7 de octubre de 2017

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Trato de sacarlo de mi cabeza, pero en su lugar no obtengo respuesta. Tampoco me preocupa, suelo encapricharme de muchachos continuamente. Siempre es la misma historia. Conozco a alguien, se convierte en el protagonista de mis pensamientos y cuando lo tengo entre mis manos, me aburro. Resulta desesperante. A veces me gustaría controlar mis sentimientos y obligarme a enamorarme de cualquiera. Pero no, las cosas tenían que salir al revés.  

En breve regreso a Tenerife, concluyendo de este modo mi pequeño romance (por llamarlo de alguna manera) con un chico al que ni conozco. Quedará bien en el curriculum. 

Entonces entro a instagram y esbozo una sonrisa de oreja a oreja. Solicitud de Alex, ni más ni menos. Quizás nuestra historia no haya terminado aún. Acepto y le sigo de vuelta, obteniendo en su lugar un me gusta en una de mis fotos. Qué típico Alex...

"¿Quién te ha dado permiso para darle me gusta a mis fotos?"-Le comento por privado. Veamos que sale de aquí...

"Jajajaj no lo necesito"-Me responde.

Se pone interesante. Le contesto y me devuelve el mensaje una y otra vez.

"Ayer no hablabas tanto"-Me reprocha. Pongo los ojos en blanco. Ni que él hubiese estado hablando cada segundo de la noche.

"¿Vas a casa de Marta?"-Pregunta. ¿Qué pasa rubio? ¿Quieres verme ya?

"No sé si ir ahora, ¿por?"

"Porque a lo mejor yo voy con los chicos"

Confirmamos: Quiere verme. Le daré el placer de despedirse por última vez. Así pues, me pongo mis vaqueros cortos, una camiseta de color violeta, mis queridísimas Vans y mi cinta del pelo. Me monto en el coche con mi padre y nos dirigimos a la casa de mi prima. Cuando llegamos me recibe mi otra prima, Elena, y me lleva hasta una habitación apartada.

-¿Qué te pasa con el chico este?-Me pregunta.

¿Cómo se ha enterado?

-¿Qué chico?

-El amigo de Marta, el rubio.

-Ahhh... nada, ¿qué me va a pasar? Estuvimos hablando un rato, es majo.

-Tú sabrás lo que haces...

¿Qué yo qué? Me he perdido.

-Voy al baño. Los demás están en la terraza.-Finaliza.

Decido restarle importancia, por lo menos ahora. El corazón me va a cien. ¿Qué cojones me pasa? Me dirijo hasta el exterior de la casa y cuando llego lo veo. Lleva puestos unos vaqueros largos y rotos de color negro y una sudadera. Madre mía... 

-Hola.-Saludo. Les doy dos besos a cada uno, excepto a él, que le dejo colgado en el segundo debido a problemas técnicos en mi cerebro. Momento incómodo. Me siento y continúan su conversación.

-Pues yo me he visto todos los vídeos de youtube en los que explican lo de Dalas.-Comenta una.

-Chiquito follón.

Quiero formar parte de la conversación para que él se fije en mi, para que me escuche, pero no lo logro, solo asiento y sonrío. Lo pillo mirándome en varias ocasiones, pero no me dice nada. De un momento para otro, se levanta y anuncia:

-Yo me tengo ir ya.

Mantengo mi sonrisa aunque en el fondo solo quiera ir detrás de él y pedirle que se quede aunque sean diez minutos más, pero me limito a corresponderle los dos besos en la mejilla cuando se acerca a despedirse. Supongo que este es el final. Mañana regreso a Tenerife y probablemente no lo vuelva a ver nunca más. No sé qué esperaba que sucediese. ¿A caso pensaba que se iba a plantar frente a mi y me iba a prometer que jamás se olvidaría de mí? Con suerte se sabe mi nombre, siendo optimistas.

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