Comida Familiar (200Kg//440Lb)

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   Habia pasado bastante tiempo desde la última vez que las había visto. Dobuita había venido en la navidad de ya hace dos años, y era la primera vez que veía a Pukú desde que había entrado a la universidad. Estaba algo entusiasmada, pero no quería demostrarlo. Mi relación con ellas se había deteriorado bastante desde que ambas habían alcanzado la adolescencia. Pukú empezo a creer que la odiaba por ser como es... gorda, pero ese no era realmente el caso, ya que solo me preocupaba por su peso. No es muy saludable ser joven y pesar tanto. Dobuita era un caso diferente. Siempre sentí que quería superarme y torturarme con ello. Ella era definitivamente la más parecida a mí. Ambiciosa. Bella. Inteligente. Me sentía orgullosa de ella, a pesar de que había cometido errores algo molestos que nos habian costado a mi y a Shin bastante dinero. Pero ahora estaba por graduarse. Mi niña estaba por ser una periodista titulada. Era algo que ni siquiera yo había alcanzado, y eso me hacía sentir bien acerca de ella y su futuro. Era una chica brillante.

   Me llamaba un poco la atención el como lucirian ahora. La gente cambia. Ya tenia bastante tiempo que no veia ni siquiera una foto de ellas. La ultima que habia visto era una de Dobuita, y su cara se veía un  poco más llenita. Pensé que probablemente era el enfoque o la posición. A Pukú ya tenía mucho más tiempo que no la veía, y honestamente esperaba que esta hubiera comenzado a madurar fisicamente. Tenía una linda forma del cuerpo, pero la grasa extra le hacía ver muy gorda. Me recordaba al fisico de mi madre... tampoco tuve una buena relación con ella. Desde que mi padre había muerto ella se había dedicado a llorar y a comer. No me sorprendió saber que su causa de muerte estuviera relacionada a su peso. Era muy gorda. No quería que Pukú se convirtiera en eso. No que...

   - Hola, mami - dijo una voz a mis espaldas. Pude reconocer esa delgada y linda voz. Era mi niña. Era Pukú. Me había enviado un mensaje esa mañana. Me aviso que llevaría a su nuevo novio a la comida. Di mi sonrisa más dulce y me giré para ver a mi hija... o al menos lo que parecía ser mi hija.

   Una version extremadamente gorda de Pukú tocaba mi hombro. Sus gordas manos resultaban algo suaves. Su cara se notaba mucho más gorda que antés. Así como su cuerpo comenzaba a tomar la misma forma que la de su abuela. Culo gigante. Senos gigantes. Piernas gordas. Era como ver el cuerpo de mi madre con el rostro de mi hija. Evite expresar mis nervios y mi sorpresa, pero la ropa que traía me parecía algo patético. Pants y una chamarra de mezclilla. No era una buena elección de atuendos. Ella me miraba aún. Esperaba una respuesta a su saludo. Solo alze las cejas. Esta gorda no era mi hija. No merecía que me levantara.

   - Este es Alán... mi novio - Pukú señalo a un joven alto y gordo. Este usaba lentes y tenía una horrible barba en el cuello, así como un peinado que le hacía ver bastante estúpido. Este dejaba notar una gigantezca panza, así como también una papada multiple. No hice nada más que alzar mis cejas como saludo. Shin se levantó y abrazo a los dos. Pude notar que Shin se volvía cada vez más facil con nuestras hijas. Aún recuerdo cuando todos los novios de Dobuita le temian. Este chico gordo, no demostraba ni un poco de respeto. Su ingrata y horrible apariencia eran  indignantes. Me sentía verdaderamente furiosa, pero debía controlarme. Eran mis hijas, pero eran individuos. No podía controlar sus vidas. Ya no podía hacerlo.

   Pukú se sentó con su novio. Ahora entendía porque nos habían traído al buffet. Este par de gordos debían de pasar un buen rato. Me daba asco el solo pensar en sus desnudos cuerpos;

   - ¿Y donde esta Dobuita? - preguntó Shin. El enojo me había hecho olvidar porque estaba aquí. Era el día anterior a la graduación de Dobuita. Aún la esperabamos. Estaba tardando más de lo normal, pero tal vez eran los nervios de ver a sus padres trás tanto tiempo. No me preocupaba que algo le hubiera pasado. Así que me distraje viendo a mi alrededor.

