por el puesto de cajera. Una amiga me dijo que me había conseguido el trabajo.

—¡Ah, sí!— la chica me enseña las palmas de sus manos para indicarme que espere. Se va un momento y, después de unos segundos, regresa con una chica muy parecida a Jessica: el cabello castaño y láceo, recogido en una cola alta, la piel morena, los ojos verdes y delgada. Ella me sonríe, con unos labios pintados de marrón matte. Está muy maquillada y viste con un traje azul marino y una camisa blanca muy elegante con los dos primeros botones desabrochados, mostrando su largo cuello. 

—¿Tú eres la amiga de Jessica?

—Sí— asiento.

—Pues ven conmigo, que te voy a indicar dónde tienes que ponerte.

La sigo hasta un pequeño cuarto al lado del almacén, donde me asigna una taquilla para guardar mis cosas y me entrega una especie de chaleco de color negro con el nombre de la tienda en cursiva colocado en el lateral derecho del pecho. A los cinco minutos salgo ya preparada y con las instrucciones básicas en la mente. No tardo en seguir a mis otros dos compañeros y a atender a los clientes.

—Ten cuidado, novata— me advierte Abby —. No todos los clientes son amables.

—Lo sé— abro la caja registradora introduciendo el código que me ha dado la prima de Jessica y meto el dinero. Saco un par de monedas, el recibo y se lo entrego al hombre que tengo delante de mí —. Que tenga un buen día— él me sonríe y se marcha. 

—Bueno, para ser tu primer día, no ha sido tan malo— me dice Abby, dándome una palmadita en la espalda para animarme. Nos acabamos de conocer y ya es como si fuésemos amigas íntimas. 

—Sí, seguro que ya mañana lo llevas mejor— Kayden me sonríe y mis mejillas se sonrojan.

—Eso espero.

Al regresar a casa, ceno algo rápido y me voy a la cama, agotada.

Stockholm[Jason the toymaker]© Book 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora