Quería ser fuerte, pero la situación pudo conmigo. Ya no solo era la trágica noticia de que mi madre padecía una cruel enfermedad, si no que mi padre involuntariamente me estaba haciendo la existencia imposible. Sin darse cuenta, estaba pagando su tristeza conmigo. Durante una semana me exigió todo y más. Quería mantenerme ocupada haciendo cosas totalmente irrelevantes con el fin de no tener un encontronazo conmigo en el que una vez más le suplicaba que me dijese que le pasaba a mi madre. Sabía cual era la situación, pero necesitaba que él me lo dijese. Muy a mi pesar, no lo conseguí. Cada día era más lento y pesado que el anterior.
Y entonces llegó el día en el que la vi. Me costaba mirar a aquella mujer que, con la piel más pálida de lo normal, estaba encerrada en esas cuatro paredes sin poder levantarse de la camilla si quiera. Intenté contener mis lágrimas, pero de buenas a primeras se me escaparon. Nadie me vio, pues agaché la cabeza simulando que mantenía una conversación vía whatsapp. En realidad, mientras me recomponía aproveché para revisar los mensajes que no pude contestar días anteriores. Entre ellos estaban los de Alex. Necesitaba hablar con alguien, pero ese alguien no era él, al menos por ahora. De este modo, recurrí a Carlos, una de las pocas personas que me entienden y que jamás que juzgarían. No sé qué sería de mí sin él.
La operación de mi madre ya tenía fecha. Era cuatro días antes del viaje que supuestamente íbamos a realizar a Murcia, donde después de cinco meses volvería a ver a Alex. Los billetes ya estaban comprados, pero independientemente de ello, si la operación salía mal, ni Pablo ni yo iríamos, lógicamente, dando por finalizada mi relación con Alex, imagino. Aunque eso era lo que menos me importaba ahora. Solo podía pensar en que mi madre se recuperase. Es más, si ella necesitaba mi ayuda, por muy mínima que fuera, me quedaría en Tenerife. Eso suponiendo que la operación salía bien.
El 15 de mayo llegó. Mi padre me recogió del colegio con la noticia de que todo había salido bien. Esta vez sí que fue capaz de contarme que mi madre tenía un tumor. Aproveché para decirle que ya lo sabía. Así quizás asimilaba que merezco saber casos como este de antemano.
De este modo, tras recapacitarlo una y diez veces, comencé a preparar las maletas.
Iba a ver a Alex.
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Distancia
Teen FictionNo cree en el amor. O al menos hasta que lo conoce a él. Todo es perfecto quitando el hecho de que los separan 1,756.95 kilómetros. Esta es la historia de mi primer amor, del chico del que me enamoré como ya no lo hacen. Afrontamos una dura relación...