Trato de sacarlo de mi cabeza, pero en su lugar no obtengo respuesta. Tampoco me preocupa, suelo encapricharme de muchachos continuamente. Siempre es la misma historia. Conozco a alguien, se convierte en el protagonista de mis pensamientos y cuando lo tengo entre mis manos, me aburro. Resulta desesperante. A veces me gustaría controlar mis sentimientos y obligarme a enamorarme de cualquiera. Pero no, las cosas tenían que salir al revés.
En breve regreso a Tenerife, concluyendo de este modo mi pequeño romance (por llamarlo de alguna manera) con un chico al que ni conozco. Quedará bien en el curriculum.
Entonces entro a instagram y esbozo una sonrisa de oreja a oreja. Solicitud de Alex, ni más ni menos. Quizás nuestra historia no haya terminado aún. Acepto y le sigo de vuelta, obteniendo en su lugar un me gusta en una de mis fotos. Qué típico Alex...
"¿Quién te ha dado permiso para darle me gusta a mis fotos?"-Le comento por privado. Veamos que sale de aquí...
"Jajajaj no lo necesito"-Me responde.
Se pone interesante. Le contesto y me devuelve el mensaje una y otra vez.
"Ayer no hablabas tanto"-Me reprocha. Pongo los ojos en blanco. Ni que él hubiese estado hablando cada segundo de la noche.
"¿Vas a casa de Marta?"-Pregunta. ¿Qué pasa rubio? ¿Quieres verme ya?
"No sé si ir ahora, ¿por?"
"Porque a lo mejor yo voy con los chicos"
Confirmamos: Quiere verme. Le daré el placer de despedirse por última vez. Así pues, me pongo mis vaqueros cortos, una camiseta de color violeta, mis queridísimas Vans y mi cinta del pelo. Me monto en el coche con mi padre y nos dirigimos a la casa de mi prima. Cuando llegamos me recibe mi otra prima, Elena, y me lleva hasta una habitación apartada.
-¿Qué te pasa con el chico este?-Me pregunta.
¿Cómo se ha enterado?
-¿Qué chico?
-El amigo de Marta, el rubio.
-Ahhh... nada, ¿qué me va a pasar? Estuvimos hablando un rato, es majo.
-Tú sabrás lo que haces...
¿Qué yo qué? Me he perdido.
-Voy al baño. Los demás están en la terraza.-Finaliza.
Decido restarle importancia, por lo menos ahora. El corazón me va a cien. ¿Qué cojones me pasa? Me dirijo hasta el exterior de la casa y cuando llego lo veo. Lleva puestos unos vaqueros largos y rotos de color negro y una sudadera. Madre mía...
-Hola.-Saludo. Les doy dos besos a cada uno, excepto a él, que le dejo colgado en el segundo debido a problemas técnicos en mi cerebro. Momento incómodo. Me siento y continúan su conversación.
-Pues yo me he visto todos los vídeos de youtube en los que explican lo de Dalas.-Comenta una.
-Chiquito follón.
Quiero formar parte de la conversación para que él se fije en mi, para que me escuche, pero no lo logro, solo asiento y sonrío. Lo pillo mirándome en varias ocasiones, pero no me dice nada. De un momento para otro, se levanta y anuncia:
-Yo me tengo ir ya.
Mantengo mi sonrisa aunque en el fondo solo quiera ir detrás de él y pedirle que se quede aunque sean diez minutos más, pero me limito a corresponderle los dos besos en la mejilla cuando se acerca a despedirse. Supongo que este es el final. Mañana regreso a Tenerife y probablemente no lo vuelva a ver nunca más. No sé qué esperaba que sucediese. ¿A caso pensaba que se iba a plantar frente a mi y me iba a prometer que jamás se olvidaría de mí? Con suerte se sabe mi nombre, siendo optimistas.
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Distancia
Teen FictionNo cree en el amor. O al menos hasta que lo conoce a él. Todo es perfecto quitando el hecho de que los separan 1,756.95 kilómetros. Esta es la historia de mi primer amor, del chico del que me enamoré como ya no lo hacen. Afrontamos una dura relación...