Capítulo 10: Antigua base

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(Pov. Jane)
¡Le han disparado a Jack! Pero ellos son sus amigos, o al menos eso creía. Jamás había sentido tanto miedo hasta ahora: si Jack era su amigo y le habían disparado ¿Qué harían cuando estuviéramos Alex, Jack y yo?

Hacía un rato que Jack se había quedado dormido en mis piernas, respirando profundamente. Estaba exhausta, acabada y muerta de miedo, pero quiero protegerlo para cuando lleguemos a nuestro destino. Mis manos estaban empapadas de su sangre, parte de mis pantalones y un poco de mi cabello que se había interpuesto cuando hice el torniquete. Nos habían esposados juntos, por lo que si intentáramos escapar sería el cuádruple de difícil, más aun contando la pierna herida de Jack.

- Hector, ¿Realmente vamos a dejar a éstos dos en nuestro cuartel? Es muy peligroso, si Loui lo supiera. . . .

- No lo sabrá. No creo en ninguna de las estupideces que Jack soltó, pero sí creo la parte de Alex. Es peligroso que ese mocoso esté del otro lado, por que Jack es lo suficientemente rata como para traicionarnos con tal de recuperar a su hermano.

Dijo. Sentía rabia: ¿Cómo se atrevían? Jack era el antiguo segundo al mando, y tengo entendido que todos eran felices así, ¿Qué habrá cambiado?

- Hector, yo creo que Jack dice la verdad. Tony y él eran muy unidos, y constantemente arriesgaba su vida para sacarnos a nosotros con vida de algunas misiones. Se merece, por lo menos, el beneficio de la duda.

Escuché que un hombre gruñía en desacuerdo, pero no hablaron más. Al parecer no todos estaban contentos con esto: tal vez solo ese tal Héctor estaba conforme. Jack se movió ligeramente, adoptando otra posición: se había rodado, abrazando mi cintura, de modo que yo quedé acurrucada en él, sus brazos rodeándome como una jaula. Sentí mi corazón latir con fuerza, pero no sentía miedo ni nervios: en cambio, me sentía feliz en sus brazos. Cerré los ojos de poco en poco, embriagándome con el olor a colonia y sangre que emanaba de Jack.
***
- ¡Arriba, Tortolitos, que ya hemos llegado!

Exclamó una voz, tomando la cadena de las esposas y arrastrándonos fuera del coche. Ya era de mañana, la luz me cegó por unos momentos, después se adaptó. Jamás había visto un edificio en peores condiciones, pero por lo menos estaba muy bien disimulado. Ayudé a Jack a levantarse y lo apoyé contra mi hombro, soportando gran parte de su peso.

- ¡Caray Jane! Más despacio, te lo suplico.

Susurró Jack en mi oído. Suspiré y fui más lento, justo detrás de Hector. Éste lugar me inspiraba miedo y curiosidad, más inseguridad que cualquiera de las anteriores, debo añadir. Hector paró súbitamente y choqué contra su espalda, obteniendo una mirada de desprecio de su parte; vamos, que a éste hombre no se le puede parar ni una mosca.

- Muy bien, ahora: Alissa y Jacobo llévenlos a las celdas y encadénenlos allí, los demás síganme.

Todos contestaron: "Sí, señor" e hicieron lo ordenado. Alissa me tomó del cabello y Jacobo tomó a Jack por el suyo y así nos condujeron hasta las celdas, que estaban en el primer piso del enorme edificio.

El cambio de interior era desconcertante: aquí adentro había tecnología avanzada, seguramente robada de algún lado, y parecía ser una estación de policía abandonada. En algunos lugares del suelo había sangre, como pequeños charcos de agua en el suelo. Alissa tenía un fuerte agarre en mi cabello, de vez en cuando lo jalaba para reírse un poco: hundía sus uñas en mi cuero cabelludo y esperaba a mis protestas de dolor, que nunca dejé que escuchara.
Lo que sí podía escuchar eran las protestas de Jack siendo obligado a caminar con la pierna herida, lo que me hacía hervir la sangre.

- ¡Deja de obligarlo a caminar así! ¿Que no ves que esta herido?

Me sacudí del agarre de Alissa y quité a Jack del agarre de Jacobo y pasé uno de sus brazos por mis hombros para darle soporte. Los otros dos me miraban como si fueran a decirme algo, una mirada algo compungida y resignada, ¡menuda pareja de personas!

Un amor de pandillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora