Capítulo Siete

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A la mañana siguiente, me levanto a las ocho y media pasadas después de hacer un esfuerzo inútil por seguir durmiendo. Había dormido de espaldas a la estantería en la que había colocado la muñeca toda la noche. Por alguna razón, esa pequeña cosita me hace sentir muy incomoda. Además, cuando me he levantado de la cama, no la he visto en la estantería. La he buscado por toda la habitación, pero no la he encontrado.

¿Y si se me ha caído debajo de la cama? Luego la buscaré de nuevo.

Bierto un poco de café en el interior de mi taza de porcelana blanca y le echo leche y azúcar para evitar que sepa amargo. Afortunadamente, hoy es sábado y no tengo que que ir a trabajar, así que tengo tiempo para relajarme.

Le doy un sorbo al café y me recargo en la encimera de la cocina, mientras me quedo viendo la camiseta de Kiss que llevo puesta, me queda grande y la uso como pijama debajo de unos pantalones cortos rojos. Tengo el cabello seco y algo enredado.

Tal vez no deba salir de casa hoy, podría quedarme en casa tranquilamente y ver algo en la televisión. Pero he estado tanto tiempo encerrada en casa y buscando trabajo, que es lo último que me apetece.

Después de terminarme el café y recoger todo en la cocina, cojo el móvil de la encimera y lo desbloqueo para enviarle un mensaje a Jessica, por si podíamos salir juntas hoy. Obviamente, me respondió de inmediato. No obstante, antes de que pudiera leer el mensaje, alguien toca el timbre de la puerta.

¿Y si es Jason?

Me arreglo un poco el cabello con los dedos mientras voy hacia la puerta y giro el picaporte, encontrándome con los ojos azules de Kayden, que está alzando una ceja y sonriendo de forma ladina.

—Hola, Kayden— lo saludo, con una pequeña sonrisa y ocultando la decepción que me crece en el pecho.

—Hola, Elle— frunzo ligeramente el cejo mientras él da zancadas hacia mí, invitándose a pasar sin que yo le diga nada. Accede al recibidor y se peina el cabello con las manos, echándose el flequillo castaño hacia atrás —¿Cómo estás?

—Eh... bien, gracias...— respondo, cerrando la puerta tras él —¿Ocurre algo?

—No, simplemente me apetecía venir a verte— se da la vuelta y me mira con una sonrisa más amplia —¿Es que no puedo visitar a mi chica?

Cretino.

Me cruzo de brazos y camino hacia él para plantado cara.

—No soy tu chica— decreto. Él se ríe.

—Claro que sí— me corta el paso antes de que pueda pasar a su lado —. Esta noche Abby y yo íbamos a ir a una fiesta, ¿te apuntas? Podríamos ir juntos, yo iría a buscarte, y...— sus ojos dejan de mirarme y viajan hasta el salón. Yo me doy la vuelta para saber qué le ha llamado la atención. Entonces, me encuentro con los ojos oscuros de la muñeca que me hizo Jason, sentada en la mesa de madera pequeña frente al sofá, nos está mirando a los dos.

La sensación incómoda vuelve a aflorar en mi estómago.

—¿Qué demonios es eso?— cuestiona Kayden, sin ocultar su tono de voz asqueado.

—Es un regalo— respondo rápidamente.

—¿Esa cosa? ¡Pero si es horrible!— a parte de la sensación de incomodidad, la ira apareció y apreté los puños —¿Fue el pelirrojo ese quien te la regaló? ¿De verdad te gusta?

—¿Por qué no dejas de insultar?— le grito, poniéndome frente a la muñeca para que deje de mirarla con asco —No pienso ir a esa fiesta contigo. Vete.

—Oh, vamos, Elle...

—No me llamo Elle. Vete— señalé la puerta con la cabeza.

—No te pongas así, era una broma— su mano tomó la mía y la alza para acariciarme los nudillos con el pulgar —Solo estaba...

El sonido de unos golpes fuertes en la puerta lo vuelven a interrumpir. Ambos nos giramos a la vez en la dirección de los ruidos y yo me suelto de su agarre para ir hacia la puerta y abrirla lentamente. Un empujón me hace a un lado y unos pasos fuertes que se clavan en el suelo de madera de mi apartamento me asustan todavía más.

—Te ha dicho que te largues— la voz de Jason se escucha mucho más grave de lo normal.

—Eh, ¿y tú qué coño haces aquí? ¿A ti qué te importa?— salta Kayden, a la defensiva y con los puños cerrados. Jason parece muy enfadado y no sé por qué. Me acerco a los dos y ahogó un grito al ver que, en lo que dura un parpadeo, el pelirrojo ha cogido por el cuello a mi compañero y lo ha alzado con tanta fuerza que las puntas de sus pies casi no tocan el suelo.

—¡Jason!— chillo. Tomo su brazo y hago fuerza para que lo suelte, pero ni siquiera se mueve. Cuando alzo el rostro para mirarle, observo horrorizada que sus ojos han cambiado de color y que ahora brillan en un verde claro que me hiela la sangre. La piel de su mejilla derecha parece haber empezado a agrietarse y tiene la mandíbula apretada, enseñándole los dientes a Kayden —¡Jason, basta, por favor!

—Aléjate de Giselle— lo amanaza, de forma lenta, pausada y en un susurro. El labio inferior de Kayden empieza a temblar y su piel se vuelve pálida como la leche. Ha dejado de forcejear y parece que está muerto.

—¡¡Jason, suéltale!!

Él reacciona de golpe y suelta el cuello de mi compañero, que cae al suelo boca abajo y tosiendo.

—Kayden, Dios mío, voy a llamar a una ambulancia...

—¡No!— me grita, apartándome de mí —¡Yo me largo de aquí!— gimotea, arrastrándose por el suelo hasta que logra ponerse en pie para salir por la puerta, tosiendo y jadeando. Antes de marcharse, se da la vuelta y señala a Jason con la mano temblorosa. El pelirrojo no se da la vuelta en ningún momento, permanece firme y estático —¡Ese... ese tío es un monstruo!— entonces, cierra la puerta y se va.

En ese momento, yo me giro para encarar a Jason, cuyo rostro no está mostrando ninguna expresión. Parpadeo varias veces y advierto que sus ojos vuelven a estar normales: de color ámbar.

¿Es que lo he alucinado? ¿El pánico me ha hecho ver cosas raras?

No quiero pensar en eso ahora mismo. A Jason se le ha ido la olla y ha reaccionado de la peor forma posible cuando no tenía nada que ver en la conversación.

Empiezo a temblar, me encojo un poco de hombros y me muerdo el interior de la mejilla.

Miedo. Ahora mismo, le tengo un miedo terrible a Jason. Porque después de haber intentado estrangular a una persona, él no muestra ningún tipo de arrepentimiento. No muestra nada.

Stockholm[Jason the toymaker]© Book 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora