1 de enero

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Llego a mi casa a las siete de la mañana, pero no consigo dormirme. Doy vueltas de un lado para otro esperando que alguien se despierte. Cojo el móvil y reviso mis redes sociales. Siento nostalgia al ver las historias de mis amigos festejando el fin de año. Me hubiese encantado haberlo pasado con ellos.

Transcurre el tiempo y llega la hora de la comida. A las tres de la tarde comienza a entrarme el sueño y caigo rendida en mi cama casi sin darme cuenta.

Me despierto desorientada, asimilando el siglo en el que estamos y en la galaxia en la que me hallo. Estoy sumida en plena oscuridad. Mi abuela debe de haber bajado la persiana de la ventana. La adoro. Cojo el móvil y me aparecen varios mensajes de whatsapp y una llamada de Alex.

"Voy al Cabezo, ¿quedamos frente a la iglesia?" 17:00

"Salgo ya" 17:31

Miro la hora. Mierda. Mi abuela no ha bajado la persiana, es que ya ha oscurecido.

"¡Bajo ya!" -Le contesto.

Rápidamente me visto y le comunico a mis padres mi salida, no sin antes ponerme mil y un quejas. Consigo convencerles y salgo mientras me peino con las manos. Llego a la iglesia y ahí lo veo, tal y como las anteriores veces. Voy hacia él y nos fundimos en uno de esos abrazos que tanto me transmiten.

-Pensaba que no vendrías.-Me confiesa.

-Me quedé dormida. Quizás deberías empezar a acostumbrarte a este desastre en persona.

-¿Eso significa que vamos a pasar mucho tiempo juntos?

-Puede ser.-Finalizo plantándole un beso que se convierte en un millón más. Jamás me cansaría de hacerlo.

La noche nos envuelve y no podemos evitar querer parar el tiempo. Los minutos transcurren rápidamente y la hora de despedirse se aproxima. Esta vez no será como las anteriores. Mañana ya no volveremos a vernos hasta quién sabe cuando. Ambos lo sabemos.

-Te acompaño hasta tu casa.-Me dice.

-Vale.

Comenzamos a caminar, no sin soltarnos. Seguimos hablando, como si al amanecer no tuviese que coger un vuelo, como si este no fuese el final.

Llegamos hasta las escaleras que están cerca d mi casa y le propongo sentarnos un rato. Acepta y nos abrazamos, empezando a asimilar la situación en la que nos encontramos. No quiero que acabe, pero lo estoy comenzando a sentir es único y aunque lo intente, no podría dejar de sonreír. Ha sido una semana muy peculiar, pero sin duda estas navidades son para recordar.

Me sorprendo al encontrarle derramando una lágrima tras otra. Se me cierra la garganta. Sabía que me quería, me lo había demostrado desde el día uno, pero no me esperaba esto.
Este chico es especial. Siento que por primera vez yo también puedo corresponderle a alguien. Y qué suerte que haya sido él.

DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora