De recolectores y poetas

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Taemin comenzó a batir sus alas para salir del sueño de Kibum, rompiendo el traje al abrirlas. Mientras el caos se desataba en la boda, aprovechó la chance para volar lejos de allí. Con un chasquido de sus dedos se encontró en la habitación de Kibum. El ceño fruncido del soñador indicaba que la estaba pasando mal, lo observó un momento con diversión y luego voló hacia la ventana y se alejó, perdiéndose en el cielo nocturno antes de que el otro despertara.

Se movía a gran velocidad, debía llegar al templo de los recolectores, ubicada en la nube más alta, cerca de la constelación de la osa mayor. Con elegancia, bajó hasta sentir la esponjosa superficie con los dedos de sus pies, estaba confiado y seguro de que había obtenido el mejor momento, por lo que sin pensarlo dos veces, subió las escaleras del templo trotando, para dejar que sus alas descansaran un momento.

Acomodó su camisa antes de empujar las grandes puertas color beige y adentrarse al impresionante templo. Un camino de columnas se erguía a ambos lados del lugar, el piso de baldosa reluciente era la superficie por la que muchos recolectores iban y venían con sus bolsas con momentos, esperando ubicar a un poeta para entregárselo.

La rutina de los recolectores consistía en unos a la vista simples pero complejos pasos: el primero era sentir el llamado de un poeta, el segundo, ubicar a un soñador para pedirle el momento, y el tercero era llevárselo al poeta. El primer paso era el más sencillo, el zumbido que les avisaba a los recolectores que alguien necesitaba inspiración sonaba y todos iban hacia el cuartel general a buscar la posición del artista. Luego, cada recolector elegía un mapa para moverse y ubicar a un soñador y pedirle un momento. Al tomarlo, cada uno regresaba al templo para ubicar al artista y entregarle la inspiración.

Para hacer la experiencia más divertida, los recolectores habían implementado un sistema de puntos, 50 puntos por cada vez que sacaran a un artista de un bloqueo, pero si el artista era complicado, cuanto mayor fuera el bloqueo, más puntos obtendría el recolector. Por este motivo, Taemin estaba desesperado por conseguir sacar al poeta del bloqueo. Era uno de los más nuevos y, por lo tanto, muchas veces era motivo de burla de sus compañeros, quería demostrarles que podía hacer bien su trabajo. Había visto a Kibum recorriendo el área designada en el mapa y, por lo que había visto, lo consideraba una persona muy interesante: hablaba mucho, era gracioso, inteligente y muy sentimental."Él tendrá un buen momento", pensó.

Apuró el paso para llegar hasta el cuartel general, empujó la puerta con su hombro y apretó su bolsa con miedo de que pudiera abrirse. Algunos recolectores se encontraban matando el tiempo jugando a juegos de mesa.

—Vaya, vaya, miren quién está aquí, el nuevito —dijo uno.

—No me digas que vas a intentar sacar al poeta del bloqueo, ninguno de nosotros ha podido —rio otro.

—Vamos, dejen al chico en paz —dijo otro, el más veterano en el asunto y líder del templo, Jinki.

Taemin pasó por alto sus comentarios y escribió el nombre del poeta en la consola. El zumbido comenzó a sonar en los oídos de todos.

—Kim Jonghyun —repitió Taemin cuando en la pantalla grande se mostraba a un tipo paseando nervioso ante un gran escritorio.

De la impresora que estaba delante de Taemin salió un pequeño mapa. Este lo tomó y salió por la puerta.

—¡Y no vuelvas hasta que no lo saques del bloqueo! —gritó uno de los recolectores y una risa se escuchó.

—Ya veremos quién ríe al último —dijo Taemin apretando su bolsa contra su pecho.

—Déjalo en paz, o te juro que te quedas sin lengua —escuchó decir a Jinki.

Y voló nuevamente hacia la noche estrellada. Miró el mapa una vez más para poder estar seguro de hacia dónde iba y se tiró en picada hacia la ciudad.

"La ventaja es que todos miran pero nadie observa" pensaba Taemin. Los recolectores eran prácticamente invisibles, no porque lo fueran realmente, sino porque en realidad, todo el mundo pasaba su vista sobre las cosas pero nadie se sentaba realmente a observar, si lo hicieran, quizás se hubieran percatado de su presencia. Eran muy veloces cuando se lo proponían y, hasta la fecha, ningún humano los había visto en acción, solo los soñadores podían verlos. Con los artistas nunca tenían relación, en las reglas estaba escrito que "no se tenía contacto con el artista". Preferían que cada uno le diera el nombre que ellos quisieran a esa inspiración: "musa", "ser poseído por un demon", "suerte", "un ángel".

Cuando llegó al edificio del poeta, voló verticalmente, muy cerca de las paredes, hasta el décimo piso. Allí la luz todavía estaba encendida, y un hombre de cabello blanco recorría sin cesar su habitación.

—¡Por qué no se me ocurre nada! —exclamó para sí mismo—. Es imposible, ¿qué me sucede? ¿Acaso ya no podré escribir?

Taemin estaba al lado de la ventana, batiendo sus alas y esperando el momento adecuado para abrir la bolsa. "Solo tengo una oportunidad". Miró nuevamente por la ventana, una taza de café dormía sobre el escritorio del poeta. "Bingo". Una vez que el poeta se sentó sobre su silla mirando hacia la pared, Taemin entró rápidamente, abrió la bolsa sobre la taza y dejó que el momento cayera sobre él, como azúcar sobre la bebida caliente.

Rápidamente, salió por la ventana y esperó. El corazón le latía muy fuerte en su pecho. Jonghyun volteó sobre su silla y rodó hacia el escritorio. Le dio un sorbo al café y el corazón de Taemin se detuvo: nada. "Fallé", pensó. Y cuando estaba a punto de irse un ruido lo hizo quedarse.

Miró por la ventana. El poeta observaba las hojas sobre el escritorio, buscó rápidamente un lápiz y garabateó algo en ellas.

—El chico de la estación, ¿también me recuerda? Debo buscarlo.

Taemin se apoyó contra la pared y pequeña gotas de sudor empezaron a caer por su cara: "creo que habrá problemas", pensó.

El recolector de momentos [Jongkey]Where stories live. Discover now