Capítulo 2: ¡Jamás te perdonaré!

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Desperté con un inmenso dolor de cabeza, muy confundida. Miré a mi alrededor y todo era de una blancura que amenazaba con volverme loca. ¿En dónde demonios estoy?

- ¡Jack!

Grité desesperada. Traté recordar lo de ayer, y cada detalle regresó a mi mente como agua fluyendo a través de rocas. Me levanté de lo que parecía ser una cama, pero no tenía cabecera y estaba excesivamente acolchonada, y no había base. Toqué una de las paredes y estaba igual de acolchonada. El blanco cegador, la confusión y las ansias destruyeron mis nervios, provocando que golpeara con fuerza la pared con mis puños. Una voz conocida se escuchó en la habitación.

- Jane, por favor para, si no lo haces no me dejarán entrar y te sedarán.

- ¿Jack? Muy bien, me calmaré.

Sentía tanto miedo que hice caso a la voz, que sonaba exacta,ente igual a la de Jack y me senté en la cama, esperando a ver lo que sucedía. Como por arte de magia una de las paredes se abrió un rectángulo y Jack entró cabizbajo y despacio. Sentí tanta felicidad que hasta corrí a abrazarlo. La puerta se cerró, dejándonos a los dos encerrados.

- ¡Jack, qué gusto me da verte! ¿En dónde estamos?

- Estamos en el manicomio, te interné ayer.

Al principio creí que estaba bromeando, ya que tenía la cabeza gacha y miraba al suelo.

- ¿A que te refieres con "te interné ayer"?

- ¿Te acuerdas de cómo te salvé la vida ayer, lo de ser esquizofrénica?

- Sí, lo recuerdo, ¿Por qué preguntas?

- Pues Tony quería saber por qué no estabas internada en un hospital psiquiátrico si tenías esquizofrenia y comenzó a dudar de lo que le había dicho.

Comenzó a decir rápidamente y algo atropellado.

- Continúa . . .

- Así que por el bien de Alejandro y el tuyo, le dije a tus padres que tenías esquizofrenia, que te habían echo estudios e imprimí unos falsos, de ese modo estarás a salvo de Tony.

Me dijo, aun con la mirada fija en el suelo. De mis ojos brotaron lágrimas e hice mis dos manos en puño.

- ¿Cuanto tiempo me quedaré aquí?

Dije, tratando de disimular mi rabia y cólera, pero mi voz se partió por las lágrimas. Jack me miró a los ojos por primera vez desde que desperté.

- El tiempo necesario hasta que los doctores hagan nuevos análisis y descubran que no tienes tal enfermedad. El tiempo suficiente para que dejen de buscarte.

Me dijo, con los ojos cristalinos por contener las lágrimas. Esos ojos marrones que siempre me habían mirado con una expresión pícara de desafío, ahora me miraban con profunda tristeza y remordimiento. Me tomó unos minutos asimilar lo que él había echo, y cuando lo puse todo en orden estiré mi brazos.

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(Punto de vista de Jack)

Ella extendió los brazos en señal de abrazo, pero cuando me acerqué a ella para corresponderlo rodeó mi cuello con sus manos y apretó con fuerza. Yo tenía más fuerza, por lo que con algo de dificultad retiré su llave estranguladora.

- ¡Eres un maldito infeliz! ¡Mal agradecido!

- ¡Pero fue . . . . Para salvar tu vida!

Dije con dificultad, ya que necesitaba tomar aire. Ella me miró y la cólera se reflejaba en sus ojos.

- ¡¿Crees que esto es una vida?! ¡Estaré encerrada aquí durante años, seguramente! ¡Te odio, te detesto! ¡Jamás te perdonaré!

En eso ella caminaba echa una furia hacia mí, seguramente para volver a estrangularme, pero los doctores entraron en el lugar y la tomaron por los brazos. Me quedé en donde estaba, mirando como luchaba para sacarse del fuerte agarre de los doctores, tratando de asesinarme. Unas lágrimas resbalaron por mi mejilla al ver cuanto odio sentía por mí. Uno de los doctores logró inyectarle suero para dormir, y contemplé cómo sus pataleos se hacían cada vez más débiles, sus gritos cada vez mas apagados. Cuando estaba cerrando sus ojos me acerqué a ella, la cargué estilo princesa y la acosté en su cama.

- Te odio

Dijo ligeramente. Sus párpados se cerraban lentamente, pero aún podía ver la cólera en sus somnolientos ojos.

- Yo te amo.

Dije, y en eso ella cayó dormida en su cama, con el rostro ya relajado por los efectos de la medicina. Yo la amo, siempre la había amado, y esto que hice lo hice por su bien. Al ver su rostro, tan sereno y pasivo como cuando dormía, despertó en mí una gran tristeza. No me había permitido decirle lo peor de todo, y seguramente si se lo hubiera dicho me odiaría aún más: Sus padres habían muerto a manos de Loui, quien pensó que ellos eran mis aliados. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas.

- Esto es por tu bien.

Le susurré al oído, y le besé la mejilla.

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Holo a todos!!!!!

Ustedes dirán: Qué exagerada Jane!!! Pero imagínense que despiertan en un manicomio en el que piensan que estas loca, y todo por culpa de un chico.

Dejen sus comentarios y denle Estrellita di quieren que siga subiendo este libro!

Bye bye!!!!!!

Un amor de pandillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora