Capitulo 1

1.3K 46 2
                                    

Las ruinas caían por la ciudad. Mi pequeño perro correteaba por el gran centro comercial de mi ciudad, donde lo único que se encontraban eran destrozos, polvo y como no zombies. Todo había comenzado ese 7 de Marzo cuando papa salió de su almacén con el móvil en la mano y corriendo hacia el coche donde yo me encontraba. Sus compañeros llamados Lewys y Harry corrían con la cara desgarrada y una palidez extrema. Papa condujo hacia casa, guardo algunas ropas en la maleta familiar y se montó en el coche mientras que mama estaba en la oficina trabajando.

-Tienes que irte de aquí!- gritó mi padre, mas de un vecino con el mismo aspecto que los anteriores chicos aparecían por la calle, idos, locos.

-¿Pero a donde voy? ¿Que hago? ¿Como sobrevivo? - contesté alterada.

- Hija escóndete donde puedas, te juro por Dios que volveré a por ti. - me besó la frente y me obligó a bajar del coche.

- Te quiero - cerré la puerta y abracé a Sam, mi pequeño perrito.

- Y yo. Espero que puedas perdonarme. - Aceleró y en pocos segundos se había desvanecido carretera abajo.

Corrí hasta que mis pulmones y piernas dijeron "basta", pero una pequeña horda de zombies me recordó de qué estaba huyendo.

No tardé mucho más en llegar a una zona que me pareció segura, el centro comercial. Me colé por el conducto de ventilación. El polvo hacia que mis pulmones se ahogaran con poco esfuerzo pero seguí, no, no podía convertirme en un monstruo como ese...tenia que luchar. "Maldita sea la hora en que me puse esos shorts" maldije, la piel de mis rodillas empezó a adoptar una tonalidad rojiza y no tardaron mucho más en dolerme. El edificio estaba plagado de todos ellos. No, no era tan seguro como había creído momentos antes pero con mi perro en brazos corrí hacia el interior de una tienda que parecía bastante abandonada, pero no lo estaba. En su interior unos cuantos de ellos me esperaban. Sus ojos enfermizos me miraban como si fuera un pedazo de carne fresca, lo que hacia que mi bello se erizara mientras el miedo se apoderaba de mi. "No, no puedo desfallecer ahora joder" pensé. Pero aquel zombie no dejaba de avanzar hacia mi. Todo pasó muy rápido, pero antes de que pudiera darme cuenta el zombie tenia una bala entre ceja y ceja y un hombre me ayudó a levantarme.

- Vamos, levántate y corre todo lo que puedas, escóndete donde sea y busca un arma. El mundo ya no es un sitio seguro.

- Gracias - murmuré antes de obedecer su consejo.

Mi primera parada fue la armería de Matthew, un antiguo vecino. Nunca supe manejar un arma, tampoco pensé que llegara el día en que necesitara saberlo. Rompí el escaparate y entré en la tienda susurrando un "lo siento Matt", pero si ahora era un zombie probablemente no le importara demasiado.

Bien, primer problema: qué tipo de arma podría usar? Un abanico de metralletas, pistolas, ballestas y rifles que se subdividía en clases y modelos de arma. "Mierda" murmuré. Me decidí por una pistola; pesaba poco y era relativamente fácil de usar. Me llené los bolsillos de balas y guardé la pistola entre mis pantalones y mi ropa interior.

Salí con cuidado de la tienda y no tardé en oír disparos a mi alrededor y ver salir a un hombre de una tienda. Ese hombre tendría unos 30 años, su cabello castaño peinado hacia atrás junto a sus tatuajes demostraban una faceta dura en ese chico, era guapísimo. Me cogió de la mano y empecé a correr detrás de él. Pude ver que se trataba del hombre que me había salvado antes.

-¿Tienes un arma? - seguíamos corriendo.

-Si, claro.

-Perfecto, deberás aprender a - mató a un zombie que apareció a nuestra derecha - usarla.

-¿Crees que tendré que hacerlo mucho?- Pregunté, me sentí estúpida segundos después.

-Depende, ¿quieres seguir con vida? - nos detuvimos. Habíamos llegado a un pequeño supermercado.

-Está cerrado - observé.

-No para mi - sacó de su bolsillo una llave y abrió la verja metálica que nos separaba de la entrada.

Estaba claro que en ese pequeño establecimiento no habrían zombies, me sentiría segura por fin.

-¿Como te llamas? - me preguntó tras cerrar la puerta.

- ________ McClane.

-Lucas, encantado. Puesto que quieres sobrevivir, deberás seguir unas simples reglas de supervivencia - silbó tres veces - La primera: nosotros somos un grupo, pero si uno de nosotros se infecta deberá ser sacrificado.

Aparecieron poco a poco una mujer y su hija, un hombre de unos 40 años y un chico joven de unos 15 años quizá.

-¿Sois un grupo? - los señalé.

-Somos los pocos supervivientes que quedan en este centro comercial. - Explicó el hombre mayor.

-Un hombre entró corriendo y gritando, empezó a morder a la gente y todos salimos corriendo hacia todas partes. - habló la mujer - Fue espantoso - abrazó a su hija con fuerza.

Welcome to the End *En Espera*Where stories live. Discover now