   A lo lejos había unas chicas hablando del otro lado de la ventana. Ambas señalaban algo y reían. Una de estas camino hacía una silueta gorda. La silueta parecía ser de una mujer extremadamente obesa. Pukú se veía "petite" al lado de esta figura, la cuál le firmaba una hoja de papel a la chica. Esta se fue emocionada, y dejo a la silueta para regresar con su amiga. Esta silueta era rara. Pude distinguir un cuerpo gordo, extremadamente grotezco. Tenía lo que parecía ser un vestido morado, y este hacía sobresalir la panza y las lonjas. Sus piernas eran celuliticas y gigantes. Me sorprendía su valor de salir vestida así con ese tipo de cuerpo. Pareciera que creía ser atractiva o algo así. La silueta tambien parecia acercarse al buffet. Una vez que entro, camino lentamente. Tenía gafas y un sombrero que cubrían su rostro. Tal vez era una celebridad que había engordado y evadía a los paparazzis. Pronto esta comenzó a caminar. Su forma era rara. Podía ver una adorable doble papada en su ya ausente cuello. Así como tambien me impresionaba lo colgante y gordos que lucían sus brazos. Su caminata era extraña. Parecía alzar su culo y su panza de una manera exagerada. Me sorprendió un poco su auto-estima.

   Pukú hablaba sobre algo. Yo aún estaba concentrada en esta mujer gorda. Su figura. Era algo impresionante de ver. Y parecía que esta se acercaba a nuestra mesa. Tal vez había notado que la observaba. Tal vez...;

   - Hola, mamá... ¿Como haz estado? -  no era posible, esta mujer era Dobuita. Ella se suponía que era la hija delgada. Ella era mi legado. Ella... era un individuo. No podía reflejarme en ella. Pero era esa figura. No parecía ser mi hija. Se veía diferente. Actuaba diferente. Hablaba diferente.

   Cuando Dobuita se sentó, el buffet se abrió. Pronto ella, Pukú y su novio, se levantaron de la mesa y corrieron por la comida. Parecía una selva, ya que todos los gordos se amontonaban por la comida. Yo no tenía hambre así que no me levante. Mire a Shin, y lo note sorprendido. Tampoco podía creer que nuestra niña se había convertido en una gorda de circo. Cuando esta regreso, puso montones de comida frente a ella y se regozijo. Levantaba comida, y la comía como si se tratara de objetos sexuales y valiosos. Era como si estuviera enamorada de la comida. Sus gordas piernas recargadas en la silla lucían gigantezcas, así como también su rostro se había transformado en el de una asiatica bastante gorda. La forma de su panza era visible a través de su vestido, así como sus lonjas parecían presumirse...

   - ¿Que me ves? - dijo Dobuita mirandome - ¿Te gusta mi nueva forma? - solto una risa extraña y siguio comiendo. Se veía más estupida. Era como si la comida la drogara.

   - Gordis... - dijo Pukú mirando a su hermana, y retiro un sobre de su bolsillo - te llego esto - Dobuita abrió el sobre mientras se atragantaba. Parecía que era una carta del "New York Times". Había sido aceptada como pasante. Mi niña era una adulta. Nos levantamos y celebramos un poco. Parecia que ellos intentaban aislarme, y no me sentía mal por ello, ya que honestamente me daba un poco de asco como se veían. Mire a Shin y salí del lugar. No quería ver eso. No quería ver a mis niñas convertidas en masas de grasa. No lo quería.

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   Mamá salió del buffet con un rostro de desagrado... ¿Acaso era yo lo que le daba asco?... Miré a la gorda de Pukú y le aprete una nalga con pasión. Eramos hermanas. Eramos felices. Alán ya era oficialmente obeso, y se había olvidado de ser el chico guapo. Papá nos aceptaba. Todos habíamos cambiado... menos ella. Mamá seguía atrapada en si misma.

   Hable por un buen rato con papá y Pukú. El día de mi graduación haría una fiesta con mis amigas actuales y mis antiguas amigas de la preparatoria. Pronto me levante y me dirigi al baño. Mis lonjas vaginales sudaban, así que fui a secarlas. El camino al baño fue eterno y cansado, pero era un riesgo necesario. Tome papél higienico y lentamente comenze a secarme las lonjas vaginales. Pronto alguien entro al baño. Yo me encontraba al lado de los grifos de agua, dando la espalda a la puerta. No me interesaba ver quien era la persona que entraba al baño. Pronto sentí las manos de alguien tomando mi cadera;

   - Todo esta bien gordita. Estoy aquí - era la voz de Alán. Pronto se acercó a mí y comenzó a sobarme el cuerpo. Mi excitación era gigantezca, y Alán parecía no querer detenerse - me encantas - Alán abrazó mi cuerpo y lentamente tomo el papel y comenzó a secarme las lonjas vaginales. Poco a poco su mano se desvió y comenzó a masturbarme de manera suave - ¿Te gusta como acaricio tu gorda y peluda vagina? - evite soltar un orgasmo - Pukú aún no lo sospecha, estamos a salvo... - Alán me planto un beso y luego lamio los dedos con los que me había masturbado. El era perfecto para mi... pero tenía que terminar con esto. No puedo traicionar a Pukú.

La Atleta (Un Relato Fetichista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora