Desastre

Capítulo 6

Johan y Juana ya estaban en el auto. Me puse mis gafas de sol y esperé hasta que Calle estuvo lista para arrancar la moto y meternos por los callejones oscuros. Una vez que llegamos al campus, conduje por la acera con las luces apagadas y me detuve suavemente detrás del Jefferson. Cuando llevé a Calle a la puerta de atrás, abrió los ojos y se echó a reír.

-Estás de broma.
-Esta es la entrada VIP. Deberías ver cómo entran los demás.

Bajé de un salto por la ventana abierta al sótano y esperé en la oscuridad.

-¡María José! -dijo con un tono que estaba entre un grito y un susurro.
-Aquí abajo, Calle. Mete primero los pies y yo te atrapo.
-¡Estás completamente loca si crees que voy a saltar a la oscuridad!
-¡Yo te atrapo! ¡Te lo prometo! ¡Baja ya ese trasero aquí!
-¡Esto es una locura! -bufó.

En la penumbra vi sus piernas serpentear por la pequeña abertura rectangular. Incluso después de maniobrar con cuidado, se las arregló para caer en lugar de saltar. Un pequeño grito resonó en las paredes de cemento y después aterrizó cayéndome encima.

-Caes como una chica -le dije mientras nos poníamos de pie.
Caminamos por el oscuro laberinto del sótano hasta que llegamos a la habitación seguida a la sala principal donde se llevaría acabo la pelea. Mario gritaba por encima del ruido con su megáfono con los brazos levantados sobre el mar de cabezas agitando billetes en el aire.

-¿Qué hacemos? -me preguntó Calle con su pequeña mano rodeándome la cintura
-Esperar. Mario tiene que acabar de soltar su rollo antes de que yo entre.
-¿Debo esperar aquí o mejor entro? ¿Adónde voy cuando empiece la pelea?¿Dónde están Joxy y Juana?

Parecía muy inquieta. Me sentí un poco mal por tener que dejarla ahí sola.

-Han ido por el otro camino. Simplemente sígueme. No voy a mandarte allí sin mí. Quédate junto a Mario; él evitará que te aplasten. Yo no puedo cuidar de ti y pegar puñetazos a la vez.
-¿Que me aplasten?
-Esta noche habrá más gente. Melisa Parker es de State. Allí tienen su propio Círculo. Así que nuestra gente se juntará con la suya. Va a ser una auténtica locura.
-¿Estás nerviosa? -preguntó.
Le sonreí. Se ponía especialmente guapa cuando se preocupaba por mí.
-No, pero tú sí que pareces algo nerviosa.
-Tal vez -admitió.
-Si te hace sentirte mejor, no dejaré que me toque. Ni siquiera dejaré que me dé un golpe por sus fans.
-¿Y cómo vas a arreglártelas?
Me encogí de hombros.
-Normalmente, dejo que me toquen una vez; solo para que parezca justo.
-¿Dejas...? ¿Dejas que tu rival te pegue?
-¿Dónde estaría la diversión si me limitara a pegar a alguien y no dejara que me dieran nunca? No es bueno para el negocio, nadie apostaría en mi contra.
-Qué montón de mentiras -me dijo cruzándose de brazos.
Arqueé una ceja.
-¿Crees que te estoy engañando?
-Me resulta difícil creer que solo te pegan cuando tú las dejas.
-¿Te gustaría apostarte algo, Daniela Calle?

Tuve ganas de inclinarme y besarla. Me pregunté si yo le importaría en realidad o si su preocupación por mí se debía simplemente a que me conocía y no quería que me sucediera nada malo.

Sonreí. Cuando lo dije, no tenía intención de aprovecharme, pero cuando ella se giró y sonrió igualmente maliciosa, se me vino a la mente la idea más brillante que nunca había tenido.
Sonrió.

-Acepto la apuesta. Creo que te pegará una vez.
-Y si no lo hace, ¿qué gano? -pregunté.
Ella se encogió de hombros justo en el momento en el que el rugido de la multitud nos rodeaba. Mario explicaba las reglas dándole vueltas de una manera muy estúpida. Disimulé la ridícula sonrisa que amenazaba con extenderse por todo mi rostro.

-Si ganas, no me acostaré con nadie durante un mes. -Arqueó una ceja y volví a sonreír-. Pero, si gano yo, tendrás que quedarte en mi piso un mes.
-¿Qué? Pero ¡si ya vivo contigo de todos modos! ¿Qué tipo de apuesta es esa? -gritó. por encima del ruido.