Ellas siempre fueron diferentes. Ellas siempre fueron las indicadas. Por un momento de mi vida creí estar perdido, pero creó que por primera vez me encontré con gente que entiende mi naturaleza. Cuando conocí a Pukú ella aún no lo entendía. Era una adolescente confundida. Una chica que simplemente no parecía entender que su destino no se encontraba en tratar de ser cómo los demás. Lo supe desde la primera vez que la vi. Esa bella noche en la que nos conocimos. Se asustó cuando le rebelé mi verdadero rostro, pero pronto pareció tratar de entenderlo. Esa noche se fue corriendo, haciéndome quedar cómo un imbécil frente a todos mis amigos... pero luego cumpliendo uno de los sueños más grandes de toda mi vida. Pasaron varías semanas hasta que recibí una llamada de ella. Al principio creí que llamaba para decirme lo tanto que odiaba a la gente cómo yo. Creí que me vería cómo otro imbécil que "objetiviza" el cuerpo gordo de una mujer... pero no fue así. Pukú quería verme. Me dijo que le hice sentir cosas que nunca había sentido en su vida. Me dijo que mi discurso le había hecho confundirse, y que sentía todo lo que me había causado. Obvio no estuve furioso. Ella era la indicada. Acepté volver a verla, y tal vez iniciar algo. Nunca imaginé que sería como es.
Mientras esperó sentado en la sala, observó esas fotografías. Pukú y Dobuita. Ahora me encuentro esperando a Dobuita, quien me llamó para hablar. Aún recuerdo verla en la universidad, caminando por el campus mientras lentamente apreciábamos cómo aquella chica atlética y delgada se desvanecía. Recuerdo verla, y masturbarme en la noche mientras me visualizaba cerca de ella. Cuando Pukú me la presentó, fue cómo si todo esto me hubiera llevado a ella. Fue ella quien me hizo darme cuenta que ese cuerpo de chico lindo no valía la pena. Fue la mujer que me hizo querer ser alguien grande. Pukú me alimentó justo cómo lo hacía con ella. Me convirtió en un chico gordo. Mi nueva papada cubierta de bello facial es gracias a ellas. Por primera vez en mi vida amo quien soy, y no creó que exista una manera para arrebatarme eso. Soy el gordo que siempre quise ser, y estoy feliz con ello. Mis dos chicas siempre me dan conforte y felicidad. Es cómo vivir en aquella fantasía sexual que nunca piensas que se hará realidad. Al fin y al cabo ellas no son reales. Sólo son dos gordas desesperadas por tener a un hombre cerca de ellas. Dos pedazos de carne con los cuáles tener sexo.
Dobuita salé de su habitación. Sus movimientos gordos de una mujer con un extremo sobrepeso son notorias, y me provocan una erección. Parece que lo notó, pero no creó que le importe. Si estamos aquí es por algo;
- Alán, creo que debemos de conversar - dice mientras recarga su gordo y gigantesco cuerpo en el sillón. La forma en la que su lonjuda barriga se arruga me hace explotar, por lo que lentamente me le acercó. La manera en la que me muevo ha resultado eficaz para excitarla a ella y a su hermana, así que espero tener sexo ahora.
- ¿Que pasa, gorda? - le gusta que le digan así, y puedo notar el rubor en sus mejillas. Ella igual esta excitada, pero parece estarse conteniendo. Se de lo que quiere hablar, pero no deseó afrontarlo ahora. No es correcto, y lo sé... pero se siente tan bien. Me hace feliz, y no quiero que nadie me quite la felicidad. Debo parar esto de alguna manera, así que moveré mi cuerpo y comenzaré a acercarme a ella. Pronto no podrá evitarlo. Tendremos sexo y esta conversación se desvanecerá.
- ¿Que demonios haces? - dijo Dobuita. Mis labios succionaban su cuello. Ella no lo impedía. Era gorda, obvio no tendría las energías para impedírmelo. Pronto la escuche disfrutarlo. La miré a los ojos, me sonreía mientras lentamente parecía comenzar a orgasmearse. La comencé a desnudar mientras ella buscaba bajarme el pantalón. Nuestros gordos cuerpos retachaban y hacían el sonido más hermoso que había escuchado en toda mi vida. Dos panzas grasosas y lonjudas golpeándose entre ellas. El sillón tronando acompañaba este ruido. Ambos nos levantamos del sillón -aún besándonos- y fuimos a la habitación. Pukú no llegaría hasta la noche. Es la ocasión perfecta para tener el sexo que más deseábamos los dos. Al llegar al cuarto tomó de mi bolsillo un condón, ella lo mira y lentamente lo abre, lo coloca en su boca y comienza a colocarlo en mi pequeño y ya casi oculto pene - Me encanta esto - no era un pene gigante, pero era lo que ellas soñaban acerca de un chico gordo. Puedo decir que alguna vez mi pene era promedio, pero mi sobrepeso lo hacía hecho en algo que lucía pequeño en comparación con mis piernas y mi panza. El sexo oral de Dobuita no tenía comparación. Era una reina en eso.
Estamos en la cama. Yo estoy arriba, ya que ella es mucho más pesada que yo. Muevo mi cuerpo y trató de satisfacerla lo más que pueda. Mi gordura hace que me sea más difícil venirme, y la gordura de ella contribuye, ya que me es más difícil llegar a su vagina. Lentamente nos movemos. Su panza rebota junto a sus senos, mientras nuestros ombligos se miran cara a cara. Su papada me hacer verla y sentirme enamorado. Es hermosa. Sus gemidos me encantan, pero ella sólo pide más. Yo continuó. Naturalmente estoy sudado y haciendo mucho ruido con mi boca, ya que mi respiración a comenzado a ser más y más pesada. Ella pasa por lo mismo, pero cierra los ojos mientras disfruta que mi miembro la exploré. Veo cómo le encanta, y pronto comienzo a hacerlo más rápido. Ella ha comenzado a venirse, así que es momento de que yo pasé por lo mismo. Me vine lentamente, y ella sólo gimió sonriendo. Había terminado. Había sido hermoso sexo, y había durado unos treinta minutos. No los había sentido, pero ese tiempo había pasado.
- Fue grandioso - le digo a la hermosa Dobuita, mientras que con esfuerzo se levanta desnuda de la cama. Camina lentamente a la puerta. Su espalda es hermosa. Su gigante culo y sus lonjas en la espalda me parecen más bellos que la pintura más maravillosa de la historia. Su silueta se aleja. Creó que ella igual lo disfruto. Miró al techo y pienso en ella. Cuando regrese continuaremos, pero mientras le agradezco por dejarme descansar. Tiré el condón al suelo y suspiré. Estoy agradecido por todo lo que el mundo me ha dado... estoy agradecido por Pukú y Dobuita, mis dos trofeos del feederism. Al bajar mi mirada me encuentro con mi hermosa Dobuita en la puerta de la habitación. Observándome. Lentamente se acerca a mí, y se sienta a mi lado. La cama se sumé, y eso me parece excitante - Me encanta lo gorda que estás - digo con sexo en mis ojos. Ella sonríe, y violentamente pone una de sus almohadas en mi cara. Puedo sentir cómo me ahoga. Trató de moverme pero ella pone todo su peso en mi. No puedo lidiar con esto. Mi respiración se disipa. La oscuridad de la almohada se vuelve más oscura. Puedo escuchar un poco de lloriqueo. Esto le duele... pero debe hacerlo. Todo desaparece. No siento mi cuerpo. No...
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Alán dejó de respirar. Me levanté con la respiración agitada. Su inherte y gigante cuerpo descansaba en mi cama. No quería llegar a eso, pero el me obligaba. Lo amaba demasiado. Era el sexo que más disfrutaba, pero tal vez no era algo que debía tener. Ahora estaba en mí la idea de que había matado al novio de mi hermanita. No sabía cómo reaccionar, así que tome mi teléfono y miré mi agenda durante unos segundos. Debía de haber una respuesta. Pensé en llamarle a Pukú, pero eso me haría ir a prisión. Ella nunca me perdonaría esto, y no quería perder la relación familiar más importante que tenía. No quería perder a la persona que más me importaba en todo el mundo. Debía de haber algún número al que pudiera llamar. Lo contemplé unos minutos hasta que por fin la respuesta vino a mí. Busque a esta persona en la agenda y le llamé. Espere unos segundos hasta que contestó.
- ¿Si? - dijo su voz femenina.
- Rebeca... ¿Aún quieres salir esta tarde? - le contesté, y pronto me sentí mucho más aliviada de la decisión que había tomado.
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La Atleta (Un Relato Fetichista)
RandomPaso de ser una chica atlética campeona en la liga femenil de basquetbol, a ser una mujer gorda campeona en concursos de comida. Esta es la historia de Dobuita Mori; la mujer más gorda de todo Brooklyn. Inspirado En La Historieta Corta; "She Had It...