De soñadores y recolectores

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—Todo está listo para el gran día.

Kibum miraba su reflejo en el gran espejo de pie que tenía frente a él. Arregló su saco con sus manos para que ninguna arruga arruinara su perfecto día. Acomodó su rubio cabello y dejó que sus manos cayeran a ambos lados de su cuerpo para poder apreciarse mejor.

—Perfecto —se dedicó una sonrisa.

Estaba por salir de la habitación para encontrarse con su prometido cuando una voz lo interrumpió.

—Luces bien, Kibum.

El nombrado dio un salto y volteó a ver a un hombre que se hallaba acostado, cruzado de piernas, sobre el sillón de la habitación. Movía su pie al ritmo de una música inaudible para el resto del mundo. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones del mismo color.

—¿Quién demonios eres?

—Soy tu peor pesadilla —el chico lo miró serio y Kibum tembló—. Es broma, lindo sueño. Se ve bien.

—¿Sueño? ¿De qué hablas?

—Las personas duermen y sueñan. Qué interesante, ¿no?

—Pero esto no es un sueño.

—¿Recuerdas cómo llegaste aquí?

—No.

—¿Cómo conociste al amor de tu vida?

—Pues... no.

—¿Y no te preguntaste por qué el tipo no tiene cara y es una bola de píxeles?

Kibum bufó.

—Gracias por arruinarme el sueño, o sea lo que sea esto.

—A las órdenes.

—A qué vienes y quién eres.

—¿No me conoces?

—Lo siento, no.

—Mejor me pondré de pie.

—Oh, no, por favor. Sigue acostado arruinando el sillón con tus sucios...

Kibum se percató de que el muchacho estaba descalzo.

—pies.

Se paró y dio a conocer unas hermosas alas rosadas y una bolsa que hacía juego.

—¿Eres un recolector de momentos?

—Eso mismo—sonrió—.Veo que sí has escuchado sobre mí.

—¿Es broma? Lo sé todo. He leído tanto, es tan interesante. Nunca había visto uno por lo que no sabía si creer que eran reales.

—Pero aquí estoy. Vine a buscar un lindo momento para un poeta que está pasando un bloqueo de escritor. Un zumbido no deja de sonar en mis orejas culpa de ese hombre.

Los recolectores de momentos eran los encargados de llevar la inspiración a cualquier alma que la necesitara. Cuando un artista tenía problemas para crear, una pequeña alarma sonaba en la cabeza de los recolectores y los ponía a trabajar de inmediato. Pero el poeta en cuestión había sido muy difícil de complacer, de todos los momentos que le habían llevado ninguno lo había podido sacar del bloqueo.

—¿Cualquier momento?

—Te pediría que fuera el mejor que tengas, por favor. A este tipo le hemos llevado unos cuantos y nada parece funcionar.

—¿Y qué sucede con los momentos de esos soñadores?

—Nunca nos había pasado algo así, suponemos que cuando logremos quitar el bloqueo de escritor saldrán todos a la vez. Sería una lástima que esos momentos se perdieran.

El soñador presta un momento, no lo entrega del todo, debe conservar la memoria para luego poder reencontrarse con él. Pero, al perder una parte, el soñador inicia un estado emocional en el que siente que algo le falta, solo viéndolo nuevamente se sentirá completo.

—Bien, déjame pensar en uno... Disculpa, recolector, ¿cómo te llamas?

—Nadie me había preguntado mi nombre antes.

—Yo quiero saber a quién le entrego mi momento.

—Mi nombre es Taemin.

—Un gusto —sonrió Kibum y llevó su mano a su mentón pensando en qué momento podría darle—¿Cuánto tiempo tengo?

—Supongo que...

Golpearon la puerta.

—¡Kibum! ¿Estás listo?

—... no mucho —finalizó Taemin.

—¡Lo tengo!

—Bien, ponlo aquí.

—¿Cómo?

—Abriré la bolsa, tú solo piensa en el momento mirando hacia el interior y todo estará listo.

—No lo olvidaré, ¿no?

—Claro que no, solo tomamos una copia. Eso sí, sentirás que algo te falta, la sensación se irá cuando el poeta lo plasme, y te sentirás pleno cuando lo leas o lo veas en alguna obra. No te asustes, siempre te vuelves a encontrar con tu momento.

—De acuerdo.

Kibum miró la bolsa rosada y comenzó a pensar en ese momento. Al terminar, miró a Taemin.

—Solo por curiosidad, ¿de qué era el momento?— preguntó el recolector

—¿Cómo? ¿No puedes verlo?

—Claro que no, si abro la bolsa se escaparía y no llegaría al poeta.

—Oh, es... de amor, o eso supongo.

—¿Novio?

—Desconocido del que me enamoré.

—Auch, con razón lo de la boda. Necesitas amor, amigo.

—¿Puedes dejarme en paz?

—No, quiero ver la boda, ¿me dejas quedarme?

—¿Te calzarás para ir?

—Es tu sueño, puedes hacer lo que quieras.

Kibum imaginó a Taemin vestido para la fiesta y, de un momento a otro, cambió su camisa blanca y sus pantalones blancos y holgados por un traje azul marino. Taemin se acercó al espejo.

—Oye me veo... ¡hey, mis alas!

—Están abajo, las oculté para que no espantes a nadie.

—Uf, qué aburrido.

Ambos salieron de la habitación. La mamá de Kibum, quien había tocado la puerta, saludaba a Taemin como si lo conociese de toda la vida. Taemin se ubicó detrás, en la última hilera de sillas, y la madre de Kibum comenzó a llevarlo al altar.

Todos lloraban y lanzaban comentarios tiernos, Taemin se estaba aburriendo, por lo que, cuando Kibum estuvo a punto de decir "acepto" al hombre con cara de píxeles, comenzó una guerra de comida con el pastel de boda.

Kibum despertó de un salto.

—Maldito Taemin.

El recolector de momentos [Jongkey]Where stories live. Discover now