Capítulo Ocho

622 91 8
                                    

—¡Podrías haberlo matado!— señalo la puerta para referirme a Kayden, con los ojos muy abierto y la voz temblorosa, a pesar de que me estoy intentando esforzar para esconder el miedo. Sus labios, serios, se fruncen ligeramente y él se gira para verme de frente.

—¿Eso no te habría gustado?

—¡Pues claro que no!— grito, atacada —¡Por el amor de Dios, Jason, es una persona!

—Quería aprovecharse de tu amabilidad— me responde.

—¡Me estaba negando!— me defiendo, señalándome a mí misma con las manos. No quiero alzar la voz, pero estoy tan asustada y estresada que no puedo evitar gritar.

—¿Es que te gusta? ¿Te gustan esa clase de hombres tan simples y asquerosos?

Es como si me estuviera acusando de algo horrible.

—¡No!— contesto, aunque no es una respuesta sincera. Yo siempre he sido la clase de chica a la que le han llamado la atención los hombres descarados y malotes, pero nunca me ha gustado una persona que faltase al respeto a los demás o fuese grosera. Jason había empezado con muy buenos puntos, pero había bajado en picado con todo, hasta el punto en que ahora le tenía miedo —Ya basta. Vete, por favor. 

Simplemente no puedo dejar que siga aquí. Estoy estresada y nerviosa, soy incapaz de mirarle a la cara, temiendo que sus ojos vuelvan a cambiar de color y se ponga agresivo de nuevo. Él, por otro lado, se me queda mirando con seriedad. Su mano se alarga hacia mí para tocar mi pelo, pero yo retrocedo y desvío la mirada.

—Por favor, Jason— cierro los ojos y escucho sus pasos alejarse después de unos largos segundos de silencio. Finalmente, escucho la puerta abrirse y cerrarse y, automáticamente, me dejo caer al suelo de rodillas con una mano en el pecho, sintiendo el corazón a punto de estallarme por el miedo.

Después de comer, una voz que ya me siento más tranquila, me dejo caer en el sofá para poner un rato la televisión. La muñeca permanece sobre la mesa pequeña, la he dejado ahí después de todo lo sucedido por la mañana. Cuando encuentro una película que parece estar mínimamente bien, mi móvil vibra sobre la mesa grande y tengo que levantarme del sofá para cogerlo. 

—¿Hola?

—¡Giselle!— la alarmada voz de Abby me hace pegar un respingo del susto —¿¡Cómo es que Kayden me acaba de llamar diciéndome que tu novio casi lo mata en tu casa!?

Me muerdo el labio inferior al escucharlo. Era de esperar que Kayden se lo dijera, estaba cabreado y muy asustado. 

—Jason no es mi novio...— murmuro.

—¡Contesta a la pregunta!— me exige —¿¡No será que estás en una relación tóxica!? ¡Dime que no es eso, por favor! ¿De verdad ese chico es tan celoso que llega a tal punto? ¡Deberías dejarlo ya mismo antes de que vaya a peor!

Suelto un profundo suspiro. Le acabo de decir que Jason no es mi novio y ella sigue pensando lo contrario. A pesar de eso, decido contarle lo que había sucedido un par de horas atrás. 

—¿Cómo está Kayden?— pregunto, caminando por todo el salón y después de bajarle el volumen a la televisión para poder escuchar mejor a mi compañera. 

—Está encerrado en su apartamento, muy cabreado. Se niega a salir esta noche, dice que no está de humor— responde. Su tono de preocupación cambia a uno de incredulidad —. Yo creo que se ha asustado tanto que tiene miedo a encontrarse con ese tío una vez salga de casa. 

Trago saliva. No puedo evitar sentirme culpable por lo que ha sucedido. 

—Lo siento— murmuro —. La verdad es que no sé qué es lo que ha sucedido. Jamás pensé que Jason sería alguien así. Siempre le he visto tan tranquilo y sensato...

—También es que le conoces muy poco, cariño— me recuerda ella. 

Tiene razón.

Mi corazón me da un vuelco cuando recuerdo el momento en el que él y yo nos subimos al ascensor y nos besamos. Un escalofrío me recorre la espalda y me giro a ver a la muñeca, que está sentada sobre la mesa pequeña, mirándome fijamente. 

Genial. Ahora me siento todavía peor. 

—Yo creo que a ti te conviene alejarte de él, conocer gente nueva. 

Me rasco la nuca y me peino el cabello con los dedos. 

—No lo sé, Abby...

—Claro que sí— asegura ella —. Oye, vente con nosotras a la fiesta de esta noche. Daisy y Jessica van a venir. Como Kayden no se apunta, será una noche solo de chicas. 

Rio ante su entusiasmo. Sin embargo, no estoy muy de humor para salir esta noche. Todavía sigo un poco alterada por lo que ha pasado esta mañana y ni siquiera sé si fue real o cosa de mi imaginación lo que vi en los ojos de Jason.

—No sé si...

—¡Vamos!— me insta mi compañera, poniendo la voz más aguda al otro lado de la línea. 

—Abby, no me vas a convencer así...

—Jo, venga, solo una hora— sugiere —. Si cuando pasen los sesenta minutos quieres volver a casa, Daisy te acompañará.

Sí, claro. Pídele a la jefa que te lleve a casa para estrechar lazos.

—No quiero ser una carga para vosotras.

—No lo serás. Daisy no suele beber alcohol, así que siempre la asignamos conductora cada vez que salimos de fiesta.

Un pequeño gemido sale de mis labios y me siento en el sofá, pensando si ir o no. Cuando vivía en casa de mis padres había salido alguna que otra vez con mis compañeros de universidad y con Jessica mucho antes de que me echaran. No me parece una mala idea volver a salir con ella como si todo volviera a ser como antes, ahora que soy autosuficiente y estoy empezando a ganar dinero por mi cuenta. 

—¿A qué hora y dónde?

Abby suelta un grito de entusiasmo que casi me deja sorda del oído derecho. 

—Hemos quedado a las ocho y media en la puerta de nuestra tienda. Una calle más arriba hay una discoteca que abrió hace unos meses. 

—¿Una discoteca? 

—Así es, amiga mía. 

Pongo los ojos en blanco y me retiro el flequillo de la frente con los dedos. 

—Muy bien, allí estaré- accedo. 

—¡Genial! ¡Nos vemos allí!

Cuelgo y lanzo el móvil al otro extremo del sofá. Después, me levanto y cojo a la pequeña muñeca, voy hacia mi habitación y la dejo en la estantería. El reloj digital me indican que son las cinco y media pasadas de la tarde, por lo que todavía tengo tiempo para prepararme. 

Abro el armario y comienzo a buscar un conjunto apropiado para salir esta noche. 

Stockholm[Jason the toymaker]© Book 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora