Capítulo 3

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POV CALLE

Juan dio otra calada. El humo le salió por la nariz en dos espesas columnas de humo. Levanté la cara hacia el sol mientras él me entretenía con su último fin de semana de baile, bebida y un nuevo amigo muy persistente.

-Si te está acosando, ¿por qué le dejas que te invite a copas? -me reí.
-Simple, Calle. Estoy sin dinero.
Volví a reírme, y Juan me dio un codazo en un costado cuando vio que Poché venía hacia nosotros.
-Hola, Poché .-dijo Juan en tono cantarín, antes de guiñarme un ojo.
-Juan -le respondió ella, asintiendo con la cabeza. Movió las llaves en el aire -. Me voy a casa, Calle. ¿Necesitas que te lleve?
-Justo iba a entrar -dije, sonriéndole desde detrás de mis gafas de sol.
-¿No te quedas conmigo esta noche? -me preguntó. Su cara era una combinación de sorpresa y decepción.
-Sí, sí que me quedo, pero necesito tomar unas cuantas cosas que me dejé.
-¿Como qué?
-Bueno, pues mi crema para depilarme, por ejemplo. ¿Qué más te da?
-Sí, ya va siendo hora de que te depiles las piernas. Han estado arrancándome la piel a tiras -dijo ella, con una mueca traviesa.
A Juan casi se le salieron los ojos de las órbitas, mientras me echaba una mirada para confirmar lo que había oído. Yo le puse mala cara a Poché.
-¡Así empiezan los rumores!
Miré a Juan y sacudí la cabeza.
-Estoy durmiendo en su cama..., solo durmiendo.
-Ya -dijo Juan con una sonrisa petulante.
Le di un manotazo a en el brazo antes de abrir la puerta y subir las
escaleras. Cuando llegué al segundo piso, Poché estaba a mi lado.
-Vamos, no te enfades. Solo era una broma.
-Todo el mundo da por sentado que nos acostamos. Tú lo empeoras.
-¿Y a quién le importa lo que piensen?
-¡A mí, María José! ¡A mí!
Abrí de golpe la puerta del cuarto de la residencia y corrí de un lado a otro abriendo y cerrando cajones para meter cosas en una bolsa. Escuché una pequeña risa y fijé mis ojos en Poché
-No tiene ninguna gracia. ¿Quieres que toda la universidad crea que soy una de tus zorras?
Me quitó la bolsa de las manos.
-Nadie piensa eso. Y si alguien lo hace, será mejor que no me entere.
Crucé a grandes zancadas. Y luego me di la vuelta.
-¡Dios! -una idea cruzó por mi mente-. La gente debe de pensar que estamos juntas y que tú sigues sin ninguna vergüenza con tu... estilo de vida. ¡Debo parecer patética! -Me quedé callada, horrorizada por la conclusión a la que acababa de llegar y luego mené la cabeza en un gesto negativo-. No creo que deba seguir quedándome contigo. De hecho, creo que deberíamos mantenernos alejadas la una de la otra durante un tiempo.

Ella me quitó mi bolsa de las manos. Jalé de la bolsa, pero ella se mostró decidida y no la soltó. Solté un gruñido de frustración.

-¿Alguna vez se había quedado una chica, y me refiero a una que solo fuera tu amiga, a vivir contigo en tu casa? ¿Alguna vez habías llevado y traído a chicas de su casa a la universidad? ¿O habías comido con alguna todos los días? Nadie sabe qué pensar de nosotras, ¡aunque se lo expliquemos!
-Nadie piensa que estamos juntas. No tienes que dejar de hablar conmigo para demostrarlo.
Ella se subió a la moto y luego la colgó para que no se cayera.
-Lo arreglaré, ¿vale? No quiero que nadie piense mal de ti por mi culpa -Déjame compensarte. ¿Por qué no vamos a The Dutch esta noche?
-Pero si es un bar de moteros -le contesté con el ceño fruncido.
-Vale, pues entonces vayamos al club. Te llevaré a cenar y después podemos ir al Red Door. Yo invito.
-¿Cómo arreglará el problema de que salgamos a cenar y después vayamos a un club? Que la gente nos vea juntas solo empeorará la situación.
-Piénsalo. ¿Yo, borracha, en un sitio lleno de mujeres ligeras de ropa? La gente no tardará mucho tiempo en darse cuenta de que no somos pareja.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer yo ¿Llevarme a alguien del bar a casa para que todo quede bien claro? -dije algo ¿celosa? por lo de las chicas.
Torcio el gesto.
-No he dicho eso. No hay necesidad de perder la cabeza.
Puse los ojos en blanco y luego me subí a la moto. Le rodee la cintura con los brazos.
-¿Una chica cualquiera nos seguirá a casa desde el bar? ¿Así piensas compensarme?
-¿Acaso estás celosa?
-¿Celosa de quién? ¿De la imbécil con alguna infección de transmisión sexual a la que echarás por la mañana?

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